• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Analista político.

Debate de investidura al tran-tran

Por José Luis Heras Celemín

El mus es un juego de naipes y de envite que se juega por parejas.

En él se usa la expresión “jugar al tran tran” con la que uno de los jugadores manda o aconseja a su pareja jugar prescindiendo del envite y sin arriesgar. Por extensión, aunque aún no haya llegado al diccionario, jugar o actuar al “tran-tran” es abandonarse o dejarse llevar.

Tras el resultado de las Elecciones Generales, el juego político nacional consiste en lograr un Gobierno con el que comenzar la legislatura. Para ello se cuenta con cuatro formaciones políticas importantes (PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos) que tienen como compañeros de legislatura a otros 4 grupos parlamentarios minoritarios (ERC, DyLl, PNV y Grupo Mixto). Y ocurre que, dado el resultado electoral, para formar gobierno es necesario formar agrupaciones y ver la forma de jugar de cada uno de los jugadores.

En la actualidad, tras rehusar el grupo mayoritario (PP) formar Gobierno, después de alguna vacilación, se ha formado una “pareja de juego” entre PSOE y C’s que pretende investir presidente al líder del PSOE Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Se ha llegado así al Debate de investidura del Candidato a la Presidencia del Gobierno, que ha de realizarse según lo dispuesto en los artículos 99 de la Constitución y 85.2, 86, 170, 171 y 172 del Reglamento del Congreso de los Diputados. Según esa legislación, se ha convocado la Sesión de Pleno número 2 de la XI Legislatura con un Punto Único: Debate sobre la investidura del candidato a la Presidencia del Gobierno.

El debate comenzaba a las 16,30 de la tarde con el discurso del Candidato a presidente, y a la hora de la comida hubo ocasión de compartir conversación con el diputado Girauta, mano derecha (y a veces izquierda) de Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Los rumores de días pasados, sobre celos y desavenencias entre PSOE y C’s pasaron a noticias con unas puntualizaciones de C’s que, por una parte, fijaban al socio en los acuerdos “escritos y firmados” y, por otra, marcaban distancias con los dos otros grupos importantes: Podemos, por incompatibilidad de ideología y programas; y PP, por no intentar la investidura de su propio candidato.

Sin embargo, tras oír a Girauta, quedó patente que las puntualizaciones de Ciudadanos seguían vigentes y que los rumores de ruptura no correspondían con la realidad.

Desde esa realidad Pedro Sánchez subió a la tribuna a leer los 42 folios del discurso que se dio a la prensa y que, leído rápido, valió para comprobar algunas realidades: Se justificaba el intento de investidura en el encargo del Rey y en la voluntad de lograr un Gobierno para el cambio.

Se proclamaba y mantenía el acuerdo logrado PSOE-C’s. Se censuraba con dureza a Rajoy y a su Gobierno. Se rechazaba la posibilidad de acuerdo con el otro posible socio (Podemos) porque “no hay mayoría suficiente en este Parlamento para sumar un Gobierno de izquierdas”.

Y se maquillaba el discurso propio suprimiendo un texto escrito que había creado conflictos en una parte importante de la afiliación socialista enojada por un acuerdo que elimina el semillero de cargos que nutre la nómina de una buena parte de mandos intermedios en Diputaciones y Ayuntamientos: «…aprobaremos una nueva Ley de Financiación Local y procederemos a la creación de consejos provinciales de alcaldes en sustitución de la viejas Diputaciones».

A partir de ahí, una vez hecha la lectura rápida, era momento de ver qué decía el candidato, cómo lo decía y hasta dónde llegaban los pormenores y medidas de su Programa de Gobierno.

La puesta en escena era buena, la dicción resultaba aceptable con algunos lapsus no importantes, las construcciones no parecían demasiado rebuscadas, y se notaba una propensión a la crítica que parecía diseñada para organizar una especie de oleaje con un tercio de declamación cuidada, otro de censura furibunda y otro de trapisonda calmosa.

A la hora de estudiar el Programa de Gobierno, una vez pronunciado y releído, había que contestar dos preguntas principales: Para qué el Gobierno que se propone. Y qué propone ese Gobierno.

La primera pregunta tiene una respuesta más sencilla que definida: Se quiere un gobierno que busque Cambio y Progreso, sin precisar en qué consiste el cambio y el progreso.

La segunda pregunta merece una contestación partida:

El gobierno propone poner en marcha las medidas que sean admitidas por todos de forma inmediata. “Esto se puede poner en marcha la próxima semana”, repetiría en esas medidas comunes.

Para el resto de las cuestiones, hasta llegar a las varias decenas de propuestas (Financiación de propuestas, reforma de Ley electoral y de la Constitución, desarrollo autonómico, federación nacional en una Europa Federal, etc.,) indefinición, sugerencias y eufemismos: Comisiones de estudio. Subcomisiones. Vocación de diálogo. Momento de Negociación. Es hora de Pactos. Conversaciones. Y… algunas entelequias más.

Como parte del epílogo, tuvo una afirmación que ponía en entredicho su programa de Gobierno y el mismo acto de la investidura: «Sabemos que el resultado de la suma PSOE+Ciudadanos no es suficiente. También sabemos que el resultado de la suma PSOE+otras fuerzas a mi izquierda tampoco alcanza lo suficiente. La solución está en las manos de los diputados aquí presentes”

Después, tras afirmar «todos sabemos de antemano el resultado de la votación final de esta investidura si nos atenemos a lo escuchado estos días», citó tres objetivos conseguidos de los que dijo sentirse orgulloso: «Dejar claro ante los españoles la firme voluntad de trabajar por un cambio de la política española», «…extender la mano a todos los que compartan un objetivo común, el de alcanzar mediante el diálogo y el acuerdo un cambio de este Gobierno y un cambio en la forma de gobernar este país», y «(porque) hemos resuelto el bloqueo de la situación política a la que la falta de responsabilidad del Sr. Rajoy nos había llevado».

Todo ello, antes de una propuesta basada en tres acciones: «Saquemos a España de la situación de bloqueo en la que se encuentra. Pongamos en marcha el cambio que esperan millones de españoles. Arranquemos a la velocidad que conjuntamente decidamos. Pero avancemos»

Una propuesta que, respondida SÍ o NO, determinará «dónde está realmente cada uno»

De momento, tras el discurso de Pedro Sánchez y la puesta en práctica de la táctica de “al tran-tran” en su intento de investidura, ésta queda al albur de lo que decida el resto de la Cámara.

Pero eso será mañana. O la próxima semana.


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