Ah, el ecologismo, qué gran palabra, un concepto que como todos los que maneja la izquierda, feminismo es otro, no significa nada.
- sábado, 20 de abril de 2024
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Todas las causas que abraza la izquierda son solo palancas que utiliza para tener mayor control sobre la sociedad. A la izquierda le da igual la ecología, ellos viajan en aviones o te forran de plástico la ciudad como recientemente han hecho con las pancartas del uno de mayo; o el feminismo, odian a las mujeres de derecha, por ejemplo, y no tienen reparo en mostrar contra ellas una violencia machista que acojona. Ayuso ha sido su última víctima. Está loca, loca... llegando incluso a jugar con su acrónimo de su nombre: IDA.
La izquierda, que es una veleta que a toque de corneta cambia de dirección, anda últimamente loca con que paguemos por el uso de las carreteras, que a ver qué es eso de que sean públicas. Si quieres carreteras, te las pagas, fachita, dicen poco más o menos.
¿Os acordáis cuando lo más progresista del mundo era que las autopistas de peaje fueran rescatadas por la administración para que las disfrutara gratuitamente 'el pueblo’? Yo sí, los socialistas navarros daban mucho el coñazo con la gratuidad de la Ap-15. Ahora lo progresista es erradicar el coche de nuestras sociedades y mientras se acaba con él, freírnos a impuestos a los que lo usamos, que poco más o menos estamos poniendo en peligro de extinción a las Amebas del Tíbet septentrional por bajar a Tafalla por carretera.
El ecologismo solo es un Macguffin de los de Alfred Hitchcock que hace avanzar la trama ideológica de la izquierda para llegar a su objetivo final: más control social, es decir, restringir la libertad individual, y menos dinero en tu bolsillo, que necesitan tu pasta para sus gastos superfluos y sus redes clientelares de chiringuitos varios privados.
Venimos de pagar este invierno el recibo de la luz más caro de la historia pero para que no protestes te dicen que es para salvar las ballenas. El gobierno no quiso ni bajarnos el delirante Iva que ingresa para aliviarnos la carga, por el bienestar de los chinches del Kilimanjaro, será.
Ah, el ecologismo, qué gran invento para que te calles y les pagues. ¿Quién puede oponerse a conceptos intrínsecamente buenos? Hace falta ser fascista para no postrarse de rodillas ante el ecologismo.
La realidad es que nuestra sociedad es la más limpia de la historia, digamos, posterior a la revolución industrial. Las ciudades en España hoy están limpísimas, los ríos da gusto verlos y los coches tienen unos sistemas de filtrado que hace que el aire que expulsan sea casi más limpio que el que absorben. Basta ya con la farsa de que nos estamos cargando el planeta nosotros, unos pobres pringados que solo aportamos a un mundo de 7.000 millones de personas 46 millones. Si queréis un planeta más verde protestad contra China y la India. Pero da igual, porque esto no va de conseguir un mundo más limpio, esto va de otra cosa.
El ataque al coche, por ejemplo, es un ataque a la familia y a la libertad de movimientos, no una forma de conseguir un mundo mejor. Una pareja con hijos no puede funcionar sin coche. Es imposible. La ofensiva contra el coche viene de veinteañeros egoístas e insolidarios, tanto que les gustan estas palabras grandilocuentes, que pueden ir en patinete, despreocupados, sin obligaciones familiares y con agendas sin horas mercadas.
En nombre del ecologismo la izquierda te quiere hacer sentir culpable únicamente para que no rechistes y así poder meterte un sablazo inasumible por llenar un coche de palas, cubos y flotadores e irte con tu pareja y niños a la playa de veraneo.
Estoy hasta el moño del chepas de que en nombre de la ecología todo nos cueste más dinero, nos restrinjan más los movimientos y vivamos de forma más incómoda. O nos libramos de esta gentuza Psoe/Podemos o nos van a encarcelar a todos, y sin dinero ni para el economato del penal, en unas ciudades siempre con toque de queda, que le han cogido gusto al tema de que por la noche no se salga. Y eso es todo.
