• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

El 'viva' de Pablo: a lo mejor 2017

Por Fermín Mínguez

“Viva esta vida llena de sorpresas”, eso decía Pablo Ráez cuando tras su trasplante de médula le comunicaron que no estaba del todo limpio. Un mensaje que sacude al despedir este 2016 que hemos quedado en definir como fatal.

Pablo Ráez Martínez en una fotografía colgada en su página de Facebook
Pablo Ráez Martínez en una fotografía colgada en su página de Facebook

No hay más que ver los resúmenes del año. Hemos llorado como propias las muertes de cantantes, actrices, actores, los conociéramos o no, tuviésemos o no discos suyos. Hemos pintado nuestras fotos en redes sociales de banderas para rendir homenaje a los muertos (algunas banderas y algunos muertos, los de 2ª división nos duelen menos). Y nos hemos quejado amargamente de injusticias, desigualdades, decisiones políticas, resultados electorales, deportivos y lo que surgiera. Maldiciendo 2016 como culpable de todo.

Como si 2016 fuera un ente que pudiera tomar decisiones y ejecutarlas. Como si 2016 votase, o matase. Un mal año, decimos. Como mucho injusto, pero supongo que tan injusto como para cualquiera que pierda alguien a quien quiere. Pero era una queja en diferido, una queja de café, de buscar un par de canciones y poco más.

Por eso choca encontrar a alguien que ante la queja más real que puedes encontrarte, que es la de enfrentarte con la muerte, en lugar de bajar los brazos, ciscarse en el año o rasgarse las vestiduras del ego, decide asumirlo, agradecer la experiencia y apretar los dientes y seguir. El post es brutal, se lo dejo por si quieren verlo:

A los que no conozcan la historia de Pablo les diré que es un chaval que está promoviendo la donación de médula, que es un ejemplo de lucha contra la adversidad, que es una de las personas más vivas que están en  la red, que tiene una legión de seguidores, y que tiene leucemia. Y después de un periplo para encontrar donante, y tras la operación recibe esta noticia y lo que hace dar vivas a la vida. Y yo quejándome por Bowie y por Carrie Fisher.

La historia de Pablo me ha hecho enfrentarme a la realidad de mis miedos, miren que yo pensaba escribir una columna de ánimo parecida a la del fin de año pasado, aún a riesgo de que Tros me llamara Coelho para incordiarme a sabiendas de que no lo trago, pero me encontré con el viva de Pablo.

Y caí en la cuenta de que lo que más me ha dolido de las pérdidas sociales de este año, de las artísticas, es que han sido parte de mi vida, de algunos de mis recuerdos. Se mueren los cercanos, los de juventud, y a la vida le se le ponen unas orejas de lobo que asusta.

Así que para este 2017 los objetivos van a ser reales, conseguibles y celebrables. Nada de convertirme en runner profesional ni seguir donando dinero a fondo perdido a esa ONG llamada gimnasio; tampoco creo que aprenda chino mandarín, ni, muy a mi pesar, voy a ahorrar todo lo que debiera. Nada tampoco de objetivos cohelistas de ser mejor persona y alinearme con el universo.

Algo sencillo y de impacto. Dedicar más tiempo a los míos, y a mí (medible), seguir entrenando para poder jugar un año más (medible), bajar algo de peso pero asumir que no seré nunca como Mario Vaquerizo (medible y deseable); sonreír mucho y ser amable (comprobable); agradecer (exigible incluso…); celebrar todo lo que se tercie; leer mucho y seguir escribiendo todo lo que me dejen.

Y ya. Porque estoy seguro de que desde lo pequeño es desde dónde se crece, se mejora. Pero en la vida real. Quejándonos cuando proceda, diciendo que ya basta cuando nos toquen las narices y siendo valientes.

Porque uno nunca sabe cómo acaban las aventuras que decide empezar, y a lo mejor alguien monta un periódico digital con más ganas que seguridad y acaba el año con 30 millones de páginas vistas y más de 7 millones de usuarios únicos. A lo mejor. Y el esfuerzo da sus frutos.

Y a lo mejor Pablo vence a su enfermedad, pero lo que es claro que ya ha ganado todos y cada uno de los días que ha decidido luchar, y si sirviera de algo, mi respeto para siempre.

A lo mejor es cuestión de salvar lo que tenemos salvable. A lo mejor 2017 necesita que dejemos de quejarnos. Y que asumamos que van a venir mal dadas y que a pesar de eso saldremos adelante.

A lo mejor 2017 es nuestro año.

A lo mejor empezamos llorando para acabar cantando.

A lo mejor es cuestión de tener un objetivo y perseguirlo. Y luchar hasta el final, como en la canción. A lo mejor es cuestión de morir viviendo.

Oigan a lo mejor.

Hagan de 2017 su año. Y bailen. Hasta el final.


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El 'viva' de Pablo: a lo mejor 2017