• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

Elon Musk, trabajo y dignidad

Por Fermín Mínguez

Cuando lean esto no sé si Twitter seguirá abierto, si no, si en vez del pajarico azul habrá una foto del nuevo dueño poniendo morritos o si todo habrá sido un sueño, como en Los Serrano, pero lo que sí sé es que está siendo un esperpento toda esta historia.

A Elon Musk ya lo conocíamos, el creador de Tesla, que pasó de ser una de las mentes más lúcidas a ser el hombre más rico del mundo. Leyendo el histórico de entrevistas y artículos sobre él es curiosa la evolución, como alguien pasa de ser innovador y disruptivo, a alguien que huele a rancio según va ganando influencia y, sobre todo, dinero. No es un juicio de valor esto, es una opinión objetiva, créanme. Seguro que aquí hay rencillas, odios políticos y esas cosas que las esferas directivas nos dicen que hay y que nosotros, pueblo llano, ni conocemos ni entenderemos, pero también estoy seguro que hay bastante de imbecilidad en el señor Musk. Les compartiré un secreto, el resultado de un estudio objetivo y concienzudo para detectar cuando alguien reconocido, rico, famoso o político se ha convertido o se está convirtiendo en un imbécil: cuando baila en un acto público sin mover los pies, pero sí los brazos, y pone morritos. No falla. Fíjense. He llegado a la conclusión, validada por la Universidad de Hollygodbooted, por ejemplo, de que cuando alguien hace este movimiento está perdido. Además, por la cara que ponen, están convencidos de que están conectando con nosotros, pueblo llano, porque hacen una de esas cosas que hacemos, bailar, y con los morritos nos conquistan, sexy mother fuckers que son.

Fíjense, de verdad, hagan la prueba en Google buscando a quien quieran bailando. No falla. Si aparece este paso de baile están perdidos. Sirve para detectar la imbecilidad objetiva, y luego ustedes deciden si quieren tenerlos cerca o no.

(Aviso: este test no es válido en bodas, que ahí cada uno hace lo que puede para integrarse. Ahí podríamos hablar del que silba con los dedos y lleva la corbata en la cabeza, pero hoy no es el día).

Bueno, volvamos a Elon, una vez que ya ha dado positivo en el test de baile con morritos. Como sabrán ha comprado Twitter por un 44.000 millones de dólares, (para que se hagan una idea, hay más de cien países en el mundo con un PIB menor), y se ha venido arriba como gurú y referente. Pasa con frecuencia que cuando alguien llega a un puesto de responsabilidad se le ven las costuras, y confunde éxito profesional con capacidad personal. También nos pasa a nosotros, ojo, que cuando alguien triunfa económicamente en la vida lo elevamos al altar de los modelos a imitar, por lo que ha conseguido más que por cómo lo ha hecho.

Un visionario que no se rindió y que ahora amasa una fortuna, eso es lo que queremos ser. Y llenamos las redes, y los currículos, atención, de frases e intenciones sobre el esfuerzo y el ahorro, y la meta final. Encumbrando a imbéciles funcionales como el sr. Musk sólo porque ha sido un excelente modelo profesional. Y hay que separar, ¿no creen?

Este tipo ha decidido despedir a la mitad de la plantilla de Twitter, está en su derecho, y les envió un correo el día antes para decirles que mañana recibirían otro en el que sabrían si estaban despedidos o no, una especie de Operación Triunfo o Gran Hermano laboral. Bueno, todavía es peor, el correo cerraba diciendo que si no recibía nada, pregunta tú mismo a recursos humanos a ver. Una especie de, “oigan, que son ustedes muchos para despedir a la vez, y es normal que se nos olvide alguien”, todo muy humano, muy de líder a quien imitar, sí. Imagínense la angustia de esta gente al recibir el correo, y esa noche de agitación innecesaria.

Que si no es porque es Elon Musk, gurú de gurús, yo diría que es la típica estrategia de cobarde que se caga de miedo cuando tiene que enfrentarse cara a cara con las personas que habitan en el mundo real sin el escudo protector de su estatus o su cargo. Aquí lo de poner morritos igual no sirve, que igual te los parte alguien si se los pones a tiro. Me hago el valiente por correo, por red social, en la vida virtual.

Hay que saber diferenciar entre ser el dueño de una empresa, y ser el dueño de las personas que allí trabajan. Como dueño de la empresa, o responsable de la misma, se tiene poder sobre los contratos que se firman, las relaciones laborales, no sobre las personas.

Puedes decidir despedir a quien quieras, romper su contrato, claro que sí, porque la empresa es tuya, pero eso no da ningún derecho sobre las personas. Despides, cumples la ley, asumes sus consecuencias y listo. Pero hay que cumplir la ley y asumir las consecuencias, ambas. La mayoría de la gente a la que conozco trabaja porque lo necesita, ¿ustedes? Hay a quien le gusta más su trabajo, hay a quien menos. Hay quienes se sirven de él para mejorar y crecer, hay quienes lo usan para tener algo de lo que quejarse siempre y tener una excusa, pero cada cual es libre de trabajar como quiera siempre que cumpla su contrato.

Y esa es la clave desde mi punto de vista. La relación laboral se basa en un contrato, que se mantiene estable a pesar de los vaivenes emocionales. A veces convertimos el trabajo en modo de vida en lugar de en un medio para vivir, nos sentimos propietarios de algo que es pasajero, como para sentirnos importantes, necesarios. Esto elevado a la enésima potencia genera tipos como Elon, que son profesionalmente unos privilegiados, pero en la gestión personal se pierden. Pero los validamos socialmente, les reconocemos ese mérito, a Elon, a directores generales, a quien sea al que parece que le está yendo bien en la vida, cuando lo justo, y necesario, sería decir algo como  “oye, tigre, que te está yendo muy bien en esto, pero estás perdiendo pie por aquí, ándate con cuidado”. Que está muy bien ganar dinero, mucho dinero, pero que no se puede hacer a base de trampear, reducir derechos, o directamente robar a tus empleados. Que no es lo mismo ser listo que ser un listo.

Los validamos hasta el punto de que he llegado a leer un tuit de alguien que tiene 12 o 13 seguidores, alegrándose del despido de la gente de España porque una vez le bloquearon la cuenta por decir algo inadecuado. Un pintamonas al que nadie escucha celebrando un desastre laboral porque a él no le venía bien, y que ahora con Elon, supongo que serán amigos íntimos, claro, va a poder decir las tonterías que nadie escucha.. Así nos va, peones creyéndose reinas. Creo que era de Puertollano, por cierto

Ahora que me está tocando bucear en el mundo cooperativo, y estoy leyendo bastante para entenderlo bien, encontré un frase del promotor inicial de la Corporación Mondragon, el Padre Arizmendiarrieta, que venía a decir que el objetivo no debe ser generar ciudadanos ricos, sino sociedades ricas. Me gustó. Porque no impide que cualquiera de nosotros se forre, pero favorece que el entorno que produce la riqueza también se beneficie. Riqueza que genere riqueza, no riqueza que genere despidos.

Hay muchas empresas haciéndolo bien, invirtiendo en su gente, procurando un buen ambiente laboral, despidiendo a quien creen, claro, pero con criterio, orden, y sobre todo con justicia, pero esas hacen menos ruido, y sus directivos seguramente necesitan menos focos. Me atrevo a decir que hasta bailan bien, y no sacan morritos.

Pero preferimos el modelo Musk, con pasta y órdenes directivas, machote bailarín, seguramente porque nos gustaría tener esa capacidad de influencia y ese pastón. Creo que no merece la pena, de verdad. Es mejor hacerlo bien.

Sean buenos pero, sobre todo, sean felices. Y ya me dirán si funciona el test de baile y morritos, ya me dirán… sonrío.


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