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Opinión / A mí no me líe

El coñazo de Pablo Iglesias en Pamplona

Por Javier Ancín

Nunca había asistido a un mitin político y ya tocaba, que uno va teniendo una edad. Aprovechando que Pablo Iglesias esta mañana paraba por Pamplona, me he desvirgado.

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, interviene en un acto con la militancia del partido. MIGUEL OSÉS 4
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, interviene en un acto con la militancia del partido morado en Pamplona. MIGUEL OSÉS

Plaza del Castillo. 11.30 horas. Cero ambiente. Un tío con una bandera republicana dándose vueltas alrededor del kiosco, otro aporreando un acordeón para que le echen monedas, ruido, que tapa a otro que en el lado opuesto tocaba guitarra con más gusto. Frente al banco de Santander, de telón de fondo, han montado, se supone que los de Podemos, porque no hay ningún logo del partido, un ovalo de sillas que ya están en su mayoría ocupada por jubilados. La cosa promete.

Sobre una estructura metálica cuelgan, como cuelgan los ahorcados en las dictaduras, unas letras que forman una frase solo en euskera. Pregunto a un miembro de la organización, credencial al cuello, qué significa, y me dice que no tiene ni idea de cuál es su traducción. Le pregunto por qué solo está en euskera y la respuesta es la misma: ni idea. La cosa sigue prometiendo, promete que te cagas... vamos.

Yo pensaba que esto se iba a parecer más a un concierto si no de rock, al menos de algún cansino cantautor, que a una misa de curicas laicos que no saben ni lo que celebran...

Quedan 15 minutos, hay más expectación y nerviosismo entre la prensa, abundantísima, que entre la gente, que por lo que empiezo a sondear, están más por ver a alguien famoso, cotillear, que por asistir a un acto que pueda cambiarles la vida.

A mi izquierda, un grupo de jóvenes tienen dudas y las expresan a viva voz. "¿Ione Belarra es candidata por Navarra o por Euskadi?". Uno, que parece el enterado, dice que por Navarra, y varios del mismo grupo le contestan: "Ah, pues pensábamos que era guipuzcoana y se presentaba por el País Vasco".

Detrás de mí, un padre le pregunta emocionado, pero emocionado como si fuera a ver al papa de Roma, a su hija de cuatro o cinco años que quién va a salir del camerino en un rato. La niña, que tiene pinta de estar pensando en sus cosas y pasar de todo, contesta: "El yayo". Se me escapa una carcajada. El padre me mira con odio. Niña, tú sí que puedes... y vales. Chica lista. Estoy por largarme. Esta cría ya ha superado cualquier cosa que pueda escribir y lo ha resumido, antes de empezar, a la perfección. Vamos a ver al yayo. Los niños siempre dicen la verdad.

Llega Pablo en bus, se baja y firma algún autógrafo antes de refugiarse en la carpa blanca que tienen de corral VIP que los separa del pueblo. Y por fin, comienza el partido. Un chalado despliega una bandera de la URSS. Sale Pablete entre aplausos aburridos y una música de piano de dar vergüenza. Comienza a besar abuelas el coletas. La vergüenza ajena aumenta. Dios... qué hago aquí.

Y entonces soy consciente de que esto va a ser un puto coñazo de dar terror. Cuando yo pensaba que Pablo Iglesias iba a coger el micro y encender a las masas, 500 personas, mi gozo en un pozo. Comienza Aznárez en euskera, voz temblorosa. Dice Iruña/Irroña. Pasa al castellano y vuelve a decir Iruña/Irroña. Pamplona no existe. Cada vez le tiembla más la voz... y suelta el topicazo que tanto me temí que alguien soltara tarde o temprano: estamos en el cuartico de estar de la ciudad. Chupito.

Se enreda con el parking de la plaza del Castillo. Mezcla Pachamama con el autogobierno de Navarra. Y sigue con una ley de residuos que el PSOE, dice, llevó al Constitucional en otra clara muestra de ataque de nuestro autogobierno. Pues vale.

Salta al terreno de juego Belarra. Le gritan más alto que no se oye y sigue como si nada, con orejeras. Bla, bla, bla... sacamos muchos votos en Navarra... bla, bla, bla... Juan Carlos I, corrupto. Policía política nos persigue... bla, bla, bla... plurinacional, pueblos del Estado, bla, bla, bla... Y un chalado despliega una bandolera de Equo delante de mí y ya no veo nada. ¿Equo aún existe? Belarra sigue, verborreica: UPN, Cs y PP atentan contra el autogobierno. Bueno, pues ya queda claro cuál es el mensaje que Podemos ha venido a soltar esta mañana: el autogobierno y el España nos roba, que dice que el Estado nos debe dinero a los navarros. Perezón. Se despide pidiendo un aplauso para su madre. Copón... como las folclóricas.

Sigue otra tía que no sé quién es, senadora, dice, y empieza a agradecer, otra folclórica, a su madre no sé qué... Esto es insufrible... o aparece pronto el marqués de Galapagar o esto no remonta.

Turno de Mikel Buil. Primeras palabras para "Alchachu", se tendrían que poner de acuerdo sobre cómo se pronuncia: la derecha es mala, destruye, va al "Alchachú", ahora con acento en la u, a destruir a un pueblo... bla, bla, bla... ni una palabra de apoyo a los agredidos y agredidas. Que les den.

Hemos dado vergüenza ajena en Navarra también, suelta, haciéndole la pelota al jefe... ay, con un tonito tan rastrero que da grima. Y se aplauden. Todos se aplauden. Fuerte. Un poco de vergüenza ajena también da ese aplauso. Estos ya no saben ni por dónde les da el aire.

De pronto, uno del público le grita a Mikel que más internacionalismo, y el tío le dice que sí, bueno, pero que más autogobierno navarro. O sea, lo contrario.

Toma el micro otro pavo, senador, dice... Esto va de mal en peor: se pone estupendo, pero ni Cristo le escucha. Más gritos de no se oye. El senador se pica y se pone a gritar, desbocado, pero a las dos frases, decae y no vuelve a escucharle nadie. Parece más una reunión de tunos veteranos inscritos a los testigos de Jehová que un acto político. Se sienta.

Sale otra a soltar su chapa. Luego, otra... esto parece ya una clase de bachillerato eligiendo al delegado de clase. Ya no hay quien salve la movida esta. Es ridículo todo. Más gritos de no se oye. Por ahora, es el grito de la mañana. ¡No-se-oye, no-se-oye! Virgen santísima...

¿Esto cuánto dura? Tregua, me piro. Ya he desistido y me he sentado en una terraza a disfrutar de la mañana y a tomarme una cerveza, que el sol aprieta, hasta que salga el chepas.

Una emigrante le pide la nacionalidad a Pablo, oigo de fondo... la cerveza está fresquita y me da por hacerme una pregunta. ¿Qué nacionalidad espera esta? ¿La navarra, la vasca, la soriana, la del cantón de Cartagena, la del imperio catalán? ¿Cada uno con su pasaporte? La española supongo que no... o no al menos de este partido, Podemos.

Habla una jubilada: yo corrí delante de los grises. Chupito.

Y por fin, cuando ya estaba sopesando cortarme las venas... decido dejármelas largas y se opera el prodigio: sale Pablo, joder. Me acerco, a ver. Egunon Irroña, egunon Nafacroa. A Pamplona y a Navarra que les den. Y se embala... como cuando sale en la tele, atropellándose en un discurso sin discurso, como con ganas de acabar pronto y largarse, que uno no ha estado tres meses puteado limpiando culos para desaprovechar un sábado de juerga con los amigotes. A todo esto, ¿quién se habrá quedado con los críos? Irene Montero está en Canarias, de mitin también. La niñera. Seguro.

Pablo sigue con el raca-raca del autogobierno y autogobierno y autogobierno, vamos... localismo puro y dice que Ciudadanos quiere acabar con el autogobierno y más autogobierno. ¿Esta gente no habla de cosas sociales? Poco... o nada.

Luego se pone conspiranoico con que si Botín, Ortega, Florentino Pérez compran políticos y yo solo puedo pensar en qué demarcación los pondrá Florentino, si de portero, defensa, medio o delantero.

Tercer asalto, esto va rápido. Su guerra contra los medios: putos medios, y la plaza está llena de medios, que supongo que ninguno de ellos se da por aludido, porque se cree que ellos no son los putos medios. Siete cámaras de televisión enfocan a Pablete para silenciarlo.

Ahora bancos... bancos malos. Los bancos nos deben 60.000 millones de euros. ¿Esta trola por qué cala? Los bancos que nos deben dinero son los que estaban administrados por políticos, es decir, los que nos deben dinero son las cajas públicas. Contra eso, Pablo promete volver a crear cajas públicas. Cojonudo. La gente aplaude. La gente de Podemos podría aplaudir la caída de un meteorito. Se la sopla todo a todos.

Sigue. Habla de incubadoras en hospitales públicos que se han dejado de comprar con esos 60.000 millones. Que él sabe de lo que habla, dice, porque lo acaba de vivir con sus niños. Chupito. ¿Este tío no va a dejar de utilizar a sus hijos políticamente nunca? Ez... también con hache.

Y sin más, de forma abrupta, todo acaba... meten una canción de Kerobia, un grupo de Pamplona que canta en euskera y que, como Podemos, ya no existe y agur.

Sale de escena Pablemos repartiendo besos y bendiciones, entre un porrón de guardaespaldas, se montan en el autobús de lunas tintadas en menos de 5 minutos y se llevan el circo a otra parte, escoltados por un coche secreta con el pirulo puesto.

La gente decepcionada a mi lado diciendo que qué poco, que vaya discurso más corto... y a mí me ha parecido la eternidad. Un suplicio infumable.

Por cierto, me ha pasado Pablo cuando se largaba al lado de donde estaba tomando estas notas. Le he tendido la mano y me la ha dado... blanda. Y eso es todo.


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El coñazo de Pablo Iglesias en Pamplona