• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Txibite impone nuevas restricciones

Por Javier Ancín

El covid, así dicho, o la pandemia, ya solo significan dar normalidad a la anormalidad.

Varias personas sentadas en un bar en los ultimos dia del verano de 2021 durante la crisis del coronavirus en la Comunidad Foral. MIGUEL OSÉS
Varias personas sentadas en un bar en la Comunidad foral. MIGUEL OSÉS

Volvemos a la normalidad. Tampoco sabemos a cuál, ya era norma no hacer nada normal y ahora nos pone Txibite otras normas, que las llama fin de las restricciones cuando en realidad lo que hace es cambiarla por otras.

Desde que Sánchez es Sánchez las palabras en su partido han perdido la inocencia y hasta el significado, haciéndoles decir lo que no dicen y diciendo lo que les da la gana. Fin de las restricciones, decía, y te restringen, pero de otra manera, que si toda la vida hemos podido estar de pie en una barra de bar, comiendo en soledad un frito de gamba y una cerveza, ahora únicamente se podrá volver a ese lugar si tienes una banqueta donde sentarse. ¿Por qué?, preguntas... y por qué no, te respondería si alguna vez te respondiera. El covid, ya sabes.

El otro día fui a comerme un frito y una caña y cuando pedí permiso para ponerme en un rincón, una especie de repisa allí perdida, me dijeron que no estaban seguros de si aquella zona era una barra o no y preferían que no me quedara, por si aparecía un munipa y les multaba. El covid, me dijo el camarero, mientras se encogía de hombros y abría mucho los ojos, como diciendo, qué quieres que te diga que no sepas.

El covid, así dicho, o la pandemia, ya solo significan dar normalidad a la anormalidad. Esas dos palabras son más un chico, compréndelo, yo no puedo hacer nada, aquí cambian de normas a cada segundo, sin criterio científico, únicamente político, y solo nos queda acatar sin rechistar, que algo con algún sentido lógico.

Inicio de nuevas restricciones podían haberlo llamado, pero eso vende menos, que es de lo que se trata en política: vender, venderse, para comprar, comprarte con votos, se supone, hasta que es con dinero y todo se complica... simplificándose.

Palabras que no dicen nada, que cantaban los Piratas en los años 90. Palabras que como lágrimas en la lluvia se irán, se perderán, se irán, se perderán... se irán, sin decir nada.

Con el PSOE hemos pasado a una velocidad endiablada de no saber nombrar las cosas y señalarlas con el dedo, como decía Garcia Márquez que hacían en su obra Cien años de soledad, “El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para nombrarlas había que señalarlas con el dedo", a conseguir que una palabra diga lo contrario de lo que siempre había designado.

Como en 1984, donde Orwell diseña el entramado político perfecto, dotando al estado distópico que crea de la institución definitiva, el Ministerio de la Verdad, que básicamente a lo que se dedicaba es a la mentira: "El Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra, el Ministerio de la Verdad de las mentiras, el Ministerio de Amor con la tortura y el Ministerio de Abundancia con la inanición. Estas contradicciones no son accidentales, ni resultan de la hipocresía ordinaria: son ejercicios deliberados del doblepensamiento".

Doblepensamiento... curioso concepto que se inventó también Orwell para esa nueva forma de hacer política. "Se trata un proceso de adoctrinamiento por el cual se espera que el sujeto acepte como verdadero lo que es claramente falso, o que acepte simultáneamente dos ideas mutuamente contradictorias como correctas, a menudo en contradicción con sus propios recuerdos o sentido de la realidad".

¿Les suena? Sanchismo puro... y su hijo navarro, el txibitismo, también llamado coronalzorrismo. Y eso es todo.


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