• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Tribuna

Tras el pacto UPN, PP: fuera monsergas

Por Javier Marcotegui

Es una buena noticia que UPN y PP hayan decidido concurrir en coalición a las próximas elecciones nacionales del 28 de abril y a las forales y municipales del 26 de mayo.

Javier Esparza que UPN irá con el PP a las elecciones. PABLO LASAOSA 3
Javier Esparza, junto a Óscar Arizcuren y Enrique Maya, anuncia que UPN irá con el PP a las elecciones. PABLO LASAOSA

Demuestran con ello sentido político al trascender los intereses particulares de sus respectivos partidos. Responden a los intereses de un número muy significativo de ciudadanos navarros cuyo espacio ideológico es centrista, moderado y conservador, los que huyen de las monsergas políticas de que hacen gala los partidos en sus enfrentamientos dialécticos. Contestan con criterio a los que no comprenden la lógica discursiva de los políticos y que sienten la lejanía de la actividad política habitual con sus problemas y preocupaciones diarias. Replican con responsabilidad a los que perciben la angustia de la orfandad política que les impide identificar el partido y el líder a los que deben fiar sus intereses. Comprenden que por encima de su organización, estructura y líderes, sobrevuelan las esperanzas ciudadanas.

Dejémonos de monsergas. En estas elecciones nos jugamos algo más que el número de escaños de un partido, que la identidad de los líderes llamados a la representación política. Apostamos algo más que el peso social de los partidos. Aventuramos, en el caso de las elecciones generales, la estabilidad política que aporta la garantía de la soberanía nacional y la unidad de la Nación española. Ambas están amenazadas por nacionalismos desleales con la CE y por fuerzas secesionistas irresponsables. En el caso de las regionales, sobre el tablero está la persistencia de Navarra como personalidad jurídico-política diferenciada. Para ganar la partida, es preciso recluir en sus cuarteles de invierno a los nacionalistas de derechas, a los que no condenan el terrorismo de ETA, a los secesionistas recalcitrantes, populistas y comunistas añorantes del pasado.

No son simples elucubraciones sin sentido. No olvidemos en ambos casos los precedentes sufridos. En el Estado, el chantaje secesionista a un Gobierno débil atrapado en las redes de su ambición política. En Navarra, el gobierno nacionalista durante cuatro años que no se ha sentido incómodo con que sean diputados nacionalistas del País Vasco los que han comprometido las transferencias de tráfico con el Gobierno; que se ha opuesto al TAV y al canal de Navarra, como se opusieron algunos de sus miembros y parlamentarios al pantano de Itoiz y la autovía del Norte impulsores del desarrollo de Navarra, que arruina al PAI porque compite con el modelo D, que procura que hasta el jardinero municipal conozca el vascuence, lengua con la que debe hablar a las flores en los alcorques. Podríamos continuar.

Falta, no obstante, otro participante político en este ámbito de centro conservador. Me refiero a Cs. Es cierto que algunas de sus declaraciones pretéritas podrían resultar incompatibles con la coalición que festejamos. Así, su deseo de eliminar el Convenio Económico como relación bilateral de Navarra-Estado. En todo caso, esta cuestión y alguna otra, es de rango inferior de la que trae causa: la existencia de Navarra como sujeto político diferenciado. Todas deberían quedar, al menos en estos delicados momentos, aparcadas para encontrar un punto de encuentro y colaboración necesario sin perder de vista los efectos colaterales que produce la ley D´Hont aplicada para adjudicar escaños. A su lado hay una trituradora de votos. En las últimas elecciones, por el sumidero se fueron 20.343 en las generales, y 9.993 en las regionales.

Sobre el PSN, cuarto concurrente, partidario de aplicar, en la delicada situación política que se avecina, el vacuo argumento de que viene “la derecha de Colón” y el de utilizar al gusto cordones sanitarios, recae una especial responsabilidad. Su actitud me recuerda a los conejos de la fábula de Tomás de Iriarte que discutían si eran galgos o podencos y al soldado castigado que afirmaba: “ahora para que se joda el sargento no como rancho”. Lo perverso es que los navarros seríamos los arrollados por los canes y los sometidos a dieta, no el PSN.


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