• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Prohibamos la bici como transporte urbano en Pamplona

Por Javier Ancín

La bici como vehículo es un capricho egoísta que no aporta nada al desplazamiento de personas con respecto al coche, al trasporte público o al simple caminar.

Nuevo carril bici en la zona de Antoniutti, Avenida Bayona. MIGUEL OSÉS

Empezare por la conclusión. Hay que prohibir las bicis en Pamplona como medio de trasporte antes de que sea demasiado tarde y nos coma ese enjambre de hierros.

¿Qué aporta, es decir, en qué mejora el actual panorama de transporte urbano un sistema individual como es la bici al conjunto de la sociedad? En nada.

Hace unas semanas me topé en tuiter con la secta del carril bici, de una virulencia que acojona, por cierto, parecían tunos rabiosos. Me llegaron a tumbar en manada la cuenta por un vídeo que hice, más por descojonarme con mis seguidores caricaturizando el poco uso que se da en Pamplona al carril bici, prácticamente vacío siempre, que por aportar nada al debate, que por aquel entonces me la pelaba porque no me había parado a pensar sobre la bici como medio de transporte pamplonés. Hay cosas que la asumimos como buenas o verdaderas simplemente como inercia, hasta que un día por lo que sea, como hoy, te sientas a analizarlas y llegas a conclusiones sorprendentes.

La bici como vehículo es un capricho egoísta que no aporta nada al desplazamiento de personas con respecto al coche, al trasporte público o al simple caminar, se llenan las aceras de hierros encadenados, cuando no de usuarios insolidarios, y son muy peligrosas para los peatones porque comparten más espacios con ellos que cualquier otro vehículo.

¿Por qué fomentar entonces la bici? Por ecologismo, se escudan como argumento principal sus usuarios, pero más ecológico es usar patines, por ejemplo. ¿Por qué entonces no fomentar el uso de patines que transportan a una única persona también y su impacto en volumen es infinitamente menor para la sociedad? Pues porque el ecologismo es solo una excusa que utiliza esa secta para lograr que su capricho, la bici, sea asumido por todos como el mejor medio de transporte para una ciudad.

Un coche desplaza hasta 5 personas y decenas de kilos de carga que a su vez también puede almacenar. Un coche, llegado el caso puede ser hasta un refugio. El trasporte público mueve a una gran cantidad de personas a distancia más lejana con un único elemento como es la villavesa de la que puede alcanzar un peatón, este sí, el medio más respetuoso con el medio ambiente, salvo que se haya puesto de pochas hasta el culo en la comida. La bici no mejora nada el conjunto que forman esos tres modos tradicionales de desplazarse por Pamplona, salvo llenarla egoístamente de hierros. Demasiado bulto para tener un uso exclusivamente individual.

Dejando a un lado el coche, que es imbatible porque, como ya he señalado sus bondades van más allá del mero transporte, entre el peatón y la Villavesa no hay nada que justifique desde el punto de vista estrictamente de la movilidad que llenemos Pamplona de bicis. Una ciudad plagada de bicis es un infierno angustioso para los peatones, los grandes olvidados de esta historia. Todos hemos estado en Amsterdam y sabemos la prepotencia de ese medio de transporte cuando tiene que convivir con un peatón. Evitémoslo ahora que aún estamos a tiempo.

Pero pasemos de las musas al teatro, dejemos la teoría y bajemos a la práctica. Cuando salgo a correr, después de unos 7 kilómetros, para poner en contexto el asunto del cansancio, subo la cuesta de Beloso a un ritmo cochinero de 5’45”, unos 11 km/h. Pues bien, no es raro adelantar a gente que va empujando su cachivache de dos ruedas e incluso a otros que van sobre la bici, haciendo unas eses entre espasmos respiratorio tan grandes e imprevisibles para intentar mantener el equilibrio, que siempre acaban casi en atropello cuando los intentas superar.

La bici en Pamplona va a ser un fracaso siempre por esto. Demasiado cerca no la coges, demasiado lejos, tampoco, y en esos pocos kilómetros que los ciclistas ideológicos creen que pudiera funcionar la bici como trasporte, en Pamplona, siempre hay una cuesta cojonuda en tu trayecto que hace que la mayoría tenga que subirla andando.

Es decir, no gastemos un pastizal para hacer un carril bici Chantrea-Labrit en Pamplona para que la inmensa mayoría esa cuesta exigente la suba empujando la bici, por favor, dejemos el asunto como está. Puestos a usar la misma demagogia que el ciclista ideológico, gastémonos ese dinero en algo más útil, yo qué sé, en contratar un médico más para el Servicio Navarro de salud o a un nuevo profesor para las aulas de la educación pública, por ejemplo. Y eso es todo.


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Prohibamos la bici como transporte urbano en Pamplona