• martes, 23 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

La gente pasa del euskera

Por Javier Ancín

Hace unos días se descolgó Uxue Barkos con unas declaraciones tremebundas, llamando euskarófobos a los que pasan de que el euskera se lo trague todo.

Manifestación por la muerte de Xabier Rey (05). IÑIGO ALZUGARAY
Manifestación en Pamplona por la muerte del terrorista de ETA Xabier Rey, 'Antxo'.. IÑIGO ALZUGARAY

Hasta donde yo sé, euskarófobos y euskarófobas míos, quizás esta noche ha estallado la revolución y le han prendido fuego alguno de esos centros de enseñanza de euskera privados pero pagados con dinero público, nadie va quemando ni gramáticas ni diccionarios de euskera por las calles de Pamplona.

A los que acusa de euskarófobos la presidenta Barkos lo único que quieren es que les dejen de calentarles los cascos con el euskera por tierra, mar y aire porque quieren que sus hijos estudien otras lenguas que consideran mucho más rentables para los tiempos modernos. O porque quieren que ese idioma tenga la dimensión real para poder optar ellos a un puesto en la administración también, y no una sobredimensionada que se lo impide, como la que están imponiendo ahora.

Euskarófobos son personas que quieren usar su libertad pero a las que la presidenta las quiere poner en mitad de la mira telescópica, para que callen y se dejen mangonear. El paga, en este caso impuestos, y calla que se oye por aquí desde hace mucho. Nada cambia, todo permanece.

En realidad, lo pensaba el otro día después de años de soportar tanta monserga con el idioma que nos quieren meter como un supositorio, el euskera es la lengua de muy poca gente en Navarra y no digamos ya en Pamplona.

Si obviamos el agur, otra moda, como cuando le dio a todo cristo con el ciao italiano, aquí puedes pegarte semanas sin escuchar una conversación en euskera por la calle. Yo, por ejemplo, asiduo consumidor a horas estrafalarias, escucho más chino, en esos comercios que me salvan la madrugada, que euskera durante las horas más normales, de oficina, por las calles y cafés de la ciudad.

A mí el chino me resultaría más útil que el euskera para mi discurrir diario, pero no voy dando el coñazo, como un predicador brasas con campanilla, sandalias, riñonera y bandera txina con la hoz y el Martínez (sic) por las aceras y los carriles peatón de Cuenca, mi calvito preferido, para que el txino sea obligatorio en los colegios y en la administración.

Lo que quería decir con esto es que una de las mayores falacias con la que nos dan la turra es con lo de que el euskera es la lengua propia de Navarra. Como para hacernos sentir culpables por pasar de ese idioma, como para hacernos chantaje emocional, a ver si cuela.

Pero vamos a ver, seamos serios. ¿Cómo va ser la lengua propia de Navarra una lengua que no la habla habitualmente ni el 10% de las personas de esta comunidad foral? Eso no es una lengua, joder, es un exotismo, como el que se planta a currar un casual friday con una camisa hawaiana o como el imbécil de primer ministro canadiense, Trudeau, con los calcetines de colorines o los disfraces que usa para hacerse el gracioso, mientras fuera, en el mundo real, caen chuzos de Putin (sic).

Si el euskera, que no lo habla ni Jaungoikoa, entre otras cosas porque no existe porque tiempo ha tenido en los últimos 40 años para aprenderlo, es la lengua propia de aquí, entonces el español, que lo escuchamos en nueve de cada diez conversaciones, qué es, la lengua impropia de Navarra?

¿Y el inglés, que prácticamente todos los menores de 40 años tienen al menos nociones para poder moverse con él por el mundo? Si el euskera no se habla más es porque la gente ha pasado de aprenderlo, porque ni lo siente como propio ni lo necesita para el universo que nos ha tocado vivir. Es lo que hay, un día también desapareció el latín y no se armó ningún dramita, cansalmas. A lo mejor es hora de asumir y echar la persiana, en vez de acusar tan alegremente a la gente de euskofóbicos.

De los que se tendrían que preocupar los que dicen amar el euskera es de los euskerófilos. Esos sí que les hacen daño. Un daño irreparable. El sábado pasado Pamplona se llenó de gente con mil ikurriñas, se llenó de gente con esos trajes regionales vascos de falda roja y cenefa negra, y muchas boinas. Se llenó de gente hablando en euskera, se llenó de gente, y de autobuses por lo que me contaba un chófer amigo mío guipuchi, que vino a homenajear a un terrorista que se había suicidado en la cárcel.

Toda la parafernalia vasca para rendir honores a un delincuente. Por no faltar, no se quisieron perder el circo de iru pistak que tenían montado ni los del cencerro en el culo poniendo la cabeza como un bombo al personal. Incluso en la pancarta estaba uno de los asesinos más sanguinarios que ha dado el pacífico y ejemplar pueblo vasco, con su idioma y su costumbres, al mundo.

¿Se le escuchó la presidenta Barkos clamar contra ellos por la utilización para exaltar a un criminal de los símbolos y lengua que nos quiere imponer? Qué va, contra esos euskerófilos no dijo nada, como siempre. Quien calla... otorga.

Y el alcalde de Irroña, más Irroña y ruin que nunca, poniendo tuits sobre el tema. Hay que joderse. Y yo no dejaba de preguntarme qué pasaría si el alcalde de Sevilla le diera por poner tuits, lloriqueando, si le daba a alguno de 'La manada' por entregarse por la vía rápida al hecho biológico, alegrándonos la primavera a muchos.

Están consiguiendo desde las instituciones, vete tú a saber incluso si de una forma consciente, que quien sienta fobia hacia euskera lo haga movido por un deber cívico, por amor al pacifismo.

Oponerse a una simbología, a un folclore y un idioma usado sin oposición alguna por terroristas no es fobia, es un acto de resistencia contra la barbarie. ¿Eso quieren? Pues enhorabuena, creo que si no lo han conseguido ya, poco les queda. Van por el buen camino asociando su idioma y su folclore al terror, sin que se oiga ni una voz, pero ni una, ya es difícil tanta unanimidad siempre, que proteste por ello. Y eso es todo.


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