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Opinión / Sabatinas

Poder mirar hacia atrás (a.k.a. Honestidad)

Por Fermín Mínguez

No sé si empezar la Sabatina citando a Calamaro, a Kamala Harris o a mi padre, fíjense en qué punto estoy, lo que tengo claro en esta semana de vaivenes es que hay que apostar por valores perennes, y la honestidad es uno de ellos.

Piezas de un puzzle.
"La honestidad debe ser una obligación, aunque ser honesto no garantice el éxito".

Obviamente me he decido por empezar con mi padre, claro, sólo faltaba, y es su cita la que me titula hoy. Recuerdo perfectamente la tarde noche de agosto donde tuvimos esta conversación. Esta memoria fotográfica y selectiva que tengo y que hará que acabe demenciándome antes o después sin saber distinguir entre realidad y recuerdos, tiene de momento la ventaja de hacerme revivir momentos importantes. Esa tarde noche de agosto hablábamos de su vida, intensa, la mía, todavía no tanto, su juventud, sus negocios, mi vida en Madrid, un poco de todo.

Yo estaba ante dos disyuntivas para mí entonces muy serias, una profesional y otra personal, sabía qué iba a decidir pero estaba muerto de miedo por equivocarme. Movió el vaso con hielos, él con un Macallan reserva, yo con alguna ginebra cualquiera que siempre ha habido clases, y soltó la frase mirando al jardín: “Haz las cosas de manera que siempre puedas mirar atrás. Y si salen mal, que al menos puedas decir que fuiste honesto”. Luego sí me miró con esa cara de quien ha vivido más de lo que cuenta y con esa seguridad de que todo es relativo. Si supiera dibujar, podría reproducir esa mirada aquí mismo.

Estoy seguro de que he ido puliendo la frase con los años, limándola para hacerla más bonita, pero el concepto me marcó y lo arrastro siempre. A veces me ha ayudado y otras no, pero desde entonces les garantizo que puedo mirar atrás con honestidad. A algunas decisiones ya llegué tarde, y lo siento, pero desde entonces es un valor. Creo firmemente que la forma en la que se plantean las cosas, el cuidado que se le pone, y cómo se transmiten es una parte determinante del resultado final. De hecho hay que separar intención de éxito, porque si los evaluamos en conjunto, corremos el riesgo de que sólo prime el resultado final y estamos abonando el campo para oportunistas de saldo y, permítanme la expresión, tontolabas. (La RAE no la reconoce, y ya tarda)

Las campañas presidenciales en EE UU, (ahora le toca a Kamala, Calamaro para el final), me fascinan. Esa mezcla de show y filosofía sólo se da allí, me alucina. El otro día vi un video donde The Rock, el actor de Fast&Fourious y exluchador de lucha libre, daba formalmente su apoyo a la candidatura de Biden y Harris, que lo recibían encantados. Trataba de imaginarme algo así aquí, pero lo de Norma Duval y Julio Iglesias o el video de la ceja no es comparable. Pues bien, DJ les preguntaba cómo se iban a ganar el respeto de la gente, y Harris dijo que el fundamento de la confianza es la verdad, la sinceridad. Que confrontarse no es herir, que ser sincero también implica reconocer errores. Y me encantó. Hay que ser honesto para generar confianza, da igual que sea con tu equipo, con tus amigos o con tu familia. Vale que puede que sea una frase de campaña, pero genera esperanza un discurso que pone en valor la sinceridad. Al menos genera más confianza que un candidato que se maquilla con Doritos…

Hay que sembrar buenas intenciones, esto no es azar. Los ambientes propicios no surgen por casualidad, sino porque se trabajan. Hay que sembrar con el convencimiento de que se hace lo correcto, no por el hecho de cosechar después. La cosecha puede salir mal, porque inciden mil cosas, pero lo que es seguro es que si uno siembra zarzas no tendrá girasoles. Es más, a veces sucede que lo que no deja que la semilla florezca es la mano inoportuna de un mal jardinero, inseguro o incapaz, o ambas, que decide que la mejor forma de que no lo cuestionen es impedir que algo destaque a su alrededor. Hay que ser honesto y reconocer que hay quien lo hace mejor que tú, y aprender. Porque sembrar no implica recoger, pero la única forma de recoger es sembrando, no cortando. Semillas traen flores, podas traen hoces.

Hay un disco de Calamaro, y ya estamos todos, del que les he hablado más de una vez porque es disco de cabecera, Honestidad Brutal que cierra los agradecimientos diciendo que la honestidad no es una virtud, es una obligación. Y así tendría que ser. Actuar buscando lo mejor, honestar. Porque honestar existe como verbo, como acción, no solo se puede ser honesto en pasivo, sino que se puede honestar en activo.

Es responsabilidad de cada uno promover el ambiente oportuno para que ser honesto no sea la excepción sino la norma. La norma no puede ser tapar unos delitos con otros, sino que no se cometan. Ni mentir sobre el otro para intentar quedar bien, así solo se empequeñece. Tener alguien al lado de quien aprender puede que te haga mejor, pero lo que es seguro es que tener a un inútil nunca te hará mejor, igual no te cuestiona, pero no te mejora. Y aquí hemos venido a jugar y a ser mejores personas, ¿o no?

La honestidad debe ser una obligación, aunque ser honesto no garantice el éxito, sí que garantiza poder mirar hacia atrás con tranquilidad y quien sabe si habrá otros que sigan el ejemplo. Honesten ustedes, honestemos, y luego nos contamos a ver cómo ha ido.

El Macallan lo pongo yo esta vez. Sonrío. Y el northern soul.


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Poder mirar hacia atrás (a.k.a. Honestidad)