• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Las pajas de Uxue Barkos

Por Javier Ancín

 Si no puedes sodomizar las mentes de los padres, vete a por las de sus hijos, y que se jodan, padres e hijos. Y el nacionalismo llamó a este vertedero mental Skolae.

La consejera María Solana junto a la parte del programa Skolae en el que se habla de juegos eróticos infantiles
La consejera María Solana junto a la parte del programa Skolae en el que se habla de juegos eróticos infantiles con niños de 0-6 años.

Éramos pocos y parió la abuela. No teníamos suficiente con toda la mierda que el nacionalismo vasco nos bombardea a diario a los adultos, para ver si picamos, que va, supongo que aburrido de que no les hagamos ni puto caso, y decide poner sus ojitos y sus manitas en los niños.

A mí el sexo me flipa. Es lo mejor del mundo. No hay nada más placentero en el universo, yo qué sé, ni ver bajar a segunda al Athletic de Bilbao, por ejemplo, se puede parecer a un polvo mal echado. Cuanto más sucio, como decía Woody Allen, más divertido y mejor hecho.

No tengo ningún complejo y nada me asusta. Lo que hagan los adultos en la intimidad de su dormitorio o su cocina o salón o coche o de su mazmorra sado, que para gustos los colores, no es mi problema y no pienso hablar de ello ni valorarlo.

Cada cual con sus preferencias, números, colores y formas. Por el lado de la mojigatería y la moral rancia a mí no me van a pillar. Al sexo, de cabeza, como a una piscina llena, y cuanto más llena y con más trampolines, como los del Club Natación, mejor. Dos o cien adultos, juntos, que deciden libremente mantener la práctica sexual que sea es el único límite que le colocó al tema. Allá cada cual y cada cuala con lo que le apetece y apeteza.

Dicho esto, ponerse a hacer el guarro en el cole adultos, llámalos profesores o educadores u orientadores o la mierda que quieras, con críos y con críos tan pequeños, me chirría. Juegos eróticos de niños en el cole supervisados por el profesor más que chirriarme me da una grima de no poder tener los ojos abiertos. Como cuando pasas una tiza por una pizarra y rasga el aire con ese sonido chirriante del demonio, ay, joder.

Que el nacionalismo vasco, que siempre ha tenido con las cosas mundanas y sobre todo carnales una relación digamos que insana, por inexistente, por pecaminosa, quiera enseñarnos a follar a estas alturas de la película, sería para descojonarse si fuera entre adultos, pero que metan de por medio a niños y niñas en está historia no tiene ni puta gracia.

Que un niño en su intimidad del hogar experimente con su cuerpo, descubriéndose, es lo normal y lo natural. Que un crío se haga una paja en su baño, en su cama, valga la redundancia, me la pela, pero que nos quieran hacer creer que incitar a un crío en clase poco más o menos a hacerse pajas, rodeado de más críos, con adultos de por medio, supongo que delante de la ikurriña, para que la excitación ideológica sea mayor, es una de las perversiones sexuales más desagradables, más vomitivas que soy capaz de imaginar. Obligar a un crío en un colegio a juegos eróticos limita con lo patológico por la parte de dentro de lo patológico. Dejad a los niños en paz, cabrones, copón.

Pero esto sospecho que en realidad va de otra cosa, meterles a los críos en la cabeza la mierda que el nacionalismo vasco quiere meterles, sin contar con los padres. El nacionalismo vasco este último año de legislatura ya va sin cadena, a tumba abierta, como los ciclistas zumbados que bajan los puertos a muerte. El nacionalismo vasco en Navarra ha decidido secuestrar a los niños para que los padres no opinen, sin disimulo alguno, sobre la educación de sus propios hijos. Les niegan el derecho a oponerse a lo que les inoculan a sus hijos en las cabezas a esas edades tan tiernas y que los moldearán para siempre.

Los padres han dejado de ser padres para estos locos nacionalistas vascos que nos gobiernan. A los padres se les arrebatan sus hijos quieran o no para el akelarre que el nacionalismo tiene montado para ellos. Navarra está fuera de control. Vosotros, padres, sabréis en qué manos ponéis a vuestros críos. Yo nunca permitiría que un político le metiera mano a mi hijo. A mi hijo no le mete mano ni dios. Y eso es todo.


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