• jueves, 25 de abril de 2024
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Opinión / A mí no me líe

El coche es de fachas, salvo que seas Asirón

Por Javier Ancín

Ser libre es de lo poco que merece la pena en esta vida, alcalde, así que no joda más, por favor, y saque sus sucias manos de las palabras bonitas.

Joseba Asirón se monta en el coche oficial que utiliza a diario en Pamplona..
Joseba Asirón (Bildu) se monta en el coche oficial con escolta que utiliza a diario en Pamplona y que dijo que no usaría.

Coger un coche a la hora que quieras, para plantarte donde quieras, para hacer lo que te apetezca -ver un atardecer, un amanecer, darte un baño en el mar, acercarte a darle un beso a alguien, ir corriendo al hospital, hacer una mudanza, cenar con un amigo, viajar, ir de compras, a un concierto o simplemente bajar la ventanilla para que te pegue el aire, mientras escuchas música- es el regalo de los dioses laicos capitalistas más maravilloso del mundo. La democratización del coche es un triunfo de la clase media como pocos ha habido en la historia.

Los ataques a los coches siempre me han parecido que ocultan detrás un ataque a la libertad: al hacer lo que te de la gana, cuando te de la gana. Las tiranías, el nacionalismo socialista vasco del cuatripartito que padecemos no deja de tener esa pulsión en sus genes, siempre han querido controlar a las personas, llevarlas por su carril, estabularlas, reducirlas a masa, a pueblo, a mole. Que se queden quietecitos, que se cierren las fronteras, que no salgan, que no vean para que no se hagan preguntas luego. Por eso odian tanto el coche, porque el coche representa la libertad que ellos combaten.

Las dictaduras, aunque sean dictaduras posmodernas, necesitan rehenes. Y en eso están, inventándonos para nuestro bien carriles absurdos de peatones que no llevan a ningún lado -el hámster en su rueda-, demonizando el coche como el peor mal de nuestro tiempo. Ingeniería social, planificación de la gente, fábricas de borregos, como en la Txina de Mao: bicis, caminantes y dentro de nada, si les dejaran, hasta número de hijos o precedencia con euskolabel de las parejas.

Controlar. En eso consiste el fin último de esta ideología nacionalista socialista vasca del cuatripartito. Controlar y controlar: a tiros o a decretos. El método es lo de menos. El que funcione mejor en cada momento de la historia. Y el coche es por definición enemigo del control. El coche es anarquía y libertad. El coche es puta vida y velocidad, futuro, por eso no lo soportan.

El mecanismo para ese control es sencillo de explicar. La prostitución del lenguaje lo llaman. Fíjense en la palabra amabilización, ese momio creado por el ayuntamiento de Asirón para Pamplona. A partir de una palabra de aspecto positivo, amable, te levantan una guillotina para la libertad completamente negativa. Ahí está el truco.

En la Txina de Mao, volvamos a ella, a que la guardia roja reventara a hostias a la población desafecta con las tesis ortodoxas comunistas se le llamó revolución cultural. Otra palabra positiva, cultura, prostituida para tener la excusa perfecta para reprimir osados.

¿Estás contra la creación de una ciudad amable? Eres un puto facha. ¿Estás contra la cultura? Eres un reaccionario de mierda que solo merece la cárcel o mejor, la muerte. Los revolucionarios del siglo XXI somos los que los sublevamos contra ese uso del lenguaje tan perverso. Los aberchándales del cuatripartito entero son unos putos carcas antiguos que odian el progreso y la libertad de las personas, usen las palabras positivas que usen. Hay que decirlo más.

En esa loca carrera por el control, Asirón decidió que los coches tenían que desaparecer de Pamplona, pero él, déspota y mentiroso -valga la redundancia-, sigue usando coche oficial para desplazarse libremente. Tan malo no será entonces, alcalde, el coche, ¿verdad? De puerta a puerta, del despacho a casa o a donde le plazca cuando le plazca.

Que se lo digan a Aznarez, que se llevó el coche oficial hasta de vacaciones. A ver cuántos ciudadanos tienen ese privilegio, y gratis, que se lo pagamos todos. Para nosotros, la ciudadanía, el carril peatón y unas frecuencias demenciales de las villavesas, y que así salgamos cada vez menos, para tenernos mejor bajo su control.

La amabilización de Pamplona es una mierda que no cuenta con el ciudadano. Por eso cuanto más me la amabilizan, más de mala hostia me ponen. Y por lo que la gente habla (con disimulo, que si no te montan un pollo los gorrigudaris, esos fatxorros de catálogo otoño/invierno de camisas pardas, encargados de apretar las filas) sospecho que no soy el único.

Hay que ser valientes, decirles a la cara que saquen sus miserables manos de las palabras bonitas y nos devuelvan la ciudad más dinámica que teníamos antes, no cómo ahora, secuestrada por sus neuras paranoicas dictatoriales que la están aniquilando.

Que les den a sus sonrisas falsas y sus palabras cuquis de camelo con las que nos quieren llevar a su huerto carcelero y gris, a su control absoluto. Yo soy un jodido borde contestatario motorizado y malhablado que solo quiere seguir viviendo en libertad, a mi aire, con mi coche y mis cosas. Y que me dejen en paz. Sobre todo que me dejen en paz. Y eso es todo.


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El coche es de fachas, salvo que seas Asirón