• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

Osasunica

Por Fermín Mínguez

El año pasado sólo fui a un partido de Osasuna, el de la última jornada en Sabadell. Esta temporada mi primer partido espero que sea el del sábado que viene en Girona (Córdoba me pilla más a desmano).

Celebración del primer gol de Mikel Merino en el partido de play-off Osasuna-Nastic.(5). IÑIGO ALZUGARAY
Celebración del primer gol de Mikel Merino en el partido de play-off Osasuna-Nastic.(5). IÑIGO ALZUGARAY

Escribo desde el convencimiento de que hoy en Tarragona nos meterán un gol, cuatro postes y tres largueros, veinticinco uys, los últimos cinco minutos desgañitándonos con “San Fermín, San Fermín” y la catarsis habitual del pitido final.

Lo curioso es como nos iguala este sentimiento osasunista, este padecer rojillo. Con una situación tan enrarecida en lo político, en lo social, en lo que quieran pensar,  llama la atención como casi todos somos osasunistas. En Navarra hablo, claro, fuera nos quieren un poco menos. Incluso en lo que parece más increíble, nos iguala en lo futbolístico en los grupos de whataspp. Tengo un grupo de estos, que es como una zorrera, con mis amigos de toda la vida donde están perfectamente diferenciados dos grupos: por un lado los que entendemos de buen futbol y por otro los que son del Madrid… pues incluso ahí cuando juega Osasuna se escapa un “Vamos rojos”, un “aúpa Osasuna”, o algún comentario sobre el brujo de Campanas.

Hay algo en la épica de Osasuna que nos arrastra, que nos marca y que nos identifica más allá de las decisiones racionales. Somos de Osasuna incluso cuando no queremos.  Supongo que tiene que ver con lo que mamas de pequeño, con esos sueños infantiles en los que queríamos ser futbolistas. No sé cuántas cosas recuerdo de 1990, pero recuerdo perfectamente que fui al cine el 30 de diciembre con Miguel, a los Príncipe de Viana, y a la salida su hermano David vino a decirnos que Osasuna había ganado 0-4 en el Bernabéu. No recuerdo qué película fuimos a ver, pero recuerdo el 0-4.

Cualquier fanatismo deportivo es irracional, pero hay algo de vinculación personal en el osasunismo, de reconocimieto de la raíz. Es curioso, por ejemplo como muchas de las cosas que nos achacan, o nos achacamos los que vivimos fuera, del navarrismo cerril cobran sentido con Osasuna. Como lo que nos separa de Navarra cuando nos ponemos snobs, que nos ponemos, desaparece con Osasuna. En el partido de Sabadell hice todos los topicazos del navarro. Ir de rojo, cantar el Riau-riau, invocar a San Fermín, etc. etc. etc. Y me pareció lo más normal de este mundo.

Creo que me reconcilia con mis orígenes, pero también me permite militar en el navarrismo de forma neutra, sin las etiquetas temporales de gobiernos chapuceros, de personajes que potencian su navarridad vistiéndola de Dios sabe qué cosas, incluso de los que reniegan de ella creyendo que no es suficiente y proponiendo ser otras cosas que ya somos por ser navarros.

Más allá del negocio del fútbol es esperanzador creer en un equipo que cuando mejor le va es cuando confía en lo que tiene en casa, en lo propio y que gana sus partidos por rasmia y con alguna dosis de azar, pero sobre todo por fe, por saber cuál es su sitio. Por construir un objetivo a largo plazo hecho de muchos a corto.

Me gusta pensar que este optimizar los talentos con los que te toca jugar puede aplicarse a cada uno de nosotros, que si cada uno jugamos los 90 minutos de cada partido sabiendo sufrir y conscientes de que se puede ganar, quizás subamos de división, porque al final vale lo mismo subir al primer intento que en el último segundo del último minuto del último partido posible.

Cuando Osasuna suba me alegraré, mucho. No solo por los osasunistas militantes, que conozco muchos, o por la ciudad y la repercusión que tendrá, sino porque supondrá un ejemplo de que la constancia puede tener recompensa. No solo por presupuesto, o por un juego de tiralíneas, sino por persistir e ir cumpliendo objetivos.

Me gusta esta forma de no dejar de creer, de celebrar las alegrías porque son menores que las decepciones. Es más fácil ser de un club grande, y lo dice un culé medular en lo futbolístico, así que respeto total a los que militan de continuo en los clubes pequeños. Mi militancia intermitente culminará quedándome afónico en Girona. Sólo os pido un favor, no esperéis hasta el minuto 94, con que lo zanjéis en el 89 me conformo.

Gracias por creer. Volveremos. Y bien pronto.

No te podemos abandonar. (Palmas y soul).


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