• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Políticamente incorrecto

Guerra de banderas

Por Jorge Valencia

Se vuelve a recrudecer estos últimos días  la guerra de banderas en Navarra  debido a la derogación por parte del cuatripartito de la conocida como "Ley de Símbolos de Navarra".

Pleno del Palrmento de Navarra que vota la derogación de la ley de símbolos y la imposición de la ikurriña. PABLO LASAOSA (3)
Pleno del Palrmento de Navarra que vota la derogación de la ley de símbolos y la imposición de la ikurriña. PABLO LASAOSA (3)

Cabe recordar que aquella ley, aprobada en 2003 con el consenso de los principales partidos constitucionalistas (UPN, PSN y CDN), tenía como objetivo establecer con claridad los símbolos oficiales de esta comunidad ante los viejos y conocidos intentos del nacionalismo vasco de imponer la ikurriña en Navarra. Uno de los instrumentos del nacionalismo vasco en su camino hacia la incorporación de Navarra a ese proyecto separatista y excluyente que llaman Euskal Herria es la imposición de sus símbolos.

Aquella fue una buena ley que durante estos últimos años ha garantizado la presencia de los símbolos constitucionales en aquellos municipios cuyos balcones municipales carecían de ellos (no por casualidad) a la vez que ha impedido que los ayuntamientos nacionalistas impusieran la bandera de otra comunidad autónoma, en este caso la ikurriña, en instituciones navarras.

Pero el gran problema de este país es la imposibilidad de debatir racionalmente sobre cualquier tema de calado político, así que imagínense si tercian de por medio las banderas. Los símbolos de las instituciones, ya sean banderas o himnos, se prestan con gran facilidad a manipulaciones y atribuciones sentimentales. 

Basta con escuchar algunos de los "argumentos" a los que se aferran los nacionalistas. Hace algún tiempo escuché a la actual presidenta de Navarra decir que cada consistorio debe tener la libertad de colocar la bandera según "los sentimientos del municipio". Como si los pueblos o ciudades tuvieran sentimientos y no fueran éstos algo propio de cada uno de sus habitantes, que además nada tienen que ver con la política. 

Hablan también de "respeto a todas las sensibilidades y de reconocimiento a la pluralidad". Pero nadie le explica a Uxue Barkos que lo que realmente garantiza el reconocimiento de la pluralidad y el respeto a todas las sensibilidades es la Constitución Española. Y nadie le explica tampoco que el símbolo que representa esa Constitución que protege las libertad de todos y cada uno de los ciudadanos (también la de los nacionalistas) es la bandera española.

Porque las banderas no representan los sentimientos de nadie (estaríamos apañados), sino que representan la igualdad de los ciudadanos en derechos y libertades, al margen de cuales sean nuestros sentimientos.

De esta forma, con la presencia de la bandera española, ya están garantizados nuestros derechos así como la pluralidad y por tanto ya solo deben acompañarle la autonómica, en este caso la de Navarra y la europea. 

Pero lo grave del asunto no son los intentos del nacionalismo en comer terreno, sino la inacción de quienes se supone deben defenderlo de su intromisión. Por eso los partidos que se dicen constitucionalistas, tanto UPN, PSN como PP, confrontan con los nacionalistas y escenifican una guerra estúpida de banderas (incluido despliegue de banderas de Navarra en los escaños) argumentando que la mayoría de los navarros "no sienten la ikurriña".

¿No se dan cuenta quienes pretenden desmontar los "argumentos" sentimentales de los nacionalistas que es imposible hacerlo apelando a más sentimientos? Se trata de desmontar las falsedades de su discurso emocional, no de contraponer emociones de otro signo.  

Pero claro, hacer pedagogía democrática no da votos ni portadas y la clase política en este país acostumbra a ir por detrás de los acontecimientos y no liderando el discurso político. 

A Podemos e Izquierda Unida los doy por imposibles, puesto que están avalando todo el proceso de expansión nacionalista en Navarra, pero apelo a quienes aun se dicen constitucionalistas a que dejen a un lado complejos e intereses electorales y se dispongan a liderar un verdadero discurso de pedagogía democrática explicando a los ciudadanos qué significan los derechos de ciudadanía. 

De no ser así, seguiremos eternamente anclados en una estúpida guerra de banderas y confrontación de sentimientos que nada tienen que ver con los derechos de los ciudadanos. 


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