• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

La teoría de los pasos de cebra (o la empatía funcional)

Por Fermín Mínguez

Siempre he creído que la forma en la que uno se acerca a los pasos de cebra es el ejemplo más claro de ver las cosas del color del cristal con el que cada uno mira: no es lo mismo ser conductor que peatón. Y esto se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida, desde las mociones de censura a las evasiones de hacienda.

Dos pies ilustrados con los clásicos dibujos de un paso de peatones con semáfoto
Dos pies ilustrados con los clásicos dibujos de un paso de peatones con semáfoto

Quizás a ustedes no les pase porque son buenas personas pero a mí me desespera llegar a un paso de cebra de los que no tienen semáforo y encontrarme con un peatón de los pausados. ¿No les pasa? Porque hay peatones buena gente que pasan rapidico, pero luego están los que disfrutan de su momento de verde, parsimoniosos, regodeándose de su prioridad, ¿les suena?

Y uno sólo piensa en buscar el hueco para pasar el coche, y justo cuando aparece, llega otro peatón que lo cierra y si aceleras un poco para meter prisa, ralentizan el paso y te miran con aire de corrección, que pareces oír un “no, no, no” mientras apuran sus últimos segundos de supremacía con el semáforo intermitente. ¿No se dan cuenta de la prisa que tengo?, ¿es que nadie, NADIE, piensa en mi prisa?

Y luego está el día en el que toca ser peatón, y entonces me saca de quicio que no me dejen cruzar tranquilo, y la verdad es que podría darme más prisa, pero basta que pisen el acelerador para que se apodere de mí el ritmo tortuga y empiezo a cruzar con flow. Despacico (que no Despacito). Y ya si voy armado con silleta o con niño o persona mayor mi pachorra puntúa triple.

Y si el Fernando Alonso de turno pone cara de prisa, le clavo la mirada, hago un gesto señalando el semáforo, y le perdono la vida con una media sonrisa desde mi superioridad de peatón con semáforo en verde mientras pienso en que no se puede ir por el mundo con esa prisa.

Y así.

El peatón no piensa como conductor y viceversa, aunque sea la misma persona, lo que manda es la situación, la necesidad puntual, la funcionalidad. Que igual soy el único que tiene esta bipolaridad vial, pero me da que viendo lo que pasa alrededor, más de uno se suma, ¿o no?

Pensaba en la teoría de los pasos de cebra, (oigan que igual es mi comienzo como filósofo, o contertulio que da más beneficio), cuando veía la moción de censura presentada por Podemos proponiendo a Pablo Iglesias para presidente sin una mayoría en condiciones para salir adelante porque me recordaba a cuando Pedro Sánchez se propuso para presidente del Gobierno en las mismas condiciones. ¿Se acuerdan?

Porque se han venido a decir las mismas cosas que se dijeron, y esto no es la letra de un tango. Qué donde van sin garantía de éxito, que si es por lucimiento personal, que si es un gesto a la galería; esto se lo decían cuando no eran candidatos, cuando eran peatones del hemiciclo.

Pero cuando eran conductores, cuando eran candidatos, lo que se decían era también lo mismo. Que si no apoyarme es una cobardía, que es darle el poder al enemigo, que menos pensar en sí mismos y más en el futuro y en el país. Los mismos argumentos cuando la necesidad, la función era la misma. Lo único que no varía es el resultado, mismos polvos provocan mismos lodos. Y a seguir adelante con el lamento que toque, conductor o peatón.

Para que vean lo irrefutable de mi teoría de los pasos de cebra y ganarme mi puesto de tertuliano, llevaré el ejemplo a otro terreno: el fraude fiscal. Porque supongo que los conductores que se han hartado de dar bocinazos a Messi por su delito fiscal no se convertirán ahora en peatones con el presunto fraude de Cristiano Ronaldo, aunque me temo que no será así.

El hecho de ver a Cristiano vestido con la camiseta del Manchester para ilustrar la noticia, que ni es su equipo actual ni está en España donde se ha producido presuntamente el delito por si dudaban, me hace creer que predominará la posición frente al dato objetivo. Y no está bien que prime la vinculación al delito, ¿no les parece? Si tiene que pagar que pague, y si se le tiene que juzgar, que se le juzgue, como a Messi y como debiera ser con todos los defraudadores de este país. Ojalá me equivoque, pero va a primar la situación en la que llegamos al paso de cebra frente a las normas de circulación vial.

Y así nos va. Queriendo tener siempre razón. Más enfrascados en defendernos que en avanzar, y sería mejor asumir que algunas veces seremos el mosquito y otra el parabrisas, como cantan los Dire Straits. Pero que ni aprovechar cuando nos toque ser parabrisas para llevarnos todo por delante, ni creer que como mosquito atravesaremos el cristal nos llevará a ninguna parte.

Las causas justas hay que defenderlas siempre, las haga quien las haga, y las injusticias igual, no por ser de nuestros afines se convierten en justas. Empezaré por aplicarme el cuento en los pasos de cebra, aunque así no creo que llegue a tertuliano.


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La teoría de los pasos de cebra (o la empatía funcional)