• viernes, 19 de abril de 2024
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Opinión / Sabatinas

Verónica y lo inevitable

Por Fermín Mínguez

Leí que el 80% de la plantilla de IVECO había tenido acceso al video que provocó el suicidio de su trabajadora. Ocho de cada diez personas, unas dos mil en total sólo en la fábrica. Tremendo, ¿no creen?

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"Hubo al menos 2000 opciones de evitar este final que ahora es inevitable, porque en esta vida todo es susceptible de solución, y lo que no lo es ya no es vida porque es la muerte".

Quienes me leen saben que intento no hacer juicios morales. Cada cual que aguante la vela de su conciencia de la forma que mejor entienda que bastante complicado es mantener el equilibrio entre luces y miserias personales como para juzgar las de los demás. De hecho creo que en este opinar desde la masa sobre lo que los otros hacen mal están la mayoría de los males de los que nos quejamos, incluido este doloroso episodio que confío que al menos sirva para algo y no se olvide mañana con el resultado de la final de la Liga de Campeones.

La plantilla de la fábrica de IVECO en San Fernando de Henares tiene, según noticias en prensa, alrededor de 2500 trabajadores, que no es poco, de hecho, hay estudios sociológicos relevantes con muestras menores. En esta fábrica, además, destacan por tener un 23% de mujeres en plantilla, el índice más alto del país según ellos mismos cuentan. Para que se hagan una idea, las audiencias de TV se miden con algo más 4700 medidores para todo el país, así que 2500 podría ser una buena muestra. Pues bien, alrededor de 2000 tuvieron acceso al video, esto quiere decir que hubo 2000, dos mil,  oportunidades de parar esta espiral antes de su desenlace, pero ninguna se llevó a cabo. Hubo al menos 2000 opciones de evitar este final que ahora es inevitable, porque en esta vida todo es susceptible de solución, y lo que no lo es ya no es vida porque es la muerte.

Están muy bien las manifestaciones de repulsa a posteriori, pero siempre es mejor intervenir cuando se tiene opción, porque las consecuencias no siempre se conocen y justificar nuestras acciones después de conocerlas es, además de inocente, muy injusto. Como si manifestarnos fuera a solucionar el problema, una especie de expiación grupal que nos libere de la sensación de culpa. Pecamos en grupo y nos liberamos en grupo, que las consecuencias sean reales queda en un segundo plano. Esto es como la manifestación que se convocó en Madrid el lunes para que Carmena siguiera siendo alcaldesa, miren no, esto no funciona así, a la alcaldesa se la elige votando, no manifestándose el día después con arrepentimiento.

Claro que no se podía prever un final tan trágico, pero independientemente de esto nadie intervino ante un hecho injusto y despreciable. Compartir un video de contenido sexual seis años después, cuando ya no tienes relación con esa persona, es de cobardes y de desgraciados, pero culpar sólo al que inicia la cadena es un consuelo menor y una justificación barata.

Como la de Fran Rivera cuando dice que “los hombres no somos capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo”, la frase correcta creo que sería “los hombres como yo, no somos capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo”. Hay muchos hombres capaces de no enseñarlo, hay muchos capaces de no verlo y ojo, hay muchos que nunca recibirán estos vídeos porque nadie pensará que les pueden gustar. Claro que circulan vídeos similares, sobre todo en grupos, pero es decisión personal de cada uno qué hacer con ellos. El individuo siempre tiene la capacidad de diferenciarse del grupo, no somos los hombres, Fran Rivera, sino cada uno de los hombres que deciden compartirlo.

Me atrevo a decir, y esto es un juicio de valor, que no fue el contenido del vídeo lo que presionó a Verónica, sino la presión de casi todos sus compañeros opinando sobre ella. Las dos mil oportunidades perdidas de intervenir y solucionar el problema antes de que fuera inevitable, si hubiera habido un acto de repulsa previo quizás se hubiera sentido respaldada en este asunto, no lo sé, pero eso de dar apoyo en lo personal pero no posicionarse delante del grupo sólo favorece a los mezquinos.

No creo que pueda haber nada positivo en el suicidio de una mujer joven, aunque quizás sirva para tomar conciencia de la postura que debemos tomar ante este tipo de situaciones. Lo que ha pasado ya es inevitable, pero ojalá la próxima ocasión que tengamos para tomar postura ante un hecho similar actuemos de forma diferente. Estaría bien que el foco de la culpabilidad se ponga sobre quien comete el delito, quien decide compartir un vídeo que es privado, y no juzgar a quien se graba, que no es delito ninguno. Basta ya de buscar justificaciones en el comportamiento de terceros, y repetirlo. Aristóteles decía que la excelencia no es un acto, sino un hábito, que somos lo que hacemos de forma repetida. Podemos elegir ser manifestantes a posteriori, justificadores profesionales, o militar en la excelencia.

Ojalá no tengamos que lamentarnos de mas oportunidades perdidas. Bastante difícil es ya echar de menos. Ojalá.


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