• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Odio a la gente

Por Javier Ancín

A mi la gente, en general, me cae mal, y en particular, pues también. La gente es una peligrosa masa cobarde que mejor lejos que cerca, y mejor si no esperas nada que si crees que te van a echar una mano... porque te la echaran, pero a lo sumo, al cuello.

Representación de una multitud de personas.
Representación de una multitud de personas.

Desde pequeñito supe que en la gente no se podía confiar. Una vez a las nueve de la noche en la avenida de Bayona un hijoputa nos sacó una navaja a un grupo de 4 críos de 12 años. Transitado un montón de personas y todos giraron la vista al pasar. Gente de todas las edades y sexos, colores y formas, incluso creo que pasó por ahí algún marciano que también se hizo el longuis.

El manguta se puso nervioso, bastante, porque no llevábamos ni 100 pesetas entre los cuatro y a uno de nosotros le arreó un soplamocos con la mano que le quedaba libre que lo mandó al suelo. Una pareja como muy jipi que entonces pasaba por nuestro lado, esquivó el bulto lloroso del suelo y siguió su camino, como si ahí no pasara nada, sin inmutarse. El típico hostión a un crío en medio de una acera muy transitada de Pamplona, debieron de pensar, y continuaron hablando de sus cosas de arreglar el mundo y tal.

La cosa no terminó ahí. El kinki, con la otra, con la de la navaja, a mí me hizo ademán de meterme una estocada, como en las pelis de espadachines, pero entre que salté para atrás y que supongo que en el fondo no quería comerse un marrón si le pillaban, por cuatro mocosos insolventes rajados, encogió el brazo en el último momento. Podía haber salido por patas, porque por entonces a velocidad no me ganada ni dios, pero también obtuve una enseñanza ese dramático día, a las personas que quieres, a los colegas, no se les abandona jamás. Da igual lo que pase. Hemos entrado aquí juntos y saldremos juntos, aunque sea con los pies por delante. Las pocas broncas a mamporros, esas sí que fueron peleas de bar, cabrones, que he tenido en mi vida ha sido por este precepto que cumplo a rajatabla.

Al final nos quitó los relojes, unos Casio simplones de menos de 2000 pesetas, por mangarnos algo para creerse victorioso y se largó diciéndonos que si se lo decíamos a alguien nos mataría. ¿A quién se lo íbamos a decir, si nos había visto pasarlas putas media Pamplona y nadie había movido un dedo por echarnos una mano?

El caso es que a veces se me olvida que odio a la humanidad, hasta yo tengo momentos donde soy débil, pero basta un cuarto de hora en el coche, aparcado, como me pasó ayer tarde, esperando dentro, para recordarme que el ser humano en conjunto lo que merece es irse a la puta mierda cuanto antes.

Tres coches maniobrando para estacionar delante de mí y los tres a hostias contra mi maltrecho parachoques en 15 minutos. ¡Pum-pum-puuuuuuuum! La gente tiene tan poco cuidado con las pertenencias del prójimo que no me extraña que todo vaya tan desastroso, especialmente lo público, que es siempre pura cochambre. No respetan lo nuestro cuando estamos delante como para respetar lo de todos, que piensan que no es de nadie.

Al tercer imbécil que me mete una leche salgo para pedir explicaciones, muy educado y muy serio, que uno es un misántropo pero ha ido a colegio de pago, y el tipo encima se pone gilipollas. Vas dado, pienso, que yo también sé ponerme como tú, y le montó un pollo de los temblar el misterio ya sin freno alguno. Puto incívico, por gente como tú todo lo que nos rodea es un estercolero, es lo más suave que le solté. Y más cosas que prefiero no reproducir en horario infantil.

Al final recula, porque cuando me pongo de mala hostia me pongo muy de mala hostia, y me dice que perdona y tal y le digo que le perdone su dios, que yo no he perdonando en mi puta vida a nadie, y que yo cuando cometo un error u ocasiono un desperfecto lo subsano o pago por ello. El perdón es una cosa de esas para los que quieren ganarse el cielo y yo, que soy ateo, solo quiero ganarme el derecho a que ningún cantamañanas me golpee otra vez el coche, joder, y que me deje en paz. Sobre todo que me deje en paz.

¿Tan difícil es empezar a respetar las posesiones de los demás, tener un poco de cuidado, para empezar por algún lado lo de conseguir un mundo mejor? Que ese soplapollas además llevaba un coche con radar sonoro de aparcamiento, copón. Pues no, es mejor creerse buena persona porque pides que pare tal o cual guerra que te la sopla en realidad, o cualquier gilipollez por el estilo, que empezar a respetar al que tienes al lado y con el que convives.

Si surge un partido que promete exterminar a la gente, empezando por los que aparcan a oído tiene mi voto para siempre. Eternamente, religiosamente, tan fiel como los nacionalistas tienen el voto de sus feligreses. A muerte y sin fisuras. Como un fanático abertzale vasco, valga la redundancia. Puta mierda de mundo, capullos, que vais a dejar a vuestros hijos. Y eso es todo.


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