• martes, 23 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

En la Rochapea yo voy con los policías

Por Javier Ancín

El autor opina sobre los disturbios provocados por jóvenes abertzales en el desalojo del gaztetxe que ocupaba ilegalmente una nave en la Rochapea.

Disturbios durante el desalojo del Gaztetxe de la Rochapea. PABLO LASAOSA
Disturbios durante el desalojo del Gaztetxe de la Rochapea. PABLO LASAOSA

Pasé con el coche por la Rochapea, despistado, al anochecer y me topé en una de sus calles con las furgonetas de la policía y los antidisturbios desplegados con sus cascos y escudos. ¿Coño, y esto?

Ya ni recordaba el vídeo con le que nos habíamos estado descojonando en tuiter, por la mañana, a cuenta del desalojo de una nave industrial ocupada ilegalmente. Una horda de aberchándales corriendo como pollos sin cabeza en lo que parecía una recreación trucha de los sanfermines: vuelven los encierros a Irroña. Y así echamos la mañana, entre risas, viendo tomar una imaginaria curva de la Estafeta a la manada de cabestros etarrillas conducidos sin apenas uso de la vara por los pastores de la policía nacional. Solo nos faltó a alguno imitando la voz de Solano para retransmitir la jugada. Yo qué sé. El etarrilla vestido de negro zaino bragado meano derrota con sus cuernos contra el vallado pero el nacional Chichipampán, tirando de muñeca experta, lo encauza magistralmente para que no se de la vuelta y continúe su recorrido hasta los corrales de la plaza. De eso pelo, vamos.

En fin, decía que conducía al caer la tarde por la Rochapea y al ver aquel despliegue del estado de derecho que huele a civilización, pensé en esos célebres versos de Pasolini a propósito de unas revueltas estudiantiles en la Italia de 1968: Cuando ayer en Valle Giulia os liasteis a mamporros con los policías, ¡yo simpatizaba con los policías!

Pier Paolo Pasolini cineasta, poeta, intelectual, comunista hasta que lo expulsaron del Partido ídem por homosexual, lo tenía claro. En este tipo enfrentamientos los cúrrelas son los policías y en este caso los aberchándales, los pijos niños de papá.

Yo pensé lo mismo al ver el cuadro por la ventanilla. Estos pobres funcionarios ahora van a tener que estar toda la noche de guardia por las calles porque estos despreocupados niños de papá no han querido cumplir una resolución judicial que les instaba a desalojar un local que no era suyo. Van a intentar agredirles y a destrozarlo todo porque se creen con el derecho a que la sociedad les de un espacio para sus mierdas. Pues muy bien.

Ahí había muchos aberchándales, ¿no sería mejor entre todos poner 20 euros al mes y alquilarse un local, como las decenas de sociedades gastronómicas de las que en Pamplona somos muchísimos socios, y tener un garito para sus movidas, como los demás lo tenemos para cocinarnos un cordero al chilindrón con los colegas?

No, claro, es mejor que te den. Y gratis, es decir, que lo pague otro, que lo sostenga otro, que se responsabilice de ello otro. Dame, a la sopa boba, lo de siempre con esta juventud euskopija que piensa que nada cuesta, acostumbrados al mucho derecho y poca obligación.

Ahora los periodistas de todo el mundo (incluidos

los de las televisiones)

os lamen –todavía, creo, se dice así en la jerga

universitaria— el culo. Yo no, queridos.

Tenéis cara de hijos de papá.

Os odio como odio a vuestros papás.

Que la buena casta no engaña.

Tenéis la misma mirada maligna.

Sois miedosos e irresolutos y estáis desesperados

(¡magnífico!), pero también sabéis cómo ser

prepotentes, chantajistas, seguros y desafiantes.

Y eso es todo.


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