• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Periodista. Director de Comunicación y Marketing del Consejo General de la Abogacía Española.

El inmenso valor del español

Por Francisco Muro de Iscar

"Lloro, río, toso, estornudo, bostezo, hablo, escribo y sueño en español" ha dicho el mexicano Fernando del Paso, Premio Cervantes de este año, que ha tenido un cierto mayor eco por coincidir con el 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes, pero que, pese a todo, no es suficiente.

Una celebración en el Congreso de los Diputados -enzarzados los diputados y diputadas en si son molinos o gigantes, como don Quijote y con la ausencia, incomprensible, de Pablo Iglesias o Albert Rivera-; fiestas y celebraciones en la calle, pero pocas y mal divulgadas; y un Gobierno también en funciones en los fastos cervantinos -poco activo, sin ningún entusiasmo, sin aprovechar lo que esto significa,- sin mojarse, sin empujar esta enorme industria económica que es, y que podría ser mucho mayor, el español. Cerca del 8 por ciento de la población mundial será hispanohablante en 2030, multiplicando por cuatro o seis a los que hablan ruso, francés o alemán. El español es un arma cargada de presente y de futuro que, sin embargo, no explotamos como, sin duda, hacen los ingleses.

Aquí andamos peleándonos para esconder el español en algunas regiones españolas, como Cataluña, donde lo que la Administración plantea es una guerra contra la lengua que más hablan sus ciudadanos y sin la que no se entendería su propia realidad, o dando patadas al idioma desde las instituciones oficiales en otras, como es el caso de Andalucía, y maltratándolo en casi todas las demás o, cuando menos, no cuidándolo cono sería necesario en la educación y en los medios de comunicación. El Ministerio de Educación tenía que haber incluido en los planes curriculares de este año una actividad transversal para empapar todas las actividades de la sabiduría cervantina. Tiempo perdido.    

¡Tenemos tanto que aprender en eso de los ingleses! Su industria del idioma no solo produce beneficios económicos importantísimos, sino que coloca a su país a la cabeza del mundo, porque todos los líderes mundiales -con matices si nos referimos a los nuestros- hablan en su idioma para entenderse entre sí. Solo el español puede dar la batalla al inglés como lo está haciendo, sin duda alguna en Estados Unidos, donde los hispanos representan ya uno de los grupos con mayor influencia y con un poder creciente. Si fuéramos capaces de extender la influencia del español, la actividad empresarial y los intercambios económicos serían mayores y lograríamos un importante crecimiento de nuestro PIB. La lengua como mercado, como soporte de comunicación y como idioma para el comercio. O la lengua para casi nada.

La celebración del 400 aniversario de la muerte del incomparable Cervantes está siendo insignificante. El Reino Unido, mientras tanto, se vuelca en celebrar a William Shakespeare. Cervantes no se merece una celebración de aniversario, sino un siglo entero porque es uno de los grandes entre los más grandes. Cervantes tenía que ser uno de nuestras fortalezas turísticas, como lo es Shakespeare en Londres y en otros lugares del Reino Unido. Hay 18 millones de alumnos que aprenden español en el mundo. Pueden ser el doble. Recibimos a más de 40.000 erasmus. Pueden ser muchos más. Ellos serán los embajadores de España en el futuro. Sólo hace falta que nosotros defendamos y potenciemos nuestro idioma, un valor seguro que, además, contribuye a vertebrar una nación que tiene entre sus grandes activos escritores universales como don Miguel de Cervantes.


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