• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión /

Violencia en el fútbol

Por Gustavo Galarreta

La Ley contra la violencia en el año 2007 puso sobre la mesa las garantías legales necesarias para que dentro de nuestros estadios no tendrían cabida quien solo busca violencia en el fútbol.

Miembros de Indar Gorri entran en El Sadar al terminar el entrenamiento de Osasuna. MIGUEL OSÉS (2)
Miembros de Indar Gorri entran en El Sadar al terminar el entrenamiento de Osasuna. MIGUEL OSÉS (2)

Hace unos días, la sección sindical de CCOO en Policía Foral organizaba en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Pública de Navarra unas jornadas sobre la violencia en el fútbol, un interesante tema de debate y sobre todo de análisis.

Está claro que la violencia en el deporte es ahora mismo un problema a nivel europeo y en nuestro país también es uno de los problemas de primer orden para la sociedad española.

Pero aun más si cabe cuando ese problema de violencia ligada al deporte se da en el deporte rey; el futbol. Si repasamos la historia de la violencia en el deporte, volvemos a revivir imágenes de los años 80, a todos nos viene a la memoria aquel 29 de mayo de 1985 en el que fallecieron 39 seguidores de la Juventus de Turín y 600 resultaron heridos por los hooligans del Liverpool en el estadio de Heysel de Bélgica, o como 20 de octubre de 1982 se produjeron decenas de víctimas  mortales por las avalanchas producidas después de un gol en Moscú, el 11 de mayo de 1985 en el Bradford Stadium de Inglaterra se contabilizaron 56 muertos y más de dos centenares de heridos tras el incendio de una grada al celebrar un gol.

Está claro que este tipo de episodios ya no se dan en nuestros estadios, pero si vemos como la violencia adherida al futbol ha mutado a acciones violentas fuera del estadio. Allá por el año 1993 se creó un reglamento de prevención de la violencia en el deporte que tuvo como máximo exponente el mundo de fútbol.

El futbol español en los años 80 había copiado las acciones de violencia que se daban en el fútbol ingles, nacieron en España grupos ultras ligados a equipos de fútbol que tenían como altavoz las gradas de los estadios, desde donde se lanzaban constantes mensajes de odio y eran el caladero donde grupos ultras buscaban a sus miembros para realizar verdaderas acciones criminales.

No tenemos que olvidar que en aquellos años algunos de esos grupos ultras contaban con el beneplácito de las directivas de sus equipos, los cuales; les cedían locales, les proporcionaban entradas y desplazamientos gratis, etc.

Ya en los años 90 pudimos ver como en las gradas de los campos españoles se creaban verdaderos grupos ideológicos, que eran auténticos catalizadores de los grupos ultras, donde se lanzaban  mensajes que a día de hoy resultarían ser delitos de odio perseguidos por nuestra legislación.

Un recuerdo trágico de aquella época fue la muerte Guillem Lázaro, un joven seguidor del Español de apenas 13 años que falleció a causa del impacto de un artefacto pirotécnico lanzado desde la grada en el campo de Sarria en Barcelona, o la muerte en 1998 en el que Aitor Zabaleta, seguidor de la Real Sociedad que falleció a manos de un seguidor del Atlético de Madrid.

La Ley contra la violencia en el año 2007 puso sobre la mesa las garantías legales necesarias para que dentro de nuestros estadios no tendrían cabida quien solo busca violencia en el fútbol. Mucho se ha trabajado en este aspecto pero quien mejor lo sabe es uno de los ponentes de las jornadas, sobre las que trata este artículo, fue Esteban Ibarra quien dirigió el desarrollo del Observatorio sobre el racismo y la violencia en el deporte, todo un punto de inflexión para trabajar los verdaderos valores que deben acompañar el deporte.

Ahora nos plantamos en la actualidad con verdaderos problemas de violencia en el fútbol, pero ahora esa violencia se ha trasladado fuera de los estadios, no por deseo de los grupos ultras; sino por el trabajo de las FFCCSE que han desarrollado unos excelentes planes de acción sobre estos grupos dentro de los estadios.

En la actualidad a habido un aumento de los grupos más radicales que orbitan al rededor de nuestro fútbol, se estima que un 30% en primera división y un 60% en segunda. Pero lo realmente preocupante es el aumento de esa violencia en categorías regionales e inferiores, están aumentando los casos de; peleas, insultos, insultos racistas, invasiones de campo, etc.

Podríamos poner sobre la mesa un dato para que el lector tenga una idea de la magnitud del problema; en España cada fin de semana se celebran alrededor de 20.000 partidos de los cuales una de cada cincuenta y siete acabaron con algún tipo de indecentes, ese dato aporta un crecimiento del 25% al 40% respecto a la anterior temporada.

Pero si pasamos de lo global a lo local veremos que Navarra no se libra de esta lacra, que por desgracia es inherente al fútbol, Osasuna como principal referente del fútbol navarro ha sido propuesto para sanción y sancionado en varias ocasiones por acciones llevadas a cabo por el grupo Indar-Gorri y varios de sus miembros condenados por pertenencia a grupo criminal.

Un mal ejemplo de cómo los valores que atesora el fútbol son manchados por unos pocos. Son los estamentos del gobierno y del deporte quien tiene que aislar del deporte a estos grupos y la principal herramienta es la pedagogía a nuestros menores, debemos saber transmitirles que el fútbol es solo un deporte y quien no lo ama se dedica a mancharlo con acciones violentas.


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