• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

¿Ascenderá Osasuna?

Por José Mª Esparza

Para ganar, hay que competir y… jugar. Que Osasuna compite en esta Liga lo demuestra el cuarto puesto. El problema es si esto por sí solo resulta suficiente para el ambicioso objetivo marcado: el ascenso.

Partido de Liga Adelante entre Club Atlético Osasuna y Bilbao Athletic (1-1). IÑIGO ALZUGARAY (37)
Celebración del Gol de Torres durante el partido de Liga Adelante entre Club Atlético Osasuna y Bilbao Athletic (1-1). IÑIGO ALZUGARAY

Enrique Martín Monreal, a quien debemos las expectativas levantadas, la ilusión generada, se ha marcado como objetivo el ascenso.  Está que lo tira… Se nos ha venido arriba. Mientras en sus tres años en Segunda en la década de los noventa nunca se marcó un objetivo público, en esta campaña ya lleva dos: el tercer puesto prenavideño, que se le puede dar como logrado, y el ascenso a final de temporada. ¿Quién da más?

A grandes rasgos, tiene a su favor el bloque formado, pero cuenta con dos serios inconvenientes: su mentalidad conservadora y, sobre todo, el juego. De la misma forma que el balón es redondo, en fútbol siempre acaba arriba quien mejor hace las tareas con él. En tal sentido, el equipo rojillo, que ha disfrutado de los puestos de privilegio lo que va de temporada, ha sido un líder con  pies de barro.

Es un hecho contrastable que Osasuna no ha destacado por su fútbol en los 18 partidos disputados. Ha estado mejor fuera, donde la propuesta siempre resulta más elemental (defensa en bloque a la espera del contragolpe) que en casa, donde el contrario siempre exige un plus para superar ese mismo planteamiento defensivo. “¿Qué es jugar bien a fútbol?” se preguntó el técnico en rueda de prensa cuando escuchó críticas.

La respuesta ya la sabe. No tiene otro secreto que explotar al máximo los recursos disponibles. Hacer bien lo que se sabe hacer. Más no se puede ni debe pedir. Menos, tampoco. La plantilla condiciona el planteamiento, pero más todavía la visión del técnico. En El Sadar, por ejemplo, es un tema recurrente la colocación de Mikel Merino, el futbolista más cualificado para repartir juego. Siempre es alineado de ‘cuarto central’. En una ocasión que le acompañó Oier Sanjurjo en el doble pivote, increíblemente éste jugó por delante. Son hechos que determinan el estilo de juego, además de cortar el desarrollo a futuro del joven canterano, su proyección.

Tampoco pasa nada por jugar con un planteamiento ultradefensivo, el habitual de Martín con cinco defensas y el pivote pegado a los tres centrales. El problema es hacerlo bien, sin desajustes, algo que ha sucedido cuando el técnico ha rizado el rizo colocando, por ejemplo, a Lotiés de lateral o armado un ‘totum revolutum’ entre los centrales’. La segunda condición para que funcione esta táctica que exige cien por ciento de concentración y disciplina, consiste en un plan B cuando vienen mal dadas.

Tras encajar un gol ya no vale seguir con ‘seis’ defensas y esperar el contragolpe con los laterales sin traspasar el centro del campo. En tal sentido, la flexibilidad, las alternativas, han tardado en llegar demasiado.  Habría una tercera condición, la forma física. El planteamiento del técnico de Campanas requiere un esfuerzo físico tremendo, sea presionando o jugando con las líneas muy juntas en ataque o defensa. ¿Aguantará el equipo esta tralla sin fundirse? Solo el tiempo guarda la respuesta válida.

Otra pregunta al aire: ¿ha dado Martín con el once ideal? No está muy claro sea por los cambios de posiciones o por la continuidad. Hay una serie de fijos (Nauzet, Unai, Miguel y Javier Flaño, Merino, Oier, Torres, Nino…), otros que pugnan con más o menos suerte por tener minutos (David García, Berenguer, Olavide, Pucko, Tano), y los que carecen de continuidad, entre quienes destacan algunos veteranos, pero sobre todo los más noveles (Aitor Buñuel, Otegui o Javi Martínez, por ese orden), sembrando la duda de por qué saltaron al campo en su día, o por qué no vuelven al Promesas si a la hora de la verdad la confianza recae en los más curtidos. Osasuna ha querido ser siempre un equipo de cantera, algo que recupera poco a poco después de los desmanes habidos. No obstante, para el futuro no queda otro remedio. Resulta obligado, y cuanto antes se apueste decididamente por ello, mejor que mejor.

Ampliar la propuesta futbolística, mejora del juego, o equilibrar las necesidades actuales a la construcción del equipo del futuro son obligaciones para llegar a buen puerto a final de temporada. Esto significaría no perder la ilusión hasta el último partido, algo posible con tres resultados mal venidos en una categoría tan igualada. ¿Y el ascenso?, ¿qué no daríamos por conseguirlo? De todas formas, terminar en un puesto de promoción ya sería un éxito.


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