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Opinión / A mí no me líe

El Estado contra el golpe de estado

Por Javier Ancín

El espectáculo de ver a un estado en acción, defendiéndose, es admirable. Yo pondría gradas para que los ciudadanos disfrutaran de ver la maquinaria engrasada que pagan con sus impuestos poniendo orden en el caos.

Un coche de la Guardia Civil atacado por los independentistas catalanes. EFE
Un coche de la Guardia Civil atacado por los independentistas catalanes. EFE

Lo mismo en forma de una legión de barrenderos que limpian las calles de mugre, que una cuadrilla de bomberos apagando un edificio en llamas como un ballet sin una descoordinación, que los servicios de emergencia evacuando un accidente de carretera con múltiples heridos y vehículos implicados sin un error de ejecución, que los jueces, fiscales y policía cumpliendo la ley, deteniendo a golpistas para restablecer el imperio de la ley donde querían secuestrarla.

Cuando un estado actúa, se detiene el mundo y dan ganas de aplaudir. Bravo. Deus ex machina, chavales, como cuando al borde del precipicio y todo parece perdido Indiana Jones consigue saltar del blindado y los malos se despeñan y podemos seguir buscando el Santo Grial en paz de Dios.

Estoy por ponerle también banda sonora, como en los espectáculos piromusicales. Tarareen conmigo ‘Maestro’, la pieza de Hans Zimmer. Imaginen, cierren los ojos, esos arpegios, esas guitarras... ese ir cargándose la atmósfera, in crescendo, hasta que rompe y entra la sección de cuerda noble de los violines. Sincronicen ese punto de la composición con las imágenes de los detenidos que van camino del juez para responder de sus tejemanejes que nos pueden costar las pensiones y la libertad a todos, por decir dos cosas que las entiende el mundo entero. Sublime. Aquí hay un Oscar. Lo veo, Orsoncito.

Luego están los políticos, que esos ya van por libre, haciendo de todo esto un circo de siete pistas.

La extrema izquierda que tanto clama contra los recortes del Estado se ha vuelto loca y directamente quiere recortar el Estado mismo, seccionando una parte, amputando recursos con los que dotar de más servicios, incluidas las pensiones, recuerden, a los más necesitados.

¿Quién es ahora el neoliberal, Pablo Iglesias? Todo es demencial en esta gestión de la ruptura del orden constitucional del 78 por parte de Podemos. Le va bien que quieran derribar el régimen por el que dieron la vida, por ejemplo, asesinados salvajemente, cinco abogados laboralistas de la madrileña calle Atocha.

Carmena, la alcaldesa podemita de Madrid que también anda coqueteando con tumbar el sistema en el que vivimos, pertenecía a ese bufete pero se libró de la matanza porque ese día no se encontraba allí. Y ahora, ya ves, la de vueltas que da la vida, ayudando a privatizar el Estado que tanto esfuerzo costó crear y que tanta sangre se derramó para lograrlo. Pablemos se está quedando sin partido con su obsesión nacionalista pero no se da ni cuenta. Allá él.

Ahora que Rajoy ha dejado el plasma y a veces hasta se le entiende lo que dice, o no o yo qué sé, del que no se sabe nada es del socialista Pedro Sánchez. ¿Está vivo? A ver si hay que buscarlo con la ouija para saber realmente qué es lo que propone y cómo lo propone porque tiene en su partido más versiones y parches que el sistema operativo Windows.

Los batasunos, los que mandan, que están ya mayores, arrugadillos, fofos, revolucionarios de la tercera edad, se van para Barcelona en avión burgués como quien disfruta de un viaje del imserso, colgando fotos por las redes como si aquello fuera Benidorm y anduvieran escuchando los pajaritos de María Jesús, versión Lluis Llach o La polla Records.

A todo esto, ¿estas declaraciones sobre Cataluña, estas manifas en Navarra tratando el tema catalán, juzgadas con sus propias normas obsesivas que se auto imponen sobre las soberanías y las patrias y esas monsergas más rígidas que un cinturón de castidad del medievo, no son injerencias en el devenir de un país extranjero? Desde luego, pero cualquiera les dice nada con lo violentos que se ponen por aquí su ejército de euskotrolles.

A estos les pasa al contrario que a Carmena con sus compañeros asesinados, tantos años matando para acabar tuiteando de Paquirrín. Menudo esperpento. Algo hemos ganado, de todas formas, aunque sea una mentalidad de plató de Tele 5 lo que ha surgido. Lo siguiente es dar el salto a la cultura y que compartan por las redes sociales algún concierto de Radio 3, la mejor emisora de todo, en este caso sí, estado, que es pública. Será por grupos en euskera. Por ejemplo, los cansinos de 'Berri Txarrak' o el grupazo de Munguía, 'Belako', que son buenísimos. A ver si lo conseguimos antes de que acabe el año.

Si enredas un poco en el asunto quitando los políticos y las amenazas y la calle secuestrada por voceras, llegas a la conclusión de que el problema se reduce al concepto de soberanía nacional. No hay más. Ahí está el punto exacto de la lesión. La constitución dice que la soberanía nacional es una y los nacionalistas dicen que se puede trocear. ¿Y si rompes la soberanía nacional, es decir, que entre todos decidimos lo de todos, por qué o en nombre de qué la frenas en las antiguas Comunidades Autónomas y no la podemos reducir hasta la unidad mínima, el individuo, para que podamos tener derecho a decidir cada uno libre y democráticamente sobre nuestras cosas más peregrinas?

Como se rompa ese todos tengo pensado sacar mis urnas al pasillo de casa y por votación democrática, obteniendo mayoría absoluta, ya lo aviso, decidiré no pagar una multa de tráfico más y recibir una renta básica universal de 3.000€ a la semana. Bueno, y una moto nueva, que casi es Navidad. A ver quién es el facha que me niega este derecho conseguido democráticamente mediante el voto y la carta a los Reyes Magos.

Aunque me da a mí en la nariz que para centralismo y prietas las filas, sociedades homogéneas, rígidas como un corsé ortopédico, las naciones que pueden salir de esta carnicería de la actual constitución. Y eso es todo.


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El Estado contra el golpe de estado