• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

"Ni siquiera sabíamos que éramos pobres"

Por Fermín Mínguez

No podíamos ni intuir en esa burbuja de felicidad cotidiana la que se nos venía encima, y ahora añoramos lo básico como si fuera excepcional.

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"Comparado con lo que consiguió luego puede que mirara con lástima al niño que fue, pero era feliz, y la felicidad no es comparativa. Se es o no se es, y ya está, no se es feliz contra nadie".

Se lo escuché a Scottie Pippen esta semana en El último baile, la serie documental sobre los Chicago Bulls, hablando sobre su infancia. Me pareció muy tierna esa inocencia infantil. Luego me recordé en febrero y no me lo pareció tanto.

Hablaba de cómo era su vida de niño, siendo el menor de doce hermanos, con un padre postrado por un ictus y otra hermana con discapacidad sobrevenida. Él hablaba con cariño de días felices. “Ni siquiera sabíamos que éramos pobres”. Hay quien dirá que eso fue lo que le permitió ser feliz, pero es que quizás esa era la felicidad. Comparado con lo que consiguió luego puede que mirara con lástima al niño que fue, pero era feliz, y la felicidad no es comparativa. Se es o no se es, y ya está, no se es feliz contra nadie.

Estoy convencido de que cuando mire atrás a esta mierda de semanas en las que ni decidir por mí mismo puedo, semanas en las que es muy fácil entrar en la barrena de la queja, seguramente diga que era feliz. Igual de feliz que era los sábados después de jugar un partido de rugby y de arrastrar lo que me queda de deportista entre golpes y empujones, pero no lo decía. O igual de feliz que era paseando con mi hija y me enfadaba porque no me hacía caso. O en esas cervezas porque sí en la comida de los miércoles. Eso que ahora llamaríamos plenitud y sin embargo obviamos por cotidiano.

Ni siquiera sabíamos que éramos felices.

No podíamos ni intuir en esa burbuja de felicidad cotidiana la que se nos venía encima, y ahora añoramos lo básico como si fuera excepcional.

Somos expertos en tirar oportunidades presentes esperando éxitos futuros, y para formar lodos hacen falta polvos. Renunciamos a lo pequeño porque no es grande, en lugar de disfrutarlo y dejarlo crecer, la cultura del pelotazo reloaded.  Luego nos quejaremos de que siempre son los mismos los que sacan provecho de estas situaciones, pero es que lo ponemos a huevo.

Hay una oportunidad real de aprender de esta situación, de poner los pies en la tierra y recuperar valores y actitudes que perdimos o preferimos olvidar porque no sabíamos que éramos felices. Sin embargo, seguimos mirando a un futuro mejor que nada tenga que ver con lo que estamos viviendo ahora. Otro futuro, que otros nos traigan, que no nos cueste mucho. Qué más da todo lo que pueda quedar en el camino mientras no sea lo mío.

Y en esas estamos, volviendo a las andadas de las discusiones políticas baldías. Más preocupados por salir limpios de esto, que por mancharnos intentando arreglarlo. Por negar lo que dijimos en lugar de admitir que es insuficiente lo que estamos haciendo. Empeñados en enfocarnos en ver lo pobres que somos en lugar de buscar la forma de ser felices.

Bastante difícil es tener ánimos cada día y empujar para sacar esto adelante, como para que nos recuerden que vamos a tener que hacerlo solos. Hagan el favor, todos aquellos que quisieron asumir un papel público, en esforzarse en ayudar y arrimar el hombro en lugar de buscar culpables a sus desgracias y penas de primer nivel. Que mientras ustedes se indignan porque alguien les afea la conducta o les saca las vergüenzas, estamos millones haciendo malabares para ser felices o al menos sembrarlo. Haciendo un Scottie Pippen, saliendo a pesar de las dificultades. Queriendo ser felices porque no queremos saber lo pobres que podemos ser.

Dice la canción que cierra hoy, que sí podrías creer en el cielo si el cielo fuera todo lo que has conocido. Y tiene razón Billy Corgan, ¿qué pensarían que es la felicidad si sólo hubieran sido felices? Oigan, que igual es hoy el día perfecto y nosotros ocupados en quejarnos, en que si esto era mejor antes cuando no había problemas. Miren, los que vengan a sumar, que se queden. El resto, vagos, vanidosos, ególatras y resto de fauna que no está pasando, ni lo pasará, medio mal porque su pan depende del trabajo de otros y no del propio, búsquense una llorería grande donde montar el numerito, pero déjennos intentar salir de esta y ser felices. Y si les duele que les destapemos las vergüenzas, también pueden elegir irse, con tanta paz como descanso dejarán.

La canción también dice que esto ya se está acabando.


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"Ni siquiera sabíamos que éramos pobres"