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Opinión / A mí no me líe

¿Por qué 'La Manada' le robó el móvil?

Por Javier Ancín

Hoy tocaba escribir de cosas serias.  Cosas que me cabrean e indignan de verdad. Cosas repugnantes, inhumanas, de manadas y fiemo.

Comienza la segunda semana del juicio contra cinco acusados por la violación de una joven madrileña de 18 años durante los Sanfermines de 2016 (09). IÑIGO ALZUGARAY
Los cinco acusados por la violación de una joven madrileña de 18 años durante los Sanfermines de 2016 llegan a la Audiencia de Navarra. IÑIGO ALZUGARAY

Me acordé esta semana de un conocido que tuve que era una persona extraordinaria, atento, risueño, amable, siempre preocupado por todos, aparentemente feliz hasta que un día, para sorpresa de los que le tratamos, se suicidó tirándose por la ventana.

Tiempo después nos enteramos, porque lo dejó escrito, el terrible infierno en el que vivía. Nadie nos dimos cuenta. Me culpo muchas veces de no haberlo advertido. Si lo hubiera seguido un detective habría concluido que llevaba una vida plena y un juez en Pamplona lo habría aceptado como prueba en un juicio como si fuera importante ese hecho para un delito concreto, por ejemplo, el de que le hubieran robado la cartera. ¿No es suficiente con estar jodido sino que hay que exteriorizarlo? ¿Y si no estás jodido, el delito no ha ocurrido?

Pero no quiero hablar de eso, ni de por qué cojones si dices que has tenido una relación consentida de cinco cabestros con una chica, cuando terminas de dar asco a la raza humana le robas el móvil. ¿Por qué la querías incomunicar? No conozco a nadie que habiendo mantenido una relación sexual consentida con una persona le robe el móvil para que no pueda comunicarse con nadie, dejándola desamparada en una ciudad que no es la suya, permitiéndoles a ellos dejar la zona con más calma.

No quiero escribir de eso, de la repugnancia que me produce todo lo que rodea a esa panda de cafres. Serán inocentes o culpables, que lo decida la justicia, pero cinco tíos contra una tía borracha en un portal, imaginármelo, me produce arcadas. A mí el sexo no me asusta en ninguna de sus opciones, variantes o número de implicados, pero eso no es sexo, es una animalada.

Consentido o no es una cosificación tan absoluta de la mujer que me repugna. Una relación sexual entre adultos no termina con la implicada llorando sola en un banco de la calle. Una relación sexual entre adultos, me da igual entre cuantos, no se parece a lo que ocurrió en aquellos Sanfermines en aquel portal. Las orgias, las relaciones de abuso y poder consentido estilo sado-masoquistas, por ejemplo, se hablan mucho, con tiempo, y se pactan antes de pasar a la realidad, y sobre todo, no se improvisan jamas.

No quiero escribir de ello y no lo haré. Aquí hemos venido a echar unas risas. Acabo de salir de un tanatorio y necesito frivolidad. Es divertido escribir, pensaba de camino al reino de los vivos, porque te pone en contacto con las contradicciones. Las tuyas, porque yo en realidad, aunque de lo que me gustaría escribir siempre es de música, termino enredándome con el monotema. Y las contradicciones de los demás, las de esos que llevan un hashtag de #JesuisCharlie, creyéndose muy buenas personas, muy tolerantes, hasta que les tocas su religión patriótica-idiomática.

Cuando esto ocurre, si tuvieran un AK-47 a mano, ni #JesuisCharlie, ni discursos de paz en el mundo, ni hostias, ahí date por jodido porque te ponían mirando a Arrigorriara con una balacera, como dicen los mexicas, de órdago a grande. Ah, la vida... siempre cabalgando contradicciones nos pegamos. Ah, la vida, qué cosa más inexplicable es. ¿Qué es la vida?

La vida quizás es eso que pasa mientras un aberchándal que en el 2017 le gusta U2, ese cuarteto irlandés liderado por la tía Enriqueta, te llama hortera unas veces y casposo otras.

A ver, que no digo yo que U2 tuvo un presente glorioso, allá por el milenio pasado, incluso yo sostuve agrias discusiones -el amargor de la cerveza en la boca siempre- sobre si el mejor disco de los 90 fue Achtung Baby, como sostenía yo, o el Ok Computer de Radiohead, como sostenían otros, pero que hoy, ahora, alguien pueda alardear de ser seguidor de ese grupo sí que es echarle huevos a la vida. Muchos. Bendito sea Dios... 2017... U2.

Ante esas modernidades musicales, el resto de pensamiento, el identitario aberchándal decimonónico incluido, se explica solo. Hay gente que nace viviendo en el pasado. Hay jóvenes que a lo único que aspiran es a llegar a la edad carca que representan y desde la que escriben. No hay otra explicación. Lo que está claro es que somos de degeneraciones diferentes.

Por cierto, hoy pienso que el Ok Computer es mejor disco, aunque solo sea por llevar la contraria. Este que escribe hace mucho tiempo que rompió con todo lo sagrado, becerros de oro incluidos,  discos preferidos inmutables en el tiempo. Y a ver si alguien se saca un gintonic, joder, que ya es fin de semana y esto es una sosez que apabulla. Y eso es todo.


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