• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Tribuna

Doce son más que once

Por Javier Marcotegui

Ramón Alzórriz, María Chivite y Unai Hualde, momentos antes de la reunión en el Parlamento. PABLO LASAOSA
Ramón Alzórriz, María Chivite y Unai Hualde, momentos antes de la reunión en el Parlamento. PABLO LASAOSA

Supongamos por un momento, y solo por un momento, que el PSN consigue convencer a los comunistas de IU, a los demagogos de Podemos y a los nacionalistas de Geroa Bai, y con ellos a sus doce parlamentarios, y alcanzar, junto con sus once, los veintitrés a los que aspira.

Con todos ellos, matemáticamente, como ahora se dice, consigue superar los veinte parlamentarios de Navarra Suma que, sin duda, se le opondrán por la indubitada desconfianza que le suscitan los programas políticos de aquellos, en especial en lo referente a Navarra, su supervivencia como sujeto con personalidad política propia y por las relaciones con el Gobierno Español y la Constitución que lo ordena.

Supongamos también por un momento, y solo por un momento, que el PSN consigue tácita (abstención activa) o expresamente (apoyo manifiesto), el aval de los secesionistas de Bildu, grupo que todavía no ha condenado los atentados terroristas de ETA.

Supongamos, por último, a María Chivite, líder del PSN, en la cabecera de la mesa del Gobierno con los doce parlamentarios sentados a su alrededor. Ya han pasado las promesas electorales, los discursos eufóricos de la noche electoral y, sobre todo, la fascinación postelectoral con el cordón sanitario hacia Navarra Suma.

En su lugar, sobre la mesa, le miran expectantes todos los asuntos que son de interés de los navarros: políticas identitarias, ley de símbolos, política lingüística general y en la administración; definición de la plantilla orgánica y, en especial, la determinación de los perfiles lingüísticos y la valoración del conocimiento del vascuence para el acceso a la función pública; planes de gestión y control del gasto, política fiscal y devolución del IRPF a las madres; TAV y canal de Navarra, plan de empleo y desarrollo económico, plan de recuperación y mantenimiento de vías secundarias, mapa local; PAI y modelo educativo D en la zona no vascófona como opciones educativas, programa SKOLAE, disminución de la interinidad en el Sistema Navarro de Salud, políticas demográficas y de integración social; transferencias de tráfico y presencia de la Guardia Civil en Navarra.

De un modo especial le miran agazapados, apenas disimulados por la cortina de “Navarra no se toca”, los planes de integración de Navarra en la Comunidad del País Vasco y los mecanismos de colaboración con el Estado y la actitud de lealtad constitucional.

Bruscamente, la líder se da cuenta de que los doce invitados a la mesa de Gobierno son más que los once fieles con los que cuenta. Anuncia un receso y se acerca a uno de los balcones del salón de sesiones. Abajo, en la calle, a su izquierda ve los siete parlamentarios de Bildu con cara enfurruñada y sed de gobierno. A la derecha, preocupados pero sonrientes, los veinte de Navarra Suma que mantienen visible a su espalda su programa electoral para el gobierno de Navarra y el elenco de posiciones comunes que han mantenido con el PSN en la oposición al Gobierno tripartito fracasado en las elecciones pasadas.

De nuevo el dilema que no ha llegado a desaparecer de los fantasiosos proyectos de María Chivite: azules o rojos, con los nacionalistas o con los constitucionalistas defensores del Amejoramiento. Su jefe político de la calle Ferraz está pidiendo con insistencia el apoyo de Ciudadanos y del PP. Aparentemente, no quiere caer en la trampa de Podemos en el Gobierno y trata de huir de quedar a merced de los secesionistas de ERC, JpC y Bildu. A ella le asalta una gran ansiedad, una desazón. Empieza a ver en la lejanía la presidencia de un gobierno muy débil, la inestabilidad, la ingobernabilidad, la dependencia de los doce más siete que le han aupado, de modo legítimo sí, pero contra natura.

Empieza a intuir que quizá los problemas que ha dejado sobre la mesa, y otros muchos que permanecen bajo ella, requieran la colaboración leal del PSN con Navarra Suma, como lo hicieron en los pasados gobiernos de 1987, 1991, 1996 y 1999, que situaron a Navarra en los lugares primeros del ranking español de desarrollo social y económico. En algunos aspectos, en la cabecera de las regiones europeas. Esperemos que esto no sea una suposición momentánea.


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Doce son más que once