• jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 13:32

Opinión / Periodista. Director de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española.

Chantaje al chantajista

Por Francisco Muro de Iscar

Durante años, Artur Más ha retado al sentido común, buscando mantener el poder a costa de lo que fuera.

Su incapacidad para solucionar los problemas de Cataluña y de la propia coalición que le sostiene le han llevado a desafiar al Gobierno central y a fracturar en dos una comunidad autónoma modélica en la convivencia, en la innovación, en la competitividad y en la generación de oportunidades.

Nunca hubo un profundo problema identitario en Cataluña hasta que el nacionalismo de Pujol lo convirtió en su razón de ser. Nunca tuvo Cataluña más poder de decisión y de autogobierno que en esta democracia y con esta Constitución que ahora algunos denuestan allí, pero que les ha permitido llegar soberanamente hasta el borde del precipicio.

Pujol estaba a años luz de la capacidad política de Artur Más para dirigir Cataluña y su partido. Tanto que supo engañar a los suyos en beneficio propio sin que estos se enterasen o, lo que es mucho peor, con su conocimiento y permiso. Fue un maestro del chantaje al poder central y supo colaborar con Madrid cuando era necesario y le convenía a sus intereses.

Pero, y eso es lo que más le diferencia de Más, Pujol conocía sus límites y dónde tenía que frenar. (He contado alguna vez que nadie en ninguna de las entrevistas que he hecho ha dicho más veces la palabra España, en positivo, que Jordi Pujol allá por finales de los 80, tal vez porque sabía siempre para quién hablaba).

Mas no conoce sus límites o está dispuesto a llevar a Cataluña a la bancarrota. En cada elección plebiscitaria ha ido perdiendo votos y escaños al mismo tiempo que extremaba sus posiciones independentistas. Pero en todo ese tiempo no ha solucionado ni uno solo de los problemas de Cataluña. El furor antiespañolista ha servido para tapar que Cataluña es hoy una comunidad más endeudada, con menos crédito y con menos futuro que hace diez o veinte años.

El chantaje de la CUP, con sólo diez diputados, es el penúltimo episodio de la tragicomedia. Y Mas sabe que es su prisionero. Si no declara la secesión inmediata y unilateral de España y la constitución de la República Catalana, así como un programa autogestionario de la economía, no le apoyarán.

Todo suena a chiste de pésimo gusto, si no fuera porque la torpeza y la soberbia de Mas han llevado a Cataluña un callejón sin salida, donde otro paso en falso podría suponer su salida de Europa y del euro, el cierre de toda posibilidad de financiación y un retrocesos de décadas para todos los catalanes.

Es muy difícil recomponer lo que ha originado Artur Más porque la insumisión que él ha predicado ya es norma operativa en muchos municipios. Cuando se vulnera la ley desde el poder, el poder pierde su autoridad y su respeto. Es necesario que los ciudadanos catalanes, los propios militantes de Convergencia y los empresarios y los sindicatos catalanes, con la mano tendida de las instituciones y los partidos nacionales frenen la deriva de Artur Mas, ante la que sus compañeros de viaje se frotan las manos. Nadie, nunca, pensó que iban a atreverse a llegar tan lejos para acabar en medio del caos y el descrédito.


  • Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
  • Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.
Chantaje al chantajista