• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Rosebud

Por Fermín Mínguez

La parte buena de tener amigos culturetas es que te cuestionan y te hacen revisitar clásicos  que tenías olvidados.

El otro día uno de ellos me preguntó si sabía cuál era “mi Rosebud”. Me tuvo que recordar Ciudadano Kane y la escena inicial donde Charles Foster Kane muere pronunciando “Rosebud”. Teniendo en cuenta que el 11 de febrero se cumplen 60 años de su estreno en España, me permito contarles el final, han tenido 6 décadas para verla, tiempo suficiente.

Pues bien, tras estar toda la película intentando averiguar el significado de la palabra intentando entender para qué o quién fue su último pensamiento como clave para entender una vida, la escena final muestra como queman viejos enseres de Mr. Kane. Entre ellos un trineo de niño en el que se puede leer “Rosebud”.

El magnate de la prensa y la política, uno de los hombres más ricos del mundo en su lecho de muerte echaba en falta su trineo de niño. Y la película cierra viendo arder a Rosebud.

“¿Cuál es tu Rosebud?”, me preguntó. Y llevo desde entonces viviendo en esa pregunta.

Tengo claro de lo que me quiero acordar hasta ahora. Pero Rosebud es una sola palabra, y como tenga que nombrar todo lo que quiero recordar tendría que convertir mi último suspiro en una galerna de intensidad moderada, y no es plan. No me seduce despedirme pareciendo Almodóvar recogiendo su Óscar. Quiero ser breve. Quiero reconocer mi Rosebud, y poder decirlo.

Por otro lado me queda un montón por vivir, o eso voy a intentar, y seguro que genero un buen puñado de Rosebuds que recordar y con los que despedirme. Seguro que la vida hace su criba, y la memoria, esa selectora caprichosa desecha unos momentos y potencia otros, así que la cosa se complicará.

Y pensándolo bien, que después de toda una vida recuerdes algo tan subjetivo como un recuerdo de niñez, con esa melancolía, con esa pena, no es nada bueno. Supongo que esto pasa cuando uno vive la parte consciente de su vida con rencor, a la defensiva, desde lo gris, y en lugar de intentar cambiar y ser feliz se busca teñir de gris todo lo demás. Qué pena tener que volver tan atrás para encontrar un recuerdo cálido.

Mejor dedicarse a generar momentos buenos, mejor hacer que cada persona con la que coincida tenga su Rosebud propio conmigo. Su recuerdo particular. Tiene que ser bonito que tu último suspiro sea reconocible por todas las personas que te quieren. Poder mirar atrás con la conciencia tranquila porque lo intentaste, y porque lo quisiste hacer bien. Ser bueno.

Creo que ya te puedo responder.

Sonreír, y mirándote a los ojos decir “Inténtalo, vamos. ¡Vamos!”  

Saber que lo que hice por mí, lo hice por ti.

Ese será mi Rosebud. ¿Qué te parece?


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