• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Me gusta el rey negro pintado de betún en Pamplona

Por Javier Ancín

Hacerse mayor es ir pasando de casi todo lo que te gustaba, como la última película de La Guerra de las Galaxias, por ejemplo, yo, un loco de la saga, de la verdadera, de los episodios IV-V-VI. Yo que fui Han Solo de pequeño me he ido desenganchando, decepcionado al ver en qué adefesio han convertido mi universo infantil. 

El rey Baltasar en la Cabalgata de Pamplona
El rey Baltasar en la Cabalgata de Pamplona de hace un par de años.

Es curioso lo que marca elegir personaje para interpretar en los patios de los colegios. En mis tiempos todos querían ser Luke SkyWalker, pero a mí ese jovenzuelo me caía un poco gordo. ¿Por qué elegir a un atormentado con algo parecido a superpoderes si puedes elegir a un humano, con sus debilidades y pasado turbio, guapete, un poco chulo, que tiene un amigo fiel que no le falla jamás? ¿Cómo no elegir al piloto del Halcón Milenario, siempre listo para tumbar cazas imperiales o saltar al hiperespacio y que se queda con la chica, aunque lleve un peinado de fallera? Nunca lo entendí, yo siempre preferí ser Han Solo e ir más o menos en sociedad o en grupo pero a mi bola, sacándome las castañas del fuego a mí mismo y sin esperar mucha ayuda de nadie. Luke SkyWalker es un poco cansalmas. Han Solo es el verdadero héroe de todo ese tinglado.

Está bien pertenecer al bando de los buenos, pero siendo tu jefe. Combatimos al mismo enemigo, pero yo por mi cuenta. Ahora a Han Solo se le ha muerto la princesa Leia. Estas navidades no están siendo fáciles para él tampoco. Dicho todo esto, no pienso ir a ver la nueva película, ni para escuchar la banda sonora de John Williams. J.J. Brasas es otro pesado. Ésa ya no es mi trilogía. Hasta siempre, princesa Leia. Puto añito de despedidas.

La verdad es que estas navidades están siendo de todo menos navideñas. Las veo como un tiempo irreal, amorfo, tristón, más o menos difuso en el que hay nieblas, las tiendas cierran y abren en días raros, hay luces por las calles que pueden provocar ataques epilépticos y poco más. Pamplona sigue sin sonreír como en cualquier otra época del año. Solo se sonríe en San Fermín y por el qué dirán. Más vale que hay alcohol a mansalva para lograrlo.

¿No sonríes o qué? Rediós, que es San Fermín, te daba dos hostias. Este año no recuerdo haber escuchado ni villancicos y ni he podido juntarme en la comida anual que hacemos los amigos por estar fuera ese día. Aún queda la noche de las pulmonías, nochevieja, donde los disfraces imposibles provocan hipotermias y la cabalgata, supongo que con su tradicional follón con el rey negro pintado de betún.

Yo voy con Lizaur, por cierto, a ver si solo pueden hacer de negros los negros y de blancos los blancos y de zombis los zombis y de funcionarios públicos solo los que hablan euskera y de buenas personas exclusivamente los de izquierda. Basta ya de discriminaciones. Las que sean.

Yo me he disfrazado de tía y no soy tía. ¿En qué me convierte eso, en un machirulo peligroso con eye-liner? ¿No puedo vestirme de tía porque hay tías? Me cargan todos los debates restrictivos y no permitir a un blanco ser negro, por la razón que sea, es una restricción más. Si solo los negros pueden hacer de negros y los blancos de blancos es un argumento de un racista chusquísimo. Que cada uno haga de lo que le salga del ciruelo tenga el color de piel que tenga, demonios.

Cuando era niño y tampoco creía en nada, aunque sí que me hacían ilusión muchas más cosas, aquel rey Baltasar me parecía entrañable por cómo era capaz de hacer vibrar a una ciudad infantil que si no nacía muerta, moriría en pocos años. Qué gritos, qué jolgorio, qué alegría... parecíamos hasta una ciudad normal. Un lástima que el pamplonés fallece joven (y el iruñatarra o como coño se diga este año el gentilicio en euskera, que lo cambian cada chupinazo y no me aclaro nunca), para engrosar las filas de los autómatas con rictus de seta en cuanto llega a la adolescencia repitiendo el mantrita metálico: qué bien se vive en Pamplona.

Y ya, ya lo sé, claro que podría hacer de rey blanco, ¿pero por qué, porque es blanco, solo por eso? Que pongan a un negro de Melchor y le rocíen de polvos talco, a mí me parecería estupendo. A lo mejor Lizaur ni hace de rey ya, yo qué sé, ni lo conozco ni sé nada de su vida y hace mucho que no leo la prensa, pero me apetecía darle mi apoyo por todos estos años de acoso político y derribo ideológico que ha sufrido. Aquel Baltasar a mí me hizo más humano, me hizo gritar y sonreír, aunque fuera solo durante el ratito ese que pasaba la carroza. A ver si dejamos ser a la gente lo que quiera ser, que con tanto afán de ser el más estupendo defensor de los blablablá... solo se queda como unos rancios de cuidado. Y eso es todo. 


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