• jueves, 18 de abril de 2024
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Opinión / osasuNAvarra

Arrasate se duerme en los laures

Por José Mª Esparza

Osasuna jugó a lo que quiso el Elche, lo que es peor, dejó jugar a los ilicitanos a lo que quisieron. Injustificable empate.

Partido entre Osasuna y Elche correspondiente a la jornada número 15 disputado en el estadio de El Sadar de Pamplona. MIGUEL OSÉS
Partido entre Osasuna y Elche correspondiente a la jornada número 15 disputado en el estadio de El Sadar de Pamplona. MIGUEL OSÉS

La única justificación que podría tener el lamentable empate ante el Elche es que haya sido ese partido tonto o tontísimo que por estadística toca cada temporada. Carece de una explicación lógica cómo tras adelantarse en el marcador a los seis minutos, el equipo bajó el pistón en lugar de ir a machacar a un rival entonces muerto, además de sensiblemente inferior, diez minutos después encajó Osasuna el empate de nuevo a balón parado, y no supo salir de ahí en la hora de juego restante. Calamitoso partido, insufrible. Los rojillos estuvieron desconocidos, impotentes, irregulares, sin claridad ni ideas. Y lo peor es que dieron por bueno el punto.

Sin Lucas Torró, baja obligada, Arrasate cambió el sistema. Articuló un 4-4-2 con doble pivote (Oier-Moncayola) del que también se cayó Brasanac. En la doble punta entró Ante Budimir a costa del Chimy. La salida al césped resultó trepidante de ritmo, verticalidad y eficacia. A los seis minutos llegó el premio de penalti tras un balón al palo. Espectacular. El partido pintaba goleada. El Elche parecía muerto, víctima propiciatoria para una goleada de las que en El Sadar ya no se recuerdan. Pero nada de nada. Los rojillos bajaron el pistón, se durmieron, volvieron a caer a balón parado y se les nubló la mirada. Lo peor es que el entrenador tampoco les supo dar luces.

Ante el Elche fracasó la propuesta realizada. Falló la defensa por falta de contundencia (doble fallo previo al gol en falta y córner innecesarios), y volvió a encajar a balón parado, y van… No funcionó en absoluto el centro del campo, donde los ilicitanos camparon a sus anchas. Ni se lo creían. Y tampoco cumplió expectativas la doble punta, donde Kike García tiene patente de corso. Apareció Budimir, pero apenas brilló los primeros diez minutos, a partir de ahí se perdió en el desbarajuste general. Por otra parte, el entrenador tiene piñón con Kike García, quien pareció más fundido que nunca, y no solo al final como es habitual. Su juego se agotó en poner el cuerpo. Como apenas levantó la mirada del suelo, pocos balones rentabilizó. Este partido no era para él.

Otro de los piñones del míster es la tardanza en los cambios, de nuevo el primero en el minuto 63, el de Oier por Brasanac, que ayudó a recomponer algo la medular. Nada más. La tardanza en las demás sustituciones, abortó su eficacia. El Elche se sentía muy cómodo entre las posiciones conquistadas y el partido dormido por las perdidas de tiempo. Los rojillos poco hicieron para romper el letargo. Además del cansancio físico mostrado, el comportamiento tan irregular les arruinó sus posibilidades. Ahora presiono arriba, ahora me olvido y después lo hago abajo. Un despropósito continuo.

Resulta incomprensible que este equipo se repliegue ante el Elche en lugar de ir a golearle, que en El Sadar pierda Osasuna su personalidad a los diez minutos de partido, que los ilicitanos hagan una docena de combinaciones en tierra de nadie sin que nadie vaya siquiera a molestarles, y que el entrenador rojillo se duerma en lo laureles sin apostar por un cambio de dinámica del juego. Lejos quedan aquellos cambios de tres o cuatro jugadores a la vez para cambiar conceptos y dar la vuelta al partido. Ahora los cambios llegan tarde y mal. Primero a cuentagotas, y en bloque cuando ya no queda tiempo

El empate ante el Elche nunca debió producirse. Era un “1” fijo en la quiniela. Esto es fútbol, de acuerdo, pero duele por evitable. Una hora entera jugó Osasuna con tablas en el marcador, en su feudo, sin dar la impresión de poder salir del atasco. El Sadar se heló, y no tanto por frío, que también pese a que la reforma a elevado los termómetros, como por el paupérrimo juego del equipo, incapaz de levantarle del asiento a excepción de en el gol. Pobre bagaje.


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