• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión /

Afganistán, la eterna guerra olvidada

Por Gustavo Galarreta

Donald Trump anunció hace unos días la nueva estrategia de EEUU en Afganistán, que supone un cambio drástico en su idea original de retirar las tropas.

Afganistán, la eterna guerra olvidada
Afganistán, la eterna guerra olvidada

Este nuevo enfoque estratégico se asienta sobre la premisa de que no va a anunciar previamente lo que las fuerzas van a hacer. "Las condiciones en el terreno guiarán nuestra acciones", fueron las palabras del presidente. En unión a esa estrategia se le suma su propia autorización para enviar hasta 3.900 soldados más a Afganistán.

Hace pocos días terminaba de leer el libro “ El retorno de un rey” de William Dalrymple que habla sobre la primera guerra Anglo- Afgana entre los años 1839 y 1842, que fue la mayor humillación británica del siglo XIX .

Una crítica del Financial Times indicaba  que este libro debería ser de obligada lectura para todo jefe de estado mundial que en algún momento de su historia decidiría intervenir en este país y yo como humilde lector secundo la propuesta, es de todos conocido como Afganistán ha sido un país donde grandes ejércitos han sucumbido a su orografía y a lo más importante; a la lucha de su pueblo, prueba de ello dan los ejércitos de; Alejandro Magno, el imperio británico, la unión soviética.

¿Pero que sabemos de Afganistán?, debido a que ha sido siempre una encrucijada en la las rutas del comercio su población se dividió siempre en varias etnias y lenguas, la mayoría un 40% son pastunes, pero luego le debemos sumar los; Tayikos,  hazaras, Uzbecos, Aimakos, etc. Las lenguas más habladas son el dari y el pastún aunque a estas hay que sumarle las distintas lenguas de las distintas etnias que pueden sumar hasta 20 dialectos distintos. Esta atomización de etnias e idiomas nos da una imagen de lo complicado que es trazar una estrategia geo-política o geo-estratégica en un país como Afganistán.

Este cambio radical de la estrategia de los EEUU en Afganistán no es más que un giro más en la brújula de las acciones extranjeras en Afganistán que durante siglos han intervenido en este país, cuando uno estudia los últimos  conflictos ocurridos en Afganistán se da cuenta que al igual que en otras intervenciones internacionales la estrategia primaria hace aguas por todos los lados. 

En 2001 los EEUU entraron en Afganistán con el objetivo acabar con el gobierno talibán que daba cobijo a Al-Qaeda y a su jefe Osama Bin Laden y siguen ahí hasta día de hoy, aunque los americanos en solo tres meses derrocaron al gobierno talibán en Kabul la guerra de guerrillas sigue día a día aumentando el número de bajas estadounidenses.

Fue nada más y nada menos que Barack Obama en su primer año de mandato, en un lugar icónico para el Ejercito de los Estados Unidos como es West Point; quien afirmo que la estrategia de los EEUU en Afganistán se basaría en la transición de poder militar al ejército Afgano para así poder realizar un repliegue de tropas americanas.

Pero a día de hoy después de tantos años, el statu quo persiste entre la insurgencia y las tropas de la coalición. Por aportar un dato; podemos indicar la cifra de soldados de los EEUU en Afganistán en la época de Obama; 122.000 soldados formaban el contingente. Fue Obama quien dijo que los americanos llevarían un soplo de democracia a la tierra afgana, sin parar a pensar si los afganos quieren nuestro modelo de democracia occidental en un país donde una sociedad tribal nunca se ha regido con los conceptos democráticos como nosotros los entendemos.

Si no se tiene en cuenta que la democracia en cualquier lugar del mundo se basa en un sustrato cultural propio y en su antropología local nunca podremos realizar procedimientos abiertos para intentar mejorar la sociedad de un país al que queremos ayudar.

Se tiende a pensar que los afganos siempre han luchado contra ejércitos exteriores, pero en periodos de entre guerras el pueblo afgano ha sufrido guerras civiles que han mermado más si cabe la sociedad, la guerra entre los Muyahidín y los talibán muchos de ellos venidos de fuera, cercenó la vida de 50.000 personas y llevó al poder a los talibán que con el apoyo exterior de Pakistán y Arabia Saudí  lograron mantenerse en el poder durante años.

El ejército español entre los años 2001 y 2015 también estuvo presente en tierras afganas, 102 bajas son el precio que pago España dentro de la misión de Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad para Afganistán, pero también dejó un trabajo ímprobo en la provincias de Herat y Badghis, territorio el cual gracias al trabajo de nuestros hombres y mujeres pudo tener unas vías de comunicación y suministros adaptadas a la nueva realidad del país. 

Esas infraestructuras siguen en esas dos provincias, pero también en Herat se ha construido el museo de la yihad donde se encuentra una colección de objetos abandonados por los ejércitos extranjeros que intentaron conquistar Afganistán; se pueden ver cañones británicos de la primera guerra Anglo-Afgana, tanques y aviones rusos, no a mucho tardar se completará la colección con Hummvee americanos y Land-Rover británicos, como muestra de que Afganistán es mucho más que un país de barro y opio.


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