• martes, 19 de marzo de 2024
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Opinión / Editor del Grupo Diariocritico.

Tengo sesenta y cinco: ¿es grave, candidato?

Por Fernando Jauregui

Cuando uno acaba de llegar a los sesenta y cinco, circunstancia que uno vive con la normalidad y dignidad imprescindibles,

qué le vamos a hacer, descubre varias cosas: una, que esa circunstancia, la de ser mayor de sesenta y cinco, la compartes con otros ocho millones y medio de españoles. Dos, que hay muchos que están deseando que te jubiles: no hay sino que leer los tuits envenenados (y sabiamente coordinados, porque vienen con las mismas faltas de ortografía, aunque de distintas procedencias) que te dirigen aquellos a los que no les gustan tus comentarios en televisión, pongamos por caso. Tres, que, en cambio, Mariano Rajoy está deseando que no te jubiles. Y por eso lanza, coincidiendo con la campaña electoral, una oferta de 'todo a cien' por la que, si sigues trabajando tras haber cumplido la edad reglamentaria para retirarte, te eximen de pagar el IRPF (buena idea; caray, podrían haberlo pensado antes). Y cuatro, consecuentemente, descubres que, tras tanto denigrar a los que hayan nacido antes de 1978 (Albert Rivera dixit, y pronto se arrepintió, claro), resulta que los 'yayoflautas' y asimilados tienen, tenemos, un inapreciable valor electoral: tanto, que el programa de María Teresa Campos se ha convertido en parada y fonda, o asilo si usted quiere, de aspirantes a La Moncloa, que saben que son precisamente los muchachos/as de la tercera edad los que pueden inclinar la balanza de una victoria contundente para según qué formación.

De manera que allí, con mi buena amiga María Teresa, tendremos este sábado a Rajoy, que hasta abandonó este viernes el Consejo de Ministros para grabar el espacio, en el que sin duda lanzará a bombo y platillo su oferta para los que queremos, o qué remedio, seguir trabajando tras haber rebasado las seis décadas y media, como a quien suscribe acaba de ocurrirle. Bueno, antes que Rajoy estuvieron por allí otros candidatos, todos más jóvenes que el presidente, que acaba de cumplir los sesenta y por eso, y porque peina canas, aunque las disimule, se siente autorizado para reivindicar la experiencia frente a la bisoñez, el valor de una trayectoria frente a las 'ocurrencias' de lo desconocido.

Quizá, y perdón si esta le parece a usted una columna interesada, ya que estamos en la campaña apropiada, sea llegado el momento de poner en valor el peso de esa llamada 'tercera edad', tan despectivamente tratada por ciertos 'emergentes' cuando, hace algunos meses, creyeron que se comían el mundo, descubriendo luego que hay que tener mayores cautelas: la gente mayor será mayor, pero también gente y, además, provista de un voto.

Lo digo porque escuché hace algunas semanas en una radio el testimonio de un joven, casado, con dos hijos y en paro, que proclamaba que "los 'yayos' son el elemento vertebrador de la sociedad española". Si lo sabría él, cuyos padres, ya jubilados, compartían con el joven matrimonio sus pensiones y, además, se hacían cargo de los hijos cuando la pareja salía a desempeñar algún trabajo esporádico. Sin la estructura familiar que pervive en España, hace tiempo que la catástrofe social de unas pensiones insuficientes, de unos hijos que necesitan la ayuda de sus padres, de unos nietos que tienen que ser cuidados por los abuelos muchas horas al día, habría provocado una crisis de consecuencias inimaginables.

Hacen bien, pues, nuestros candidatos en acudir al programa de la Campos, tras haber pasado por los de Bertín, Evole, Pablo Motos, Calleja, los deportivos radiofónicos y qué sé yo cuántos más. Lo importante es que se convenzan, y actúen en consecuencia, de que una sociedad se define por cómo trata a sus mayores. A ver qué nos dicen, al ejército gris, en el debate 'cara a cara' del lunes. Por lo demás, que no se preocupe el presidente y candidato a lo mismo: por mí, yo sigo alimentando la maquinaria que ellos manejan. Total, llevo así cuarenta años, de manera que alguno más, qué importa.


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