• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

La pesadilla

Por Javier Ancín

Soñé que las tropas guipuzcoanas entraban en el reino de Navarra para que dejara de ser reino.

Asirón e Itziar Gómez corren con LA Ikurriña durante la Korrika en Pamplona. MIGUEL OSÉS
Asirón e Itziar Gómez corren con LA Ikurriña durante la Korrika en Pamplona. MIGUEL OSÉS

Anoche dormí mal. Una pesadilla se me atravesó en el esófago, como un reflujo corrosivo que sube, para bajar quemándolo todo.

Soñé una trama infernal, una antisecuencia de Fibonacci. La fealdad al final de la escalera, porque en mi sueño había una escalera, de caracol, como esas por las que se sube a las torres del castillo de Olite. Aunque en mi caso solo descendía, hacia un lugar oscuro. Cuanto más se desarrollaba la historia peor era el olor que procedía de la sentina hacia la que me encaminaba.

Soñé que las tropas guipuzcoanas entraban en el reino de Navarra para que dejara de ser reino y después, cuando Navarra había conseguido su asiento cómodo en el siglo XXI, otras tropas, fatxas, mesnadas vizcaínas, entraban en nuestra comunidad para arrastrarnos por la escalera, se había tornado helicoidal, como la de la película Gattaca, como la de una cadena de ADN loca, hacia la destrucción de ser solo una escombrera de provincia, la cuarta, por debajo hasta de Álava. Relegados a la más absoluta de las nadas... ese era el futuro en mi pesadilla.

Si lo miras, los vascos siempre nos degradan a los navarros a lo largo de la historia. Primero nos despojaron las tropas guipuzcoanas de la capa de armiño y corona regia y después las vizcaínas están a punto de rompernos como comunidad diferenciada, única, para siempre. El proceso es sencillo, meternos a golpes, como en esos juguetes de los críos donde tienen que introducir el cuadrado por el cuadrado y el rectángulo por el rectángulo. A golpes, decía, la Estrella, nuestra Estella, por el triángulo de su (si)CAV, deformándonos y desfigurándonos hasta hacer de Navarra algo completamente irreconocible.

Las tropas guipuzcoanas nos destrozaron el autogobierno navarro, dejándonos sin reino. Y los despachos vizcaínos hoy nos quieren desmochar de nuevo el autogobierno navarro desmontando la comunidad autónoma que somos para someternos en forma de provincia a su Euskadi. Dos veces han entrado en Navarra los vascos, las dos veces hemos perdido autogobierno los navarros.

El relato nacionalista vasco nos lo oculta, pero hay que recordárselo a ellos y no debemos olvidarlo nosotros, para cuando vienen con sus cantos. No son sirenas, son trichechus o tritxetxus o manatíes.

Cuando desperté, ahí estaba, en cada esquina el cartel de la Korrika, esa forma de imponer su idioma político, su idioma ideológico, su idioma para la diferenciación y no para la comunicación, sin necesidad de hablarlo, solo echando el bofe, sin resuello, sin aliento, corriendo. Una señora amenaza desde el cartelón, rodillo con ikurriña en mano, como en los cómics de mi infancia, con atizarnos con el amasador de madera en la cabeza.

Cuando desperté ahí seguía su dinosaurio, momificado, en todas las paredes, pagado con dinero público enviándonos un mensaje: este es el idioma de la ikurriña. ¿Qué tiene que ver Navarra con el idioma de la ikurriña? Poca cosa.

O echamos el nacionalismo vasco en estas elecciones del autogobierno navarro o el autogobierno navarro lo habremos perdido para siempre. Y eso es todo


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