• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Columnista de El País y Europa Press. Colaborador de TVG, Radio Galega y La Región.

Iglesias y el periodismo

Por José Luis Gómez

Dice una máxima del buen periodismo que los periodistas no deben -no debemos- ser noticia, pero el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se ha empeñado en conseguir lo contrario, al atacar públicamente al periodista de El Mundo Álvaro Carvajal,

que se dedica a la cobertura de la información del tercer partido español. Iglesias centró los supuestos problemas de la prensa en cómo se cubren sus actuaciones, asumiendo el papel de víctima. Se supone que como réplica intentó ridiculizar a Álvaro Carvajal, ahora objeto de la solidaridad de la profesión.

Como dice el escritor y economista José Sanclemente, ex presidente de la patronal de los editores españoles AEDE, hubiera sido más valiente que Pablo Iglesias hablase de la falta de independencia de algunos medios, porque el líder de Podemos, además de ser sensible ante las penalidades por las que pasan en los últimos años muchos profesionales del periodismo en los grandes grupos de comunicación, debería ser capaz de discernir entre los medios y los periodistas.

En realidad, Pablo Iglesias no solo es una víctima de los medios, sino que su ascenso electoral se debe en buena medida a las decisiones adoptadas por algunas empresas de comunicación. Por razones no explicadas pero que tampoco es difícil intuir, en España se ha llegado al extremo, desconocido en otros países democráticos occidentales, de que una compañía perteneciente a la derecha mediática juega con descaro con un partido supuestamente de izquierdas. Esta circunstancia, anómala en el sector de la comunicación en Occidente, tal vez se explica porque en España, a diferencia de lo que sucede en las grandes democracias, no está asentado el modelo de grandes partidos y, en paralelo, de grandes medios con tendencias ideológicas definidas pero sin líneas informativas partidarias.

En Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia o Alemania existen dos o tres grandes fuerzas políticas -por cierto ninguna de ellas populista, entre las que tienen opciones reales de gobernar- y, al mismo tiempo, están asentados grandes medios y/o grupos de comunicación, cuya independencia y tendencia está asegurada por sus lectores y/o seguidores, así como por su cuenta de explotación. Ni lo primero ni lo segundo se dan en España.

Si Pablo Iglesias quiere dar lecciones sobre el sector de la comunicación en la Universidad debería ser más profundo y menos demagógico y narcisista. Claro que hay carencias y perversiones en el sector de la comunicación en España, pero no las que él caricaturiza, por mucho que algunos le aplaudan.


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