• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Políticamente incorrecto

Maquetos con cierto risueño coraje

Por Jorge Valencia

Escribo estas líneas nada más terminar de leer el último libro de Rosa Díez, el cual no he podido acabar sin echar alguna que otra lágrima. 

Antes de ponerme con él ya intuía, por la temática, que “Maquetos” prometía como un gran libro que iba tocar en lo más personal de Rosa y su historia familiar, de la que ya conocía unas pinceladas básicas. Lo cierto es el que el libro no defrauda en absoluto y explica tantísimas cosas de lo que a lo largo de su vida ha sido su trayectoria, siempre en defensa de la libertad, aunque aquello no siempre fuera lo más cómodo para ella o los suyos.  

Lo cierto es que un servidor nunca tuvo un especial interés en entrar en política ni una motivación ideológica especial, aunque lo diera todo después de involucrarse. Que yo decidiera dar el paso y entrar a formar parte del partido que Rosa y otros compañeros curtidos en las mismas batallas por la libertad en el País Vasco fundaron en 2007, tiene pues más que ver con los valores predemocráticos que con las ideologías. Con la defensa de la ley, de la libertad. Esos valores sobre los que ella habla en el libro y que sus padres tan bien supieron inculcarles. 

Su padre, cuenta la niña, les hablaba mucho de la guerra civil pero nunca con odio ni rencor. “Nunca quiso ganar la guerra con efectos retroactivos, solo quería que aquel horror no se repitiera nunca más. Hubiera querido volver atrás para impedirlo, no para ganar”. Es sin duda en mi opinión uno de los pasajes más interesantes desde el punto de vista político. Es el perfecto ejemplo, a través de la historia de uno de sus protagonistas (un hombre justo, como ella dice) del espíritu de la transición española, que hoy otros socialistas, estos sí llenos de odio, se quieren cargar. 

Les hablaba también de la República, no como modelo de Estado, sino como el orden constitucional entonces vigente contra el que triunfó el golpe y la necesidad de defender la ley y cambiar siempre dentro de la ley. El que los socialistas de hoy, sin embargo, prefieran aliarse con quienes han dado un golpe contra el orden constitucional vigente en Cataluña también explica muchas cosas. 

Ojalá Rosa y su familia fueran el referente moral de la izquierda hoy en día. Pero lamentablemente la izquierda “orgánica” prefiere hoy aliarse también con los nacionalistas vascos, que como bien recordaba el padre de la niña, ya traicionaron a la República en Santoña uniéndose a los fascistas italianos para intentar que Franco los aceptara. O con los herederos de los que aterrorizaban y asesinaban a los vascos no nacionalistas. ¿Qué vera la izquierda orgánica de progresista en el fondo racista del nacionalismo?

La pregunta es retórica, así que simplemente quería a través de estas líneas recomendarles encarecidamente este precioso libro que cuenta la historia familiar de una buena amiga. Personas justas que fueron considerados malos españoles por no ser franquistas y malos vascos después por no ser nacionalistas. Gente honrada que decidió dar la batalla por la libertad frente a quienes la amenazaban en lugar de desistir y mimetizarse con el paisaje para vivir cómodos. 

Por eso, para los que no tragamos con la mercancía averiada que quieren vendernos, Rosa y su familia, como tantas otras familias de españoles justos, son un gran ejemplo a seguir. Tenemos con ellos una enorme deuda, pues gracias a lo que ellos hicieron hoy podemos seguir viviendo en democracia. Y la mejor forma de saldarla es seguir defendiendo los valores por los que ellos lucharon de la misma manera que ellos lo hicieron. Con “nobleza, dignidad, constancia y cierto risueño coraje”, pues como decía Hannah Arendt “todo lo que constituye la grandeza sigue siendo lo mismos a través de los siglos”. Y de eso los maquetos algo saben. 


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Maquetos con cierto risueño coraje