• jueves, 28 de marzo de 2024
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Opinión / Editor del Grupo Diariocritico.

Ni una barbaridad más

Por Fernando Jauregui

Llega un momento en la vida de todo ciudadano en el que tiene que tomar conciencia de lo que puede o no hacer en favor de su comunidad, de sus semejantes, de sus compatriotas.

La sociedad civil, tan débil en esta España nuestra, dominada por los 'aparatos' partidarios e institucionales, tiene, es cierto, bien poca capacidad de actuación en este sentido. Pero cada cual debe utilizar los instrumentos a su alcance como mejor pueda y sepa. Yo, hoy, solamente -y nada menos-- tengo esta columna, en la que no puedo permitirme el lujo ni de adornarme ni de andar con circunloquios. Así que, si usted me lo permite, voy a ir directamente al grano, asustado, como estoy, por las muchas cosas que están pasando y más aún por las que pueden pasar o no pasar ante los próximos, cada vez más urgidos e incoherentes, pasos negociadores entre nuestras fuerzas políticas.

1.- Creo, en primer lugar, en una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos como solución de futuro para una Legislatura regeneracionista que sea capaz, en un corto espacio de tiempo, digamos dos años, de introducir reformas sustanciales en el sistema legal español, comenzando por la Constitución y siguiendo por la normativa electoral. No estoy seguro de que ese gran pacto pueda estar presidido por una figura contestada -con justicia o sin ella; ahora es casi lo de menos- como Mariano Rajoy, que se aferra al cargo quizá más allá de lo que sería conveniente, aunque seamos capaces de comprender las razones personales y morales que le asisten.

2.- Pienso que, si no fuese posible esa gran coalición, a la que con tenacidad rayana en la tozudez inflexible se opone el líder socialista, tampoco nos iría mal (del todo. O sí...) un Gobierno PSOE-Ciudadanos. No sé si para ello tendrían que abstenerse los de Podemos -deberían hacerlo, por su propio bien- o los del Partido Popular -que no lo harán, desde luego--, pero, en todo caso, habría de ser un acuerdo sin hipotecarse con otras fuerzas. No todo vale para llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa. Mis dudas comienzan a la hora de evaluar la capacidad reformista de ese pacto, al que la mayoría 'popular' sería ajena y que, por tanto, carecería de los escaños suficientes para emprender según qué modificaciones de calado. Entonces, ese Ejecutivo PSOE-Ciudadanos no habría servido de nada.

3.- En ningún caso sería pertinente un Gobierno en el que participase activamente Podemos -otra cosa es que facilite, con su abstención, la gobernación de otros--. Y que no diese entrada a los pactos a formaciones que pudiese levantar suspicacias en relación con la unidad territorial de la nación. Podemos es una formación necesaria como 'crítica' con el sistema, pero, por su indefinición, resulta por completo inconveniente como parte de un Ejecutivo. Puede que ahora, a la vista de las previsiones que les arrojan las encuestas, Pablo Iglesias y sus compañeros se muestren más proclives al pacto, menos exigentes de vicepresidencias y ministerios, y hasta es posible que abandonen su altanería pasada, pero eso no aclara algunos puntos cuestionables de su trayectoria, entre ellos su financiación pretérita y sus propuestas, algunas imposibles, de futuro.

4.- Pienso que cometería un error muy serio Pedro Sánchez si, urgido por llevar el cambio a La Moncloa, precipitase un pacto de Gobierno con Podemos, lo que significaría una muy probable ruptura del acuerdo suscrito hace poco más de un mes con Ciudadanos. Entre otras cosas, porque, en ese caso, para ser investido necesitaría la 'complicidad' de fuerzas como Esquerra, Democracia i Llibertat o incluso Bildu, algo inaceptable para el 'votante medio' del PSOE en la mayor parte de España.

5.- Temo que las encuestas, que hablan de que el PP y Ciudadanos serían los únicos en mejorar sus resultados en unas eventuales elecciones en junio con respecto a las del pasado mes de diciembre, sirvan para precipitar este acuerdo entre PSOE y Podemos, más que para que Podemos, con tal de no ir nuevamente a las urnas, se abstenga a la hora de permitir formar un Gobierno PSOE-Ciudadanos.

6.- En todo caso, el vaticinio más seguro, si, como parece más probable en este cuarto de hora, no se llega a acuerdo suficiente alguno y se producen unas nuevas elecciones, sería que el Gobierno lo formaría una coalición entre el partido Popular -presidido o no por Rajoy, más probablemente esto segundo- y Ciudadanos, que siempre ha rechazado el pacto con Rajoy, pero no con el PP. Sería este un Ejecutivo en el que el PSOE, que tanto ha peleado contra la gran coalición, se quedaría fuera, lo que produciría, con toda probabilidad, el reemplazo de Sánchez en la secretaría general.

O sea, que las cosas están, objetivamente, como en la noche del 20 de diciembre, si exceptuamos el pacto, cada vez más debilitado, entre PSOE y Ciudadanos y si exceptuamos también, claro está, todas las torpezas que los líderes de las diversas formaciones han ido cometiendo en estos tres meses y medio de interinidad y dislates. Se trataría, lo imploramos, de que se haga ni una barbaridad más. Quedan apenas tres semanas para reflexionar y encauzar algunas cosas, que es algo que yo, sinceramente, a estas alturas ya ni espero. Mayor fracaso colectivo que el que estamos cosechando -ellos, por supuesto, sobre todo- ya no cabe.


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Ni una barbaridad más