• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 18:52

Opinión /

Violencia dirigida

Por Gustavo Galarreta

La ciudadanía tiene que tener claro qué espera cada uno de nuestras fiestas después del comportamiento demostrado.

Crispaciópn en la calle Curia con insultos y pitada contra los concejales de UPN. MIGUEL OSÉS
Crispación en la calle Curia con insultos y pitada contra los concejales de UPN. MIGUEL OSÉS

Una vez más, lo han vuelto a hacer. Me refiero a los de siempre haciendo lo de siempre. Se puede pensar que los momentos de tensión vividos durante los primeros días de nuestras fiestas de San Fermín corresponden a algo espontaneo y propio del calentón del momento. Pero nada más lejos de la realidad: corresponde a una campaña sistemática de tensionar las fiestas.

Viendo cómo se comportan algunas personas en los Sanfermines, año tras año, puede parecer que se creen dueños de la fiesta, ya que todos los años buscan su minuto de gloria, pero nada más lejos de la realizad, porque su comportamiento se parece más al del pata de nuestras fiestas.

Si buscamos la definición de violencia, el diccionario nos indica qué es: el uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo. Y por supuesto, es también la cualidad del violento.

Está claro que la violencia, cuando es analizada en un contexto como lo es la fiesta, puede darnos muchos parámetros respecto a este contexto, obteniendo violencia física, psíquica, verbal, emocional, sexual, interpersonal, etc. Pero me gustaría hablar de la acción de la violencia dirigida, que es la acción de dirigir a otros utilizando tu posición predominante o de referencia.

Es una de las acciones más peligrosas y más temerarias en cuanto a la repercusión que pueden tener en los demás, ya que no olvidemos que las fiestas de San Fermín son unas de las más importantes del mundo, tanto por el gran número de personas que disfrutan de ellas como por la repercusión que tienen.

Días antes de lo ocurrido se conoció como, por parte del Ayuntamiento, se prohibía la entrada a la plaza Consistorial de “banderas o telas de gran tamaño con las que se pueda cubrir a un elevado número de participantes, que puedan ocasionar movimientos de masas indeseados, o cualquier otro elemento susceptible de originar daños directa o indirectamente”. Te puede gustar más o menos, pero es una ordenanza y se debe cumplir.

Sin embargo, grupos políticos se dedicaron días antes del Chupinazo a caldear el ambiente con declaraciones que poco o nada tenían que ver con el buen devenir de las fiestas. Todo lo contrario, se dirigían a crispar el ambiente.

Hemos asistido a la violencia en la plaza del Ayuntamiento para entrar con grandes banderas; hemos visto cómo a algunos concejales poco les importan las fiestas y se dedican en cambio a generar crispación en la propia casa consistorial; y hemos asistido a la violencia gratuita en la calle Curia. Todos estos episodios responden a una acción previa, por lo cual, la ciudadanía tiene que tener claro qué espera cada uno de nuestras fiestas.


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