• sábado, 20 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

Fallo en Matrix

Por Javier Ancín

Teorías locas hay las que quieras. A mí me da por pensar en una que afirma que vivimos en una simulación virtual, hecha por ordenador.

Ilustración de la película Matrix.
Ilustración de la película Matrix.

Desde hace tiempo vivo agobiado por eso que llaman el efecto isla, estar encerrado por un mar que te rodea, pero en mis caso tierra firme. Rodeado por un océano de miedo irracional que nos retiene, y como lo irracional cada vez me subleva más, ayer cogí el coche y me fui a dar una vuelta, hasta la frontera de Quinto Real.

Llevamos tantos meses encerrados que había que ir a ver el confín del mundo, allí donde acaba el perímetro en el que nos encierran, a ver si más allá seguía habiendo algo o nos habían puesto una pared... o un abismo, como en el que creen los terraplanistas. Será por teorías conspiranoicas, tenemos las que queráis, al peso, por unidades o medidas en campos de fútbol.

Pedí un café solo, solo y sólo, en la venta Baztán y me senté en la terraza, al sol, a ver pasar la nada, que todo estaba quieto.

Salvo que aquello a lo lejos fuera un decorado pintado en un muro, como en El show de Truman, Francia seguía estando donde siempre había estado, al otro lado de los Pirineos. Y entonces empezaron a pasar cosas.

Teorías locas, decía, hay las que quieras, yo qué sé, tenemos por aquí a los aberchandalianos, que piensan que Euskkkalerría es una nación o un continente nada menos que milenario y de aquí a poco, nadie duda que lo ascenderán a planeta ancestral del sistema solar. Seguro.

A mí me dio por pensar en una no más zumbada que afirma que vivimos en una simulación virtual, hecha por ordenador, cuando al primer sorbo, con la taza aún en el aire, reparé en que las sillas que me rodeaban tenían el logo de las celebración del segundo centenario del Taetro Real de Madrid. ¿Qué pintan estas sillas con este sello aquí, perdidas en un paso estrecho del Pirineo navarro? Y a mí que me cuentan...

Mientras dada vueltas a este hecho surrealista, a lo lejos, por la vertiente francesa, un coche se detuvo, bajaron dos ancianos, cruzaron a España andando, me saludaron, les saludé, entraron en el supermercado de la venta, salieron con una botella de vino, se despidieron de mí, me despedí de ellos y se perdieron de nuevo montados en el coche por donde habían venido. 

Al rato otra pareja de ancianos repitió la operación y un rato después, lo mismo. Aparcaban en Francia, caminaban hasta España, saludaban, salían de la venta con una botella de vino en la mano y se volvían a perder carretera abajo. A la tercera vez yo me quedé mosca. ¿Esto qué es, un bucle? Como si aquello fuera un bug tan común en los juegos del Amstrad PC de disquetes de 5 1/4 a los que jugaba en mi infancia. Otra pareja... A la cuarta apuré el café y me largué de allí, de vuelta a Irroña.

Por la tarde la sensación de irrealidad no mejoró. En el Congreso, la representante del partido de la ETA subió a la tribuna y se puso a recitar los nombres de las víctimas de la violencia de género y le aplaudieron los que hace unas semanas no quisieron aplaudir a Abascal cuando recitó los nombres que el terrorismo nacionalismo vasco había asesinado, incluidas las 58 mujeres, 14 de ellas niñas. 

ETA ha sido la organización que más mujeres ha asesinado en estos 40 años de democracia, sin contar las que hirió o mutiló. Aún recuerdo las fotos de madres e hijas tendidas en el asfalto, abrasadas, con sus piernas y brazos amputados. ¿Ya nadie lo recuerda? Parece que no, al menos en la izquierda, que se le ha atrofiado la memoria caché.

¿Y si vivimos realmente en Matrix... o peor, en un fallo de Matrix? Y eso es todo.


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