• miércoles, 17 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

El progreso de la izquierda es vivir en un infierno

Por Javier Ancín

¿Y contra esto qué propone el gobierno de socialistas y nacionalistas? Pues la receta de siempre, la que nos ha llevado hasta aquí: cobrarte impuestos ya a lo loco, que el estado está batiendo récords de hacer caja, nunca se había recaudado tanto en la historia.

Los que no tenemos más oficio que el de amo de casa, ni más ocupación diaria que la de ir al súper para hacer los recadicos, sabemos que no es que la cesta de la compra haya subido el último año, es que está disparada a unos niveles demenciales.

Como nuestro ritmo no es el del mundo, los amos de casa podemos, mientras se cuecen las lentejas (siempre en puchero, nunca en olla), ir comparando los tickets acumulados durante años en la aplicación del hiper, para ser conscientes de la magnitud del desastre.

Algunos productos como la leche han subido en un solo año un 30%. Del aceite de oliva ni hablamos que en dos años se ha prácticamente duplicado el precio. De los productos frescos para qué comentar, si un puñado de tomates sinsorgas, por decirte algo, los pagas hoy a precio de caviar de beluga. Cuando era pequeño mi tío abuelo de vez en cuando se compraba angulas en la pescadería que compartía conmigo. No las he vuelto a probar, que para mi generación es un lujo hasta el sucedáneo que se inventaron cuando las angulas se volvieron prohibitivas.

De gas en enero he pagado un 40% más que hace justo doce meses... y por primera vez racionándolo, que yo siempre había sido de tener la casa por encima de los 23°C. Siguiendo esta proporción, la siguiente factura que es la más abultada del año, los fríos invernales no perdonan, estará prácticamente en la mitad del salario mínimo interprofesional que te han vendido esta legislatura desde la izquierda como si fuera el maná con el que todos tus males quedan resueltos.

En mi infancia no era raro tener una segunda residencia... un apartamento en la playa, por decirte algo. Yo hoy no conozco a nadie que se haya comprado otra piso fuera de su domicilio habitual, la mayoría en estos barrios desangelados y agorafóbicos que hacen en las afueras de todas las ciudades, Irroña incluida.

A veces me pregunto quién tiene pasta en Pamplona que ronde los 40 años... que la habrá, no lo discuto, solo que no la veo. Y en qué se la gasta, porque aquí el comercio es casi exclusivamente franquicia de batalla y poco más.

¿Y contra esto qué propone el gobierno de socialistas y nacionalistas? Pues la receta de siempre, la que nos ha llevado hasta aquí: cobrarte impuestos ya a lo loco, que el estado está batiendo récords de hacer caja, nunca se había recaudado tanto en la historia -nadie sabe para qué porque luego la sanidad, por ejemplo, está destruida-; y más nacionalismo centrífugo con el que intentar que nadie se queje, asociando la queja a la ultraderecha traidora a la patria regional. El clásico quien protesta contra el gobierno de progreso es un facha.

Podemos, que también es gobierno, ha introducido la variante, la culpa es de los malvados empresarios, levantando una campaña de acoso contra Mercadona y ya de paso, pero eso no te lo dicen, contra los casi 100.000 trabajadores que tiene la empresa. Más fachas.

Y el aborto, que se me olvidaba. Hay que abortar a saco, abortar es lo progresista, que si no a ver cómo resistes este ritmo de gasto con dos o tres niños a los que darles de comer, calentar, vestir... esas cosas de fachas. Pero no para los que dirigen esta estrategia, que los garzones y monteros ya son familia numerosa la mayoría. Esos no abortan nunca. El aborto para la tropa.

Ahórrense el discurso religioso los abortistas que yo soy ateo y estoy a favor, pero no como una industria ideológica, hoy uno de cada cuatro niños acaba en el desagüe, sino como un método extraordinario.

¿A qué estamos jugando como sociedad? Ah, misterio. O no tanto. Un cubículo mugriento en el que estés encerrado la mayor parte del día con tu móvil -salir con el coche a la playa o al monte atenta contra el planeta-, en el que crees que tienes amigos porque te siguen perfiles anónimos y donde tienes la ilusión de que vives porque ves algunas fotos de viajes, restaurantes, ropas y cosas así a las que le das me gusta.

No tendrás nada y serás profundamente infeliz. Y eso es todo.


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