• viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 09:40

Opinión / Periodista, escritor y comentarista político.

Sin ganas

Por Isaías Lafuente

Hacer cuentas con Hacienda es una obligación anual que no se suele afrontar de buena gana. Incluso cuando se tiene una conciencia fiscal arraigada el farragoso proceso echa para atrás. 

Sucede además que en los últimos tiempos se acumulan noticias que nos hablan de un latrocinio extendido que se ha llevado por los desagües buena parte del esfuerzo consignado por los ciudadanos, sobre todo por aquellos que no tienen capacidad para sortear las obligaciones exportando sus ingresos a sociedades de papel radicadas a 8000 kilómetros de distancia.

El mal ha proliferado con tal eficacia que ha tocado a todas las instituciones y se ha instalado en todos los territorios del Estado. Desde la monarquía a la concejalía de un pequeño municipio, pasando por partidos, sindicatos, diputaciones, parlamentos* Aunque el presidente del Gobierno se empeñe en convencernos de que se trata de casos aislados o en reprocharnos que sólo pongamos la lupa en lo malo cuando poblamos un país lleno de cosas y personas extraordinarias, el argumento no cuela. Como no consuela a la víctima de un delito la incuestionable verdad de que la inmensa mayoría de las personas son gente bondadosa que no va matando a sus convecinos.

Comienza hoy el periodo para hacer la declaración de la renta. Y la Agencia Tributaria nos animará como cada año a cumplir con nuestras obligaciones fiscales sin que aún no nos hayamos sobrepuesto a lo escuchado a la abogada del Estado, Dolores Ripoll, en el juicio del caso Noos cuando, en representación de la Hacienda Pública, dijo que el lema "Hacienda somos todos" no es más que un eslogan publicitario. Tampoco olvidamos que el partido del ministro Montoro, al margen de hacer obras con dinero negro o tener decenas de imputados, se ha convertido en el primer partido imputado en España en un caso penal relacionado con la corrupción. Así que uno se sitúa ante el borrador de la renta sin ganas, para qué vamos a engañarnos. Pero volveremos a hacer el esfuerzo, porque es nuestro deber ciudadano, porque es de justicia y porque, afortunadamente, no todos somos iguales.


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