• martes, 23 de abril de 2024
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Opinión / Javier Izu es periodista en RNE en Navarra.

Punto y seguido

Por Javier Izu

Acaba la campaña electoral; “la madre de las campañas”;  la más importante de la historia de la democracia; la más mediática y plural; la más abierta e incierta de cara a unas elecciones generales; la del supuesto fin del bipartidismo; la de … saturar a todo bicho viviente.

Partiendo que la relevancia de estos comicios es tan trascendental como cualquiera de los anteriores, o los que vendrán en el futuro, es cierto que hay mucho en juego, pero no más ni menos que hace unos años. Es por ello que algunos admitamos sin vergüenza alguna, un grado elevado de saturación de información política.

De promesas que luego se las lleva el viento. De falta de cortesía y elegancia, personal y política. De demasiadas descalificaciones (e incluso rozando el insulto)de unos a otros. Me gustaría haber escuchado más vender el producto propio, que desacreditar el ajeno. Pero esto es ley de campaña electoral. Eso no cambia, pasen los años que pasen.

¿Y el ciudadano de calle, qué piensa de todo esto? … ¿Funcionará la militancia en el voto?. ¿La fidelidad del votante será primordial?. Como reconocía el otro día en una entrevista reciente que mantuve con Jordi Rodríguez Virgili, profesor de comunicación política de la Universidad  de Navarra, la cuestión ahora ya no es si votamos a izquierda o derecha. O si en el centro, en ese hipotético 5 de una escala de 10 situamos a Ciudadanos o a ninguno. O si los “populismos” tienen más peligro que un mono con pistolas (que nadie se ofenda, por favor, no tengo nada contra ninguno).

El debate en la calle ahora también se circunscribe en votar entre lo “viejo” y lo “nuevo”. Las siglas tradicionales, las que muchos no dudan en señalar como gastadas, o las emergentes. Yo no hablamos sólo de caras nuevas o candidatos nuevos, sino de siglas e ideas diferentes. De no alternar un bipartidismo sí por que sí, favorecido también en parte por la controvertida Ley D’Hont.

Digo yo, ¿no sería más fácil votar todos en lista única para todo el país, si lo que se quiere es buscar representantes para Congreso y Senado?. ¿Por qué hay que hacerlo por circunscripciones y por porcentajes poblacionales?.  Como ejemplo -que seguro muchos no conocen- es el valor que tiene un voto a una formación que no obtendrá porcentaje suficiente en Navarra para acceder a uno de los cinco escaños en el Congreso. Lo digo porque conozco a gente que abiertamente afirman que votarían a  “X”, pero que ahora no lo harán ya que –al parecer y según las encuestas- no tiene opción de alcanzar un diputado en la comunidad foral … “para eso, votamos a alguno que sí puede obtenerlo” … Esta reflexión, que es válida más allá de la coherencia que quiera aportarle cada uno,  nos recuerda que el sistema no es del todo perfecto, ¿o si?

Casi todo en esta vida tiene su parte buena y mala, la perfección es una quimera, pero todo lo que sea acercarse a ella sería lo aconsejable. También en lo electoral se puede evolucionar …  la cuestión es si a gusto de todos.


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