• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Políticamente incorrecto

La comparsa del nacionalismo vasco en Pamplona

Por Jorge Valencia

Como era previsible, el alcalde de Pamplona lo ha vuelto a hacer. Nos coló de nuevo la bandera de la comunidad autónoma vecina uno de los días más importantes de nuestra ciudad.

La ikurriña es colocada en la fachada del  Ayuntamiento antes del Chupinazo de las fiestas de San Fermin en Pamplona. MAITE H MATEO
La ikurriña es colocada en la fachada del Ayuntamiento antes del Chupinazo de las fiestas de San Fermin en Pamplona. MAITE H MATEO

No son nuevos los intentos del nacionalismo vasco en Navarra por intentar aparentar una realidad paralela de una comunidad deseosa de ser integrada en esa comunidad política también ficticia llamada "Euskal Herria", para luego obviamente independizarse del Estado que la oprime y le impide ser libre.  Los sanfermines siempre han sido un manjar muy apetecible para los nacionalistas puesto que la popularidad de estas fiestas y la cobertura mediática de las mismas las convierte en un escaparate internacional para quien lo sepa rentabilizar. ¿Y quién si no lo iba aprovechar?

El día del Chupinazo que daba inicio a los Sanfermines, el alcalde Asirón colocó en el balcón del ayuntamiento la ikurriña junto a las banderas de Navarra, España y Europa. ¿Y qué pinta la bandera de la comunidad autónoma vasca en Pamplona? ¿Por qué no la de La Rioja, comunidad también vecina?

Cuando todavía la ley foral de símbolos estaba vigente, antes de que el cuatripartito se la cargara, se refugiaban en la letra pequeña pervirtiendo totalmente el sentido de ésta. Se excusaban diciendo que la ley permite colocar otras banderas distintas cuando se recibe la visita de autoridades de otras comunidades. Ahora ya sin esta ley, el acalde vio vía libre para sus objetivos propagandísticos sin necesidad de poner excusas.

Esto ocurría en el balcón municipal pero abajo entre la muchedumbre la situación también era similar a la que se produce todos los años. Todos sabemos que es imposible entrar el día 6 de Julio a la plaza del ayuntamiento con una botella, huevos u otros productos que puedan ser arrojados peligrosamente en el fragor de la batalla. Pero sí que es posible colar una pancarta de 15 metros en apoyo a presos de ETA, que será desplegada por encima de tu cabeza haciéndote partícipe involuntario de un homenaje a una banda terrorista. Te guste o no, estés de acuerdo o en contra, la proclama proetarra pasará por encima de todos los presentes. En buen momento vamos a ponernos democráticos...

Pero dejemos de quejarnos e indignarnos y vayamos al meollo de la cuestión. Es sabido, como se demuestra en cada convocatoria electoral desde hace años, que el nacionalismo vasco tiene un apoyo minoritario en Navarra. Menos del 30% de los navarros votan a partidos nacionalistas. Es decir, hay una clara mayoría de ciudadanos que apostamos por una comunidad integrada en España. En concreto Bildu, que ostenta actualmente la alcaldía de Pamplona, obtuvo en las elecciones municipales 5 concejales de los 27 que componen el consistorio, al igual que el nacionalismo "moderado" de Geroa Bai que obtuvo otros 5. Los 17 concejales restantes, que suman mayoría, se supone son partidos no nacionalistas.

Por eso nos equivocamos cuando ponemos el foco sobre el acalde. Que Asirón nos cuele la ikurriña cada vez que tenga ocasión o se niegue a impedir los homenajes en las calles a terroristas que salen de la cárcel es propio de quien todavía no ha condenado ni a ETA ni a su proyecto totalitario. Que Geroa Bai apoye a Asirón (dándole en su día la alcaldía a cambio de garantizarse el apoyo de Bildu para gobernar el Parlamento de Navarra) es propio de ese nacionalismo que siempre miró para otro lado mientras recogía las nueces.

Pero, ¿Y el resto de partidos que suman mayoría tanto en el Ayuntamiento de Pamplona como en el Parlamento de Navarra?. Si Bildu hoy gobierna el ayuntamiento de Pamplona y Geroa Bai el Parlamento de Navarra es gracias al apoyo incondicional de Podemos e Izquierda-Ezkerra en ambas instituciones.

Los que nos consideramos progresistas nos preguntamos qué es aquello tan izquierdista que han visto estos partidos en el nacionalismo más reaccionario, pero eso ya es una batalla perdida... Puede haber quien se sienta engañado o traicionado por estos partidos, sobre todo por Podemos, que surgió como una novedad alternativa a la casta y a la corrupción, y se ha convertido en el legitimador de la peor de las corrupciones: la de ETA y los enemigos de la democracia. Pero para la próxima ya no hay excusa: votar Podemos e Izquierda-Ezkerra es votar nacionalismo.


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