• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

Te reviento

Por Fermín Mínguez

Hoy es la primera jornada de reflexión que nos toca en España este año, y la campaña ha dado para reflexionar y mucho, sobre todo por las formas más que por los fondos, y eso es una muy mala noticia.

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Una persona muestra en las papeletas las diferentes opciones políticas que tendrán los electores el próximo domingo en Navarra, día en que se celebrarán las elecciones generales. EFE/ Jesús Diges

Siendo honesto diré que he estado más desconectado de lo habitual de la política antes de esta campaña, con una sensación de deja vu continua cada vez que veía una entrevista, o leía declaraciones de los candidatos así que igual me cogió un poco por sorpresa el tono de la campaña en sí misma, estos 15 días de feria política que además vamos a tener la enorme suerte de volver a vivir el mes que viene para las autonómicas, municipales y europeas. A tope con las fiestas de la democracia, que no paren.

No sé a ustedes, pero a mi este tono de arrabal, pero de arrabal de navajazos no de tangos, me preocupa mucho, y no es una preocupación poética del tipo “¿es que nadie piensa en los niños?”, no, sino una preocupación real sobre el tipo de sociedad que estamos validando. Tengo la sensación de que estamos dejando que terceros construyan una estructura social que nosotros, que la pagamos, estamos manteniendo a pesar de no estar conformes. Algo así como dar dinero para que un hijo se compre droga y luego llorar su drogadicción, porque me cuesta creer que excepto la militancia cerril de los partidos, los grupis de la política, el resto estemos cómodos con el escenario que se nos presenta.

Ha sido una campaña chabacana y grosera, más radicalizada que anteriores a mi modo de ver donde además se han validado acciones que tendrían que ser repudiadas siempre por toda la esfera política, da igual quien las haga. Me viene a la imagen esa escena tan de dibujos animados donde algo presiona una manguera y se va llenando de forma exagerada sin que nadie se dé cuenta y de repente explota, ¿la ven?, pues eso, que estamos aumentando una presión que no sé si seremos capaces de aguantar como sociedad y quien pisa la manguera no tiene intención de levantar el pie para aliviarla.

Esta campaña ha estado cargada de insultos, de todovales con tal no de cuestionar al rival sino de perjudicarlo. Se ha tratado más de destruir la imagen del oponente que de construir la propia, así el otro, siempre el otro, ese ser maligno, ha sido mentiroso compulsivo, manipulador, traidor, ególatra, ladrón y vendido entre otros piropos habituales, pero hemos subido un escalón llegando a ser asesinos, maltratadores y hasta violadores. Sólo ha faltado un “te reviento” en los debates. Para colmo a los diferentes partidos les ha parecido fatal que hubiera agresiones contra los suyos por parte de los otros. De forma que los fascistas, de derecha o de izquierda según quien lo contara, han agredido a los regeneradores de la democracia.

Nadie ha sido capaz de decir que ninguna agresión es válida en democracia, nadie. Hemos validado que se critique o se insulte a otro por decir su opción política, bajo la soflama de que hay ideas que no son defendibles, generándoles cada vez más adeptos, porque no hay mayor ni mejor abono para lo marginal que el rechazo, que parecemos nuevos en esto.

La historia de este país ya ha vivido situaciones previas de este tipo, ya hemos tenido líderes adictos a la bronca y al enfrentamiento y esto llueve sobre la sociedad. Una clase dirigente bronca hace una sociedad bronca, si quien te dirige es un macarra tu realidad se macarriza, ¿no creen? Si es más fácil conseguir algo utilizando un gilipollas que un por favor no vale sorprenderse luego. Esto valida los vídeos de votantes amenazando con lo que harán cuando ganen, ese venirse arriba tan patrio, tan nuestro. Y valida también un escenario no solo de fake news sino de fake acts, donde no es fácil saber por ejemplo, si las pintadas que aparecen amenazando son propias o ajenas, ya que cualquier cosa vale como elemento de crítica al otro, y si no está me lo invento.

No sé si la clase política es consciente de su responsabilidad en la creación de un modelo de sociedad o sólo están centrados en la consecución de los votos que validen su forma de vida, en una especie de despotismo ilustrado actualizado, todo para el pueblo pero sin el pueblo, o sólo para mi parte del pueblo.

No me atrevería a sugerir cuál es el voto bueno, aunque me preocupa profundamente que haya opciones políticas que estén validadas desde el rencor y que haya quienes estén dispuestos a secundarlas, porque eso significa que hay a quienes esta opción les resulta atrayente. Esas etiquetas que agitan los partidos políticos para asustar a sus votantes no existen por sí mismas, existen porque hay personas detrás que las validan y las votan, no conviene olvidarlo. Las corrientes políticas, las opciones más radicales, no son virus como la gripe que se contagian involuntariamente, no, son realidades que se han transmitido y que hemos comprado y asimilado de manera voluntaria. Lo que sea que venga no será como aquel milenarismo que anunciaba Arrabal que llegaría, no nos equivoquemos: lo que deparen estas elecciones lo habremos traído nosotros, cada uno con su decisión. Porque las elecciones no las ganan las manifestaciones multitudinarias, ni las encuetas de voto, ni los actos creativos de rechazo, ni las pintadas, ni las sentadas, ni las pancartas, ni los lazos, ni las cadenas humanas, ni los anuncios de la tele, no, las elecciones las ganan los votos en las urnas, así de sencillo.

Y es una suerte poder votar como para no darle la importancia que tiene, que se nos olvida pronto el hambre cuando tenemos pan a diario. Que tengan una bonita jornada de reflexión, y el domingo no revienten a nadie, mejor voten.


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