Pobre Uxue Barcos con k

No en o desde o para o cualquier otra preposición. Nada de eso. Cobrar de Pamplona, de las arcas de la ciudad, que así dice el Tribunal de Cuentas que ha hecho la presidenta Barcos con k. Meterse en la faltriquera casi 60.000€ en concepto de dietas por reuniones en el ayuntamiento de Pamplona a las que difícilmente pudo acudir porque estaba de parlamentaria en Madrid.

La derechona aberchándal del peneuve, tan klerikal sin c ella, a lo mejor lo justifica con el don -o doña- de la ubicuidad y le busca también paguita del, en batua, batikano: santa súbita, apóstola 15 para el friso de Aránzazu. Yo qué sé. Los caminos de Jaungoikoa, sino estás matriculado en el modelo D, el de la lengua de los berrifuncionarios, son inescrutables.

Mola Aranzazu, dicho sea de paso. Si les pilla cerca Oñate suban a verlo. No es bella, formalmente bella quiero decir, pero sobrecoge su armonía geométrica. Típico brutalismo arquitectónico franquista -espero que no lo dinamiten- que acojona, salido de los planos del arquitecto navarro Sáenz de Oiza en 1950.

Hay que penetrar en el concepto, en las espinas, las arantzas, tú, para sucumbir a la belleza de su alegoría hecha torre, campanario, y también hecha cientos de pirámides arañando al viento y la bruma. Rasga la lluvia. Hace años estuve allí en una boda y el escenario aplasta tanto que parece que se celebra un funeral.

A mí me flipa el lugar, la atmósfera que crea el color de sus vidrieras, la dureza de sus formas interiores, el frío metal moldeado de Chillida, de Oteiza, el inmenso órgano. Es tan desproporcionado el conjunto que hasta las escaleras de acceso a su pórtico, en vez de ascender... descienden. Por cierto, en 1968 se juntaron en el santuario guipuzcoano para inventar el batua. Habría que mirarlo, pero debe de ser el único idioma oprimido en la historia que se crea en una iglesia católica durante la dictadura nacional-catolicista que lo oprime.

En fin, avancemos, que el arte solo nos interesa a cuatro colgados y no es plan de aburrir con lo mucho que nos gusta a los ateos visitar templos.

Barcos con k, y sus pródigos de estar a la vez en dos puntos distantes casi quinientos kilómetros. Aunque lo que de verdad es asombroso es que cobrando pasta por todos los lados, un millón de euros en diez años según lo que he leído, su declaración de bienes entregada en el parlamento de Nafarroa (roernos nos roe a todos los nafar) esté más vacía que el sepulcro de Kristo, con ce, resucitado. Otro milagro.

Yo creo que a Barcos con k Madrid le gusta tanto como a mí. Tiene ese tono de voz la presidenta de Navarra muy de estereotipo madrileño, de los que ya no quedan ni en Lavapiés, donde las calcinadas, en 1936, Escuelas Pías (hoy una biblioteca de la UNED fusionado con las antiguas ruinas de flipar. Cuélense, visítenla. Es preciosa esa elegante actuación arquitectónica), de los que te sueltan que qué pasa si cobra de Pamplona, que si pasa algo... porque no pasa nada y si pasa pues se le saluda y punto.

Y en realidad tiene razón, no pasa nada. La justicia dice que ha causado un daño a las cuentas de Pamplona pero que no hace falta que devuelva la pasta, que para qué. Que el daño ya está hecho a los dineros de todos pero que las disfrute. Contra esta resolución no traerán los batasunos ni la derechona del Peneuve  autobuses de provincias limítrofes para reclamar justicia, con zeta.

Esta resolución judicial española, les mola. Y los que creemos siempre en la justicia y en el estado de derecho, no como los que la desprecian arbitrariamente por lo que vemos hoy, no nos manifestamos ni contra la sentencia de los salvajes actos de Alsasua, por ejemplo, ni contra la de hoy a favor de Barcos con k. Acatamos y listo. Y eso es todo.