• martes, 16 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Los jueces le dan un toque a Txibite

Por Javier Ancín

Le han cogido gusto estos del PSOE a solucionarlo todo, que es como no solucionar nada, manteniéndonos con grilletes domiciliarios.

La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite y la consejera de Salud, Santos Indurain, presentan la campaña '#NavarraSeVacuna'. PABLO LASAOSA
La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite y la consejera de Salud, Santos Indurain. PABLO LASAOSA

Son las 23:05 de la noche. Ya no se ven carreras por la ventana de gente que no quiere saltarse el toque de queda carcelero de Sánchez. Afortunadamente los jueces le han tumbado a Txibite su medida estrella, matar moscas a cañonazos pasando por encima de nuestros derechos fundamentales, o lo que es lo mismo, intentar luchar contra el botellón encerrándonos a todos en nuestras casas. 

Le han cogido gusto estos del PSOE a solucionarlo todo, que es como no solucionar nada, manteniéndonos con grilletes domiciliarios. Es por una cuestión sanitaria, se excusan. Mentira, es por una cuestión de su propia comodidad, que así, cada uno en nuestro cuarto, no les montamos jaleo. 

El Tribunal Superior de Justicia de Navarra así se lo ha exigido a Txibite, que deje de tomar decisiones ilegales y se esfuerce más en discriminar conductas punibles, como puede ser un botellón, de conductas legales como son todas las demás, lo que se te ocurra, pasear el perro, sentarte en un banco a escuchar la radio, correr por la vuelta del castillo o salir de casa de tu ligue... o entrar.

23:15. Saco el coche del garaje y me piro a dar una vuelta. ¿Hace cuantos meses que no puedo hacer este acto en otro tiempo tan rutinario para un insomne como yo? 

Es por el virus, ya sabes, se encogen de hombros, casi con una sonrisa cuando lo preguntas en voz alta. Ahora todo es por el virus o para el virus o contra el virus. Y cuando intentas razonar que no tiene sentido que yo que casi siempre viajo solo no pueda darme una vuelta a la hora que me de la gana, como toda la vida he hecho, siempre recibes la misma sentencia inapelable: quieres matar a tus abuelos. 

Los abuelos estuvieron encerrados y aislados desde el principio por orden de Txibite y de Sánchez y murieron como chinches en sus residencias, replicas. ¡Negacionista! Fin del debate. Que ya no se pueda disentir de la versión oficial también debe de ser por el virus, que nos ha vuelto a todos gilipollas. 

Cada vez más gente vacunada, mis padres setentones recibieron su segunda dosis el domingo pasado, los mayores de 80 ya lo están todos, sanitarios, policías... y parece que a algunos no les sirve para que vayamos volviendo a un estado prepandemia poco a poco. 

Hay a personas que les gusta la excepcionalidad, no encuentro otra explicación. Tantos años de normalidad anodina en sus vidas les ha aburrido y no desean volver a ella. Contra el virus viven muy bien o al menos viven con excitación, que es un poco como sentirse más vivo. Estamos en una emergencia, gritan, y se les dilatan las pupilas, se les acelera el pulso porque se les mete en la sangre la adrenalina, felices.

23:30. Coches... benditos coches con su rumor al deslizarse por el asfalto. Cuánto he he echado en falta esta banda sonora de la ciudad, esta nana, cada noche durante meses. El silencio me saca de quicio. Algunas parejas caminando agarradas de la mano tranquilamente por las aceras como signo de esperanza. 

Un tipo en Antoniutti ha montado una hilera de unos 15 pivotes y se dedica a hacer zigzag patinando entre ellos. Lo miro como quien mira un prodigio. Casi son las doce de la noche y por fin voy a dormir tranquilo. La vida vuelve, con su libertad, a sus cosas, a las cosas de cada uno, sin hacer daño a nadie, a su manera, como canta Sinatra. Y eso es todo.


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