• jueves, 18 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Luciérnagas

Por Fermín Mínguez

Siempre me han gustado las luciérnagas, me fascinaba verlas de pequeño, cómo se encendían y volaban buscando otra luz, ¿las recuerdan?

Siempre creí que lo que hacían era guardar luz durante el día para poder encenderse de noche, como si fueran fosforescentes, como esas pegatinas que iluminabas de día y a la noche brillaban en la oscuridad. También pensaba que era algo estético, que se encendían porque sí, para hacer bonito. Resulta que no, que es más complejo.

Se preguntarán que por qué les meto la chapa hoy con las luciérnagas. Lo primero es porque son bonitas, y creo que hay que hablar de las cosas bonitas por el hecho de serlo, no sólo hay que hablar de productividad y sufrimiento, sino también de lo bonito. Lo segundo es porque me ha parecido un símil perfecto el de las luciérnagas para describir a esas personas que están en tu vida de forma discreta, apagada, pero que no dudan en encenderse cuando las necesitas. No se ven cuando hay mucha luz porque son discretas, o porque cegados por un foco que nos deslumbra, no somos capaces de mirar lo pequeño que nos rodea y descubrir quien está esperando. Muchas veces el día a día, o esos vendedores del humo del éxito profesional y la mejora personal nos encienden un foco brillantísimo delante y, embobados, nos dirigimos a él como las moscas a esas trampas eléctricas que cuando se acercan les meten una descarga y las fríen, ¿saben cuáles son, verdad?

En la vida real no sueles morirte cuando te acercas a esa luz, menos mal, pero te llevas una descarga que te deja frito la mayoría de veces, sales despedido del zambombazo que te mete. La luz se apaga porque ya ha hecho su función o porque ya no le interesas más, y es entonces cuando aparecen la luciérnagas. Cuando te cuesta ver qué pasa alrededor, a oscuras y confundido, todavía con los ojos nublados del fogonazo anterior, cuando cuesta enfocar: ahí es cuando se encienden las luciérnagas. Para guiarte, para decirte que ahí están, que con eso vale, no hace falta eso tan poético de mostrarte el camino, aquí cada cual que camine por donde quiera y pueda, pero ellas se iluminan siempre. Ahí tomas consciencia de lo que has ido haciendo bien por el camino, de las personas que están dispuestas a encenderse por ti a pasear de los años, la distancia, el coste o lo que fuera. Esto no es casual, como casi todo en esta vida, esto pasa por algo, ¿les cuento mi teoría? (Como no me pueden contestar,  podemos hacer como en los libros infantiles de elige tu propia aventura. SI quieres conocer la teoría, sigue leyendo, si no, vuelve al inicio o a la página de Osasuna)

Si has decidido seguir, ésta es la teoría.

Las luciérnagas no se encienden por fosforescencia, como decía antes, sino por un proceso químico que no sabría explicar pero que se activa mediante el oxígeno. Resumiendo mucho, las luciérnagas tienen una sustancia, la luciferina , ojo con el nombre, que cuando absorben oxígeno produce luz. Tienen que darse al menos dos condiciones para ser luciérnaga. 

La primera es tener células especiales para brillar, que en el caso de las personas tiene que ver más con la voluntad de hacerlo. Seguro que conocen un montón de gente cuando hay foco, como bolas de discoteca, y brillan mucho y fuerte pero cuando se apaga la luz principal no valen para nada, ni como almohada de lo duros que son. También conocerán los que tienen un chorro de luz a base de pagar bombillas y facturas de luz desorbitadas, que acaban igual cuando se acaba el dinero o lo que es peor, han producido una luz tan fuerte y tan caliente a veces, que han arrasado a quien tenían alrededor, cegados y quemados, por una luz que iluminaba pero no encendía.

La segunda condición es que tiene que haber oxígeno para que se produzca, esto me fascina. No brillan porque reflecten o recojan la luz de otros, no, brillan porque tienen algo dentro que cuando lo oxigenan brilla. Lo que hace que las personas brillen no es la intensidad, ni la exposición a la luz, ni el imprimiendo estricto de alineaciones, que va, lo que hace que brillen es dejarles respirar. Dar el espacio necesario para que crezcan, para que den lo mejor de sí. Y esto no pretende ser ni poesía ni autoayuda, ojo. Les propongo un ejercicio para que lo prueben (sí, me estoy viniendo arriba en las Sabatinas, lo próximo será un video interactivo…)

Piensen en esas personas luciérnagas que tienen cerca, que no debería ser difícil, porque luciérnagas, luciérnagas, no hay muchas, y piensen en qué momento de su vida aparecieron. No en cuándo se han encendido, no, sino cuándo aparecieron.  Me atrevo a asegurar que estaban ustedes en un momento al que seguramente volverían como personas. Que brillaban, que se habían encendido y otras personas que buscaban esa luz bonita se acercaron. ¿A qué sí? Les he de decir que lo de encenderse de las luciérnagas es para un tema de apareamiento, pero en nuestro caso vamos a darle un contenido menos de cerebro reptiliano y más del neocortex, el evolucionado, ¿les parece?, aunque como especie evolucionada, viendo las noticias lo justo, pero en fin.

Me gusta pensar que las luciérnagas que se iluminan a mi alrededor ahora lo hacen porque en algún momento les aporté el oxígeno necesario para poder brillar y que lo han guardado cuando para usarlo cuando ha hecho falta, no me digan que no es bonito. Las lealtades no se generan por deuda, eso sería una hipoteca, sino por voluntad. En las amistades y en las causas justa se milita, y es un tema más de compromiso que de obediencia debida. Decido encenderme para ti, y tú sabrás si lo necesitas o no, pero me enciendo. La decisión de prestar ayuda no implica que el otro quiera recibirla, y si la rechaza estará bien, pero las luciérnagas de verdad siempre se iluminan por si acaso. No se trata de alumbrar a chorro, sino de dar el oxígeno que permita hacerlo, no lo olviden. Y el oxígeno, a diferencia del foco de discoteca, no llama la atención, no se ve, no necesita ser el centro. El oxígeno puede ser una llamada, un mensaje, una caja de discos, una comida, unas cervezas, otras cervezas más, un consejo, un asesoramiento, un meme giratorio, mil cosas. El oxígeno es algo que damos al otro y que lo respire como quiera.

¿Saben una última cosa curiosa de las luciérnagas? (No, dinosla, por favor)

Que la luz que emiten es una luz que apenas desprende calor, consume poco pero cumple su función, sin artificios. Hay alguna especie de luciérnaga en la que el adulto no se alimenta, para que vean si consumen poco. No se lamentan pero no dejan de brillar, qué buena gente estas luciérnagas, ¿que no? Hay incluso algunas que siguen brillando después de morir. Sonrío.

Les diré también que están en peligro de extinción y una de las razones es el exceso de luz artificial, la contaminación lumínica. La luz de verdad necesita algo de oscuridad para ser efectiva, curioso aunque sea obvio, el exceso de foco puede matar la luz.

Dar oxígeno a veces es algo tan sencillo como saber agradecer a quienes nos ayudan porque sí. Así que gracias, muchas gracias por encenderos. Sonrío.

Sean buenos pero, sobre todo, sean felices.


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