• viernes, 29 de marzo de 2024
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Opinión / Sabatinas

La mierda amable

Por Fermín Mínguez

Quizás no valga para título de libro de autoayuda y crecimiento, o quizás sí, quién sabe, pero seguro que les vendría muy bien a políticos, periodistas, influencers y bocachanclas que todo lo saben en general. Incluso a usted, fíjese.

Me confunden mucho estos tiempos que discurren entre los mensajes positivos, frases de Paulo Coelho, Ted conferences que hablan de superación y mejora, de remar contra la corriente y de esperar un futuro en el que todo nos será favorable, y la realidad áspera de una clase política adicta a la bronca barata, arrabalera y barriobajera, unas noticias apocalípticas de robos, muertes a pedazos, desastres, mentiras y lo que imaginen.

Igual es que, como soy varón y de provincias, estoy limitado para entender, pero esto de que vamos a morir todos entre terribles sufrimientos pero después nos saldrán flores por todos los agujeros y nos abrazarán y nos querrán mucho, mientras nadamos en un mar de abundancia, no me entra en la cabeza. De hecho no me sale a cuenta, por mucho que el futuro que me espera sea una mezcla entre Los Osos Amorosos y Los Fraggel, pagar semejante peaje de sufrimiento. Ya pueden presentarse juntos Paulo Coelho, Albert Espinosa y la enésima reencarnación del Dalai Lama que no me van a convencer. Que no. Que aquí tiene que haber trampa seguro.

Llevo un tiempo pensando que quizás esta crispación, este enfrentarnos a todos contra todos, este vivir en una angustia existencial reforzada por el precio del gas y de las galletas, sea una cortina de humo para no ver que hay a quien no le va tan mal, oiga, con esta situación, eso de que en tiempos de crisis unos lloran y otros venden pañuelos, como decía Churchill… (No dijo esto en su vida, pero como es imposible saber quién la dijo, si buscan en Google se la adjudica hasta Leticia Sabater, a Winston que se la encasqueto).

Llevamos de bronca política, cada vez más sucia, de insultos en las instituciones que se multiplican por mil en redes sociales entre bandos defensores. Nos amenazamos, por wifi claro, con que vamos a arrancarnos las cabezas, la piel a tiras, a sacarnos los ojos, a reventarte a ti, a tu familia, tu prima del pueblo incluída, y a quien se ponga en medio, pero, curioso, seguimos pagando religiosamente las facturas abusivas que nos cobran, comprando en los mismos sitios dos veces más caros, cada vez más tristes, cada vez más tensos. Vivimos en la bronca y en la angustia, pero, eso sí, confiamos en que habrá un futuro mejor. No hacemos nada para cambiarlo, pero será mejor. Ahora vivimos  a gritos, pero luego será mejor. Cuando los autores millonarios de la autoayuda de mesilla de noche nos abran las puertas de su paraíso interior y vayamos todos a vivir allí, supongo.

¿Saben que pasa?, que a mí me parece que no es así. Hay situaciones que no son mejorables. Que son una mierda, pero una mierda como un estadio de Catar de grandes, y que no vamos a mejorar haciendo nada. Hay veces que vamos a hacer todo bien, que nos vamos a esforzar muchísimo y que no vamos a conseguir lo que esperamos. Hay miedos que vamos a pasar solos y que puede que salvemos, o no. Hay veces que el orden de los factores altera y mucho el producto. La teoría de Max dice que si comes pollo luego haces caca, pero al revés no pasa, pues eso. Hay veces que salir adelante no es un tema de esfuerzo y reconocimiento, uno puede ser un inútil como la copa de un pino y llegar a puestos relevantes y bien pagados como, por ejemplo… Pues eso, todos tienen un ejemplo.

Sin embargo esta bronca no ayuda, este vivir en lo gris enrabieta y debilita. Que vengan malos tiempos no tiene por qué hacerlos peores. Estar enfadado y triste nubla la capacidad crítica, hay una cierta comodidad en estar triste, (hola, Kurt), que hace que sea mejor quedarse ahí que ver lo bueno y buscar alegrías.

No les estoy diciendo que vayan celebrando las penas como si no les importaran, que va, ni que las afronten con una esperanza ciega en que irá bien, porque hay veces que eso no vale, ojalá, les propongo lo mismo que decía Liu Yutang, escritor chino: "La función química del humor es ésta: cambiar el carácter de nuestros pensamientos". Fíjense que no dice que el humor no hará que consigan nada en la vida, ni que les dolerá menos, ni que superarán tal o cual cosa o serán felices, no, es más sincero que esos traficantes del consejo ajeno, mucho más, el humor cambiará el carácter de nuestros pensamientos, y lo hará de una forma química, real.

Se puede decidir el carácter de los pensamientos.

Se debe hacer porque aumenta las posibilidades de no caer en la grisura global, en la tristeza ciega del que es dirigido.

Si esto va a ser una mierda, que puede que sí, hagamos que sea una mierda amable al menos, ¿les parece?

Mejor darnos refugio que darnos cabezazos, ¿no creen?

Igual mejoramos el día de alguien, o le inspiramos, quien sabe, nunca sabemos dónde puede acabar la alegría. Hay veces que no necesitamos otra cosa que refugio, eso dice la imponente versión de Merry Clayton que cierra y les invito a escuchar.

Y la rabia, que existe, mejor dirigirla a cosas importantes que a broncas menores. ¿O qué?

Sean buenos pero, sobre todo, sean felices. Y si no se puede, al menos sean amables.

Y feliz día, navarros, que casi se me pasa…

Sonrío


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La mierda amable