• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / A mí no me líe

El asesinato del ingeniero de Ferrovial

Por Javier Ancín

Sobre una inmensa montaña de mierda las Txibites, Alzorriz, Cerdanes, Remírez y compañía cimentan su gobierno en Navarra. Ya solo nos queda contarlo... como un peón de ajedrez solitario.

María Chivite (c) presidenta del Gobierno de Navarra, accede a su escaño junto a los parlamentarios de EH Bildu, Maiorga Ramírez y Bakartxo Ruíz. PABLO LASAOSA
María Chivite (c) presidenta del Gobierno de Navarra, accede a su escaño junto a los parlamentarios y aliados de los socialistas de EH Bildu, Maiorga Ramírez y Bakartxo Ruíz. PABLO LASAOSA

Estuve viendo el otro día The Gentlemen. La última peli de Guy Ritchie. Un director bastante interesante. Recomendable. Mafiosos, intrigas, acción, poder y dinero... y muertes a sangre fría. Gente que se acerca a gente pistola en mano, le mira y como quien mira un mueble tirado junto a un contenedor, le mete un tiro en la cabeza dejando todo perdido de rojo, vísceras... incluso sobre el propio asesino.

Quién puede creerse eso. Je... es imposible, es cine, te dices para tranquilizarte. Tiras la caja de palomitas vacía a la papelera, sales de la sala y de camino al coche trasteas con el móvil. Twitter, por ejemplo. Y te topas, como me pasó a mí, con uno de esos tuits de Covite, asépticos, los hechos, siempre un asesinato, sin florituras, sujeto, verbo y predicado, información, que me revuelven el alma.

Era el aniversario del asesinato por parte del terrorismo nacionalista vasco del responsable de oficina de la constructora Ferrovial en Valencia. Constructora que había cometido la grave ofensa para el mundo aberchándal de optar a las obras de la autovía de Pamplona a San Sebastián, la que hoy usamos para ir a la playa o a comer pinchos. Te ha tocado, a ti, que estás en Valencia construyendo cosas, porque nos sale de los cojones. Muerto. Adiós.

En una de esas tres o cuatro o cinco vidas que ya he tenido, yo curré en Ferrovial, en un edificio que hay o había, yo qué sé ya estas alturas de mi película, en la madrileña calle de López de hoyos. Éramos unos tipos peligrosísimos en traje y corbata, enemigos del pueblo vasco por lo que se ve, que mientras comíamos el catering de José Luis, qué bien nos trataban a los trabajadores, que la empresa nos ponía a diario en la oficina, conspirábamos para acabar con el nacionalismo aberchándal a golpe de infraestructura civil o promoción de viviendas de obra nueva, con su correspondiente piscina en las zonas comunes.

Los amigos de los que le aprueban presupuestos al Psoe en Navarra entraron en las oficinas de Valencia de Ferrovial, que supongo que serían como las que yo conocí en Madrid, trincaron a un trabajador, que podía haber sido yo perfectamente, y a punta de pistola le obligaron a llevarles ante su director, un ingeniero. Entraron en el despacho, le miraron y le pegaron un tiro en la cabeza. Como en las películas... o peor, claro, porque esto es real. Demasiado real. Real hasta la náusea.

42 años. Mi edad hoy. Tres hijos. Tres hijos huérfanos. Para siempre. Para toda su puta vida. ¿Entendéis qué significa eso? Lo digo para todo ese estercolero moral que hay en el Psoe y en Podemos que ya solo quieren que pasemos página, qué más da que gobernemos con el partido que sigue homenajeando a esos asesinos, a esos crimínales que crearon huérfanos para siempre.

Olvídalo, haz como que nunca ha existido. No pienses nunca más, cada vez que pases por los túneles de la autovía de Leizarán, que el terrorismo nacionalista vasco le pegó un tiro a un trabajador de una empresa constructora porque no le gustaba que se construyera esa carretera. Como si a ti no te gusta el pan y entras en una panadería y le metes un tiro en la cabeza al vendedor que está allí despachando barras.

Sobre una inmensa montaña de mierda las Txibites, Alzorriz, Cerdanes, Remírez y compañía cimentan su gobierno en Navarra. Ya solo nos queda contarlo... como un peón de ajedrez solitario, sin ningún tipo de esperanza, para que alguien, alguna vez, pueda recordar. O solo por vergüenza, yo qué sé, de cómo aquí se asesinó de forma aún más cruel y sádica de como vemos en las películas, y que aún hoy, se justifican todos aquellos asesinatos... y no pasa nada, tan pasa nada, que Txibite es presidenta de Navarra gracias a un pacto con ese conglomerado que sigue pensando que lo que propiciaron, valió la pena.

Qué puto asco. Y eso es todo.


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El asesinato del ingeniero de Ferrovial