• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Por qué nos gusta tanto el fútbol: el caso del CD Amigó

Por Javier Ancín

Nos gusta el fútbol porque no hace falta ser una final de Champions para conseguir que tu partido sea el más importante de la historia, el más trascendente, el que más pasión levante.

Entrenamiento del CD Amigó, que jugará la eliminatoria previa de la Copa del Rey frente al CD Fuentes de la localidad aragonesa de Fuentes de Ebro. IÑIGO ALZUGARAY
Entrenamiento del CD Amigó, que jugará la eliminatoria previa de la Copa del Rey frente al CD Fuentes de la localidad aragonesa de Fuentes de Ebro. IÑIGO ALZUGARAY

El fútbol nos gusta porque tiene más capas que una cebolla. Es, más que un libro, una una biblioteca en la que cada uno lee lo que quiere. Te puedes quedar en la cubierta externa, centrándote solo en el divertimento del juego, los goles, los regates, los pases... o puedes descender por sus hojas buscando enseñanzas o explicaciones que te ayudarán a comprender incluso el mundo, la vida. El terreno de juego es un espacio y un tiempo finito que acoge un universo inabarcable porque no se termina nunca, es para siempre.

Un campo de fútbol es el escenario perfecto más que para reproducir la vida, para vivirla, a secas. No hay trampa, no es una impostura, no es un teatro donde los actores interpretan papeles escritos que no son ellos. Un jugador de fútbol es él, siempre. No se disfraza de otro para pasar de correr por la banda a distribuir juego en el centro del campo. Cada personalidad tiene su parcela y pocos son polivalentes. Es extraño el defensa que puede convertirse con un chasquido de dedos en delantero o el media punta que puede reciclarse en portero. Un equipo de fútbol es una representación de una familia, cada cuál con sus características que lo hacen único, con sus fortalezas y con sus debilidades: hay ingenieros y panaderos, basureros y pintores, artistas y oficinistas, amos de casa y cocineros, directores y ejecutivos , visionarios profetas y realistas descreídos. Hay lo que quieras que haya. Lo importante es que cada uno sea importante. Lo importante es que cada uno es importante.

Nos gusta tanto el fútbol porque lo que vemos es lo que vivimos, lo que somos cada uno como individuo. Para ser futbolista solo hace falta eso, serlo. No hay más. Un balón y dos porterías, todas valen, desde las que se construyen con cuatro jerséis a las más sofisticadas de los estadios profesionales, con redes y cámaras y sensores. Lo demás es secundario.

Para jugar a fútbol no hace falta ser el mejor, esa es su grandeza. Si solo jugaran los mejores no podría existir el planeta fútbol. Si solo jugara el mejor no habría ni equipos, no habría rivales, no habría partidos, no habría ligas, no habría descensos ni ascensos y no habría pachangas de amigos, solteros contra casados, melenudos contra calvos. ¿Y qué es ser el mejor? El mejor es el que consigue que sean mejores los que le rodean. El mejor es el que consigue que todos los del equipo den su máximo. El mejor es el que logra que su equipo sea mejor porque todos los engranajes, del más insignificante al más sofisticado, se muevan al compás, al ritmo preciso que consigue que todo fluya, se deslice, sin sobresaltos, sin trompicones. Seres individuales que se unen libremente en un proyecto con un objetivo común.

Nos gusta el fútbol porque no hace falta ser una final de Champions para conseguir que tu partido sea el más importante de la historia, el más trascendente, el que más pasión levante, el que más emoción transmita, el mejor de todos los partidos posibles. El partido del siglo.

Como el que esta tarde a las 19:30 juega un equipo de colegio, el CD Amigó, en la fase previa de la Copa del Rey. Si consiguen pasar la eliminatoria, obtendrán el premio superlativo de jugar contra un equipo de Primera división... y yo estoy nervioso por ellos como si el mío se estuviera jugando la liga en el último partido del campeonato.

Pase lo que pase habrá merecido la pena, por eso nos gusta tanto el fútbol, porque es un poco como la vida, donde no es tan importante triunfar, aunque lo sea, tampoco hay que engañarse, como tener el privilegio de disputarla, de ser felices ya solo estando ahí, oyendo el pitido inicial. Vamos, equipo. Mucha suerte, CD Amigó. Y eso es todo.


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