• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Políticamente incorrecto

Etxarri Aranatz y Andoain, dos cestas con manzanas podridas

Por Jorge Valencia

Hoy en día hay suficientes problemas en nuestra sociedad como para alarmarnos, pero sin duda ninguno del calibre de la apología del terrorismo.

Homenaje en Andoáin a dos de las personas que colaboraron con el asesinato de Pagaza
Homenaje en Andoáin a dos de las personas que colaboraron con el asesinato de Pagaza

Una vez escuché a Fernando Savater decir que fue minoría entre los que se opusieron al terrorismo de Estado durante la época de los GAL. Decía que mucha gente en un principio no se oponía a que mataran terroristas, pero cuando se enteraron de que habían desviado fondos reservados y que había gente que se había lucrado con el GAL, entonces produjo el rechazo absoluto de la ciudadanía.

Decía Savater que aquello decía mucho de nuestra sociedad, en la que los crímenes se pueden considerar “unos defectillos” que se pueden justificar políticamente pero el hecho de que te toquen la cartera es “intolerable”.

Suelo recordar esto siempre que compruebo atónito la pasividad general ante hechos como los recibimientos a etarras tras su salida de la cárcel, que son homenajeados como héroes o mártires de la causa vasca.  ¿Cómo es posible que la gente se indigne (o eso dice) con la corrupción o los recortes económicos -con razón-  y se calle sin embargo cuando hay apología del terrorismo?

Lo primero que hay que recalcar es que lo que está ocurriendo en tantos pueblos del País Vasco y Navarra no es un problema de los navarros o de los vascos, como tantas veces se dice o se decía en el pasado cuando todavía ETA mataba.

El terrorismo o sus tentáculos políticos pretenden acabar con la libertad y la democracia. La de todos. Y por cierto, también cabe recordar que su objetivo es el mismo sean cuales sean los métodos utilizados para alcanzarlo: ya sea matando o perdonándonos la vida a cambio de contrapartidas políticas, beneficios o impunidad de la violencia, que es su estrategia actual.

Cuando una manzana está podrida es evidente, por mucho que el moho se intente cubrir tanto por algunos importantes medios de comunicación como por una casta política compuesta, salvo honrosas excepciones, por una mezcla homogénea de corruptos, oportunistas e inútiles.

Basten dos ejemplos para ilustrar la situación. Dos fines de semana después de que se celebrara en Andoain el homenaje a Joseba Pagazaurtundua, tras 15 años desde su asesinato a manos de ETA, tenía lugar en el mismo pueblo un homenaje-recibimiento a los dos chivatos que pasaron la información para matarlo. ¿Cabe ignominia mayor?

Esta afrenta es solo comparable, por ejemplo, al hecho de que el ayuntamiento de Etxarri Aranatz  elabore un “mapa del sufrimiento” en el que el ex alcalde de esta localidad, Jesús Ulayar, comparte la condición de víctima con su asesino, vecino del mismo pueblo.

A estos dos ejemplos se le unen muchos otros homenajes y actos de enaltecimiento del terrorismo que han venido ocurriendo con la misma impunidad, así como múltiples intentos de blanqueo de la historia.

El hecho de que haya personas que se dediquen a festejar las hazañas de un terrorista es despreciable, pero no debe sorprendernos, pues sabemos que en este mundo siempre habrá gente dispuesta a hacerlo, lo mismo que siempre hay gente dispuesta a cometer otros delitos. Lo preocupante es que estos recibimientos no se prohíban y se permita por parte del gobierno y las instituciones democráticas la apología del terrorismo con total impunidad y el atronador silencio la ciudadanía.

Porque no es libertad de expresión, ni expresión de alegría o júbilo como ya he leído en varias ocasiones, sino el homenaje a un terrorista por hacer lo que hizo, que para ellos será “liberar al pueblo vasco de las garras opresoras”, pero para los demócratas es un delito que debe ser penado y por supuesto nunca ensalzado.

Si en un futuro queremos tener una sociedad decente que se respete a sí misma y en el que el totalitarismo no encuentre ni un centímetro cuadrado de tierra abonada para sembrar su semilla, tendremos que acabar con esto. Y que nadie crea que podremos acabar con la corrupción u otros problemas sin afrontar este primero, porque si somos capaces de tragar esto, tragaremos lo que nos echen. Así que o sacamos las manzanas podridas, o acabaremos tirando la cesta entera.


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Etxarri Aranatz y Andoain, dos cestas con manzanas podridas