• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

La hora de despertarnos juntos

Por Javier Ancín

Como en Pamplona la vida cultural no existe y todo es ruido y malas caras, me he venido a Logroño, ciudad infinitamente más viva que la vuestra, que no la mía, a la presentación de la nueva novela del escritor vasco Kirmen Uribe. 

La hora de despertanos juntos, la nueva novela de Kirmen Uribe.
La hora de despertanos juntos, la nueva novela de Kirmen Uribe.

A veces pienso que sueño las cosas. ¿Hubo al menos durante un mes una librería de Santos Ochoa en Pamplona? Juraría que la pusieron en la calle Yanguas y Miranda, y que entré, pero como duró tan poco, quizás solo sea fruto de mi ensoñación. No sé, bueno, el caso es que aquí estoy, en la librería Santos Ochoa de Logroño, que es preciosa, con un bar y un espacio de encuentro con creadores maravilloso, escuchando cosas de vascos en La Rioja, con mucha más calma, matices y serenidad que en la Pamplona de bullas y lija del siete, que en la Pamplona donde todo, absolutamente todo, es un apéndice político de tercera regional. 

Me encanta escuchar a Kirmen, con ese acento tan de Ondarroa, pero tan diferente, con sus erres marcadamente suaves, con sus historias de nacionalistas vascos, de una Bilbao elegante, de una Vizcaya tocada con Fedora. El libro arranca con un cuadro que está en el Bellas Artes de Bilbao, uno de mis museos preferidos. Se entrelazan historias de los años 20-30-40 y de cómo el exilio del nacionalismo se mezcla con el París y el Nueva York de la época. Historias de espías. Historias de políticos con abrigos largos y sombrero, de vidas, de barcos, de fiestas, de países, de jazz en un Bilbao que como dice el autor casi era más potente entonces que hoy.

Kirmen es un gran escritor, es un escritor que nos cuenta en la novela cómo escribe, sin esconderse, sin darse importancia también, pero seguro de lo que va contando y de cómo lo va contando. Dice que tiene miedos, pero es obvio que los supera, porque habla de su obra con mucha tranquilidad. 

La protagonista, nos cuenta Kirmen, va luchando contra la historia porque ella quiere decidir su vida. Me gusta esa frase y lo que significa porque a veces me gusta verme así, a contracorriente del mundo, contra todo. Rompiendo los destinos que pudieran estar marcados, o al menos enfrentándome a ellos, aunque te rompas la cara contra un muro.

Una historia de mujeres, una novela matriarcal, una novela de mujeres. La felicidad, dice Kirmen, existe en su obra, pese a que en la historia los personajes de la familia se van separando y repartiendo por medio mundo, buscando el reencuentro. El reencuentro como motor para una vida, mientras se va viviendo la vida, me produce una gran melancolía. En ese punto voy a discrepar del autor. Los reencuentros no deberían prolongarse años. Eso es una tortura. 

Escribe en euskera y dice Uribe que se la va pasando a su traductor en español conforme avanza, para que vaya corrigiendo e incorporando nuevos aspectos al original en euskera. El proceso creativo es una búsqueda constante de unión de los dos idiomas. Parte de una masa madre que se va amasando a cuatro manos

Contar la historia de diferentes perspectivas. Contar, romper el hermetismo, dice Kirmen. Contar historias. Romper las barreras, mezclarse. La libertad creativa de contarlo todo como te apetezca, tratando de buscar nexos en los personajes más allá de las ideologías, más allá de las circunstancias, para que puedan escucharlas todos. Da gusto encontrar inteligencia donde sea, a veces se me olvida que existe entre tanta burricie y cautiva. La inteligencia cautiva siempre. Podría estar escuchando hablar a Kirmen Uribe un mes entero.

"La hora de despertarnos juntos" es un verso y un título para una novela, incluso para una vida, magnífico. Que la lea quien quiera. Yo ya he empezado. Y eso es todo.
 


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La hora de despertarnos juntos